Una serie de comunicaciones vía radio portátil habían dejado claros la hora y el lugar: al mediodía en el sector de Chontaccocha, comunidad de Cruz Verde, distrito de Santa Rosa, provincia de La Mar (Ayacucho).
El miércoles pasado, ‘Raulito’ y ‘Luciano’, exterroristas que colaboraban con la policía, debían llegar a esa zona del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), donde cuatro desertores de Sendero Luminoso se entregarían para convertirse también en nuevos informantes de las fuerzas del orden. Ese era el acuerdo.
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‘Raulito’, hijo de los senderistas conocidos como ‘Lanchi’ y ‘Juana’ fue capturado en diciembre del 2017 cuando estaba de paso por la localidad de Putis, provincia de Huanta (Ayacucho). Desde entonces pasó a ser uno de los más activos colaborares de la policía. Tenía más de dos años en esa labor y ya habría estado próximo a dejarla
‘Luciano’ fue uno de los ocho terroristas que el 20 de enero escaparon de una columna encabezada por ‘Antonio’, mando medio de Sendero Luminoso, que tenía la misión de perpetrar un atentado durante las últimas elecciones congresales. Los senderistas que huyeron se dividieron en dos grupos, cada uno de cuatro integrantes, que tomaron distintas rutas en la espesura del Vraem.
En uno de estos bandos fugitivos estaba ‘Luciano’ y también ‘Wilder’, ‘Mario’ y ‘Martín’, todos 'pioneritos' criados en los campamentos de los hermanos Quispe Palomino y preparados para la cruda guerra en el monte. A un mes de su huida, las fuerzas del orden los encontraron merodeando los caseríos de Vizcatán del Ene (Junín); pero antes de iniciar un enfrentamiento, buscaron adherirlos como informantes. Un oficial vestido de civil y sin armas tuvo aquella misión y lo concretó luego de una negociación tensa, y por momentos friccionada, con ‘Wilder’, el primero en ser ubicado.
El objetivo de la patrulla era hallar, con ayuda de ‘Wilder’, ‘Luciano’ y compañía, al otro grupo de desertores antes de que las huestes enviadas por el cabecilla senderista, Víctor Quispe Palomino, alias ‘José’, los encuentre y, posiblemente, los ejecute. Fuentes militares y policiales informaron a El Comercio que la búsqueda se tornó intensa y en ese esfuerzo también estaban algunos antiguos informantes como ‘Raulito’.
La emboscada
Los primeros contactos con el grupo desertor habrían sido a inicios de mes y se cerraron con una comunicación registrada la misma mañana del miércoles. ‘Raulito’, al parecer, definió la entrega de los cuatro fugitivos luego de convencer al mayor de ellos, quien sería un hijo de Jorge Quispe Palomino, alias ‘Raúl’, segundo en la línea de mando de Sendero Luminoso.
Entonces, agentes de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac) y del Comando de Inteligencia y Operaciones Especiales Conjuntas (Cioec), junto con los colaboradores, partieron al lugar indicado en dos camionetas de la Dirección Antidrogas (Dirandro). Según pudo conocer este Diario, en la curva previa al lugar pactado dos oficiales de la policía optaron por bajar del primer vehículo y, ya en un punto cercano, ‘Luciano’ también descendió para emprender a pie un pequeño tramo. Ahí fue acribillado por los desertores. Ellos, además, dispararon y lanzaron granadas de guerra a la camioneta. ‘Raulito’, quien todavía estaba adentro, también pereció.
La rápida reacción de los agentes que viajaban en la camioneta que iba detrás impidió un mayor baño de sangre. Sin embargo, en la refriega, cuatro policías resultaron heridos. Para el especialista en temas de narcotráfico y terrorismo Pedro Yaranga, y de acuerdo con las últimas pesquisas, el grupo desertor que supuestamente iba a entregarse ya había sido potenciado por una experimentada columna desplegada por ‘José’ para efectuar la emboscada.
Hasta el momento las autoridades no han deslindado responsabilidades en torno a las fallas en la operación de patrullas combinadas. El coronel PNP Jorge Gonzales, jefe de la Diviac, indicó a El Comercio que el tema lo maneja el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, pero fuentes en esta institución comentaron a este Diario que la policía optó por desarrollar la acción a su manera. El caso ha quedado en investigación dentro de las instituciones castrenses.
“Lo más pronto posible las fuerzas combinadas tienen que designar a un articulador porque en este caso cada grupo actuó a su manera. El articulador podría ser de algún grupo especializado de del Ministerio del Interior como la Dirección General de Inteligencia (Digimin), para que no se desperdicie la información obtenida”, opinó Yaranga.
Ya de noche, en Gloriapata, sector próximo al lugar del atentado, un grupo de comuneros retuvo a ocho militares del Comando Especial del Vraem (CE Vraem) que iban en busca de las evidencias que dejó la emboscada. Los militares fueron confundidos con delincuentes cuando caminaban de manera sigilosas por las chacras del centro poblado. Los campesinos los despojaron de sus armas y los llevaron a la municipalidad del sector. Para la liberación tuvo que intervenir el alcalde de Gloriapata, Sabino Cavalcanti, y un representante de la Policía Nacional.
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