Oxapampa no solo es una ciudad hermosa sino que es, especialmente, un lugar en el que reina la seguridad.
Oxapampa no solo es una ciudad hermosa sino que es, especialmente, un lugar en el que reina la seguridad.
/ HUGO CUROTTO / EL COMERCIO
Renzo Giner Vásquez

La mañana siguiente a disfrutar de aquel espectacular café en La Merced, nos dirigimos a Satipo .

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La charla se extendió hasta la hora del almuerzo pues, más allá de la entrevista que debíamos realizarle, esta magnífica lideresa asháninka no dudó en regalarnos unas cuantas horas más para contarnos algunas leyendas de su pueblo.

El día, sin embargo, debía terminar en Oxapampa. Esta es la quinta o sexta visita que realizo a esta hermosa ciudad en los últimos cinco años.

No dudo en decirle a Luis y Hugo que es una de mis ciudades favoritas del Perú y les aseguro que pronto les sucederá lo mismo que a mí.

Más allá de la belleza de sus paisajes, la alegría de su gente y lo deliciosa de su comida, Oxapampa me fascina por una razón en particular: su seguridad.

Recuerdo que mi primera visita fue producto de un impulso, luego de recibir el correo de una nueva app de viajes en bus que ofrecía boletos por 20 soles a esta ciudad.

Sentado en una de las esquinas de la plaza de armas, probando uno de los deliciosos tés frutados que ahí venden, aquella vez una señora con quien había iniciado una conversación casual me sorprendió diciéndome: “acá nadie cierra las puertas de sus casas, todos nos conocemos”.

Entenderá, estimado lector, que luego de pasar mi adolescencia y adultez en Lima aquella frase me resultaba inaudita.

Pues hoy, casi un lustro después, tengo el agrado de contarles a mis compañeros de viaje que Oxapampa mantiene aquella envidiable seguridad.

La confirmación a cualquier duda llegaría la tarde siguiente, cuando me reuní para almorzar con un amigo que decidió mudarse aquí y quien, entre risas, me contó sobre uno de los últimos crímenes que se han registrado en esta zona.

“La policía capturó hace poco a un ladrón. Había robado un pato de corral. Afortunadamente el pato fue rescatado sin daño alguno”, comentaba entre risas.

Por si, al igual que a mí, esto le suena a una exageración, le comparto aquí la publicación sobre aquel crimen.

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