En poco más de dos años de pandemia por el COVID-19, el Perú ha experimentado altibajos notorios en términos de gestión sanitaria. En comparación con América Latina, es el país que más ministros de Salud ha cambiado en medio de la emergencia.
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Además, con 24 días en el cargo, el actual titular del sector, Jorge López, es el más nuevo frente a sus pares en otras naciones de la región. Por otro lado, de acuerdo con cifras del MEF, la ejecución presupuestal para atender la pandemia ha sido desigual en los primeros meses de cada gobierno [ver cuadro].
En los mandatos de Martín Vizcarra y Francisco Sagasti, el avance del gasto superó el 50% en los nueve primeros meses de sus respectivos períodos durante la crisis. No obstante, en el mismo tramo la administración de Pedro Castillo ha disminuido el ritmo de ejecución a un 45%.
Rotación perniciosa
En diálogo con El Comercio, la directora del MBA en Salud de la UPC, Flor de María Philipps, señaló que uno de los aspectos más negativos para la gestión de la pandemia ha sido la alta rotación ministerial. Esto, porque los cambios en los liderazgos políticos de la cartera tienden a replicarse en los puestos técnicos, representados por los viceministros y directores generales.
“Los ciclos cortos de ministros siempre afectan la eficiencia del sector. Los ministros necesitan tiempo para ubicarse en el sector, comprender la dinámica y la mecánica, y en eso pueden pasar fácilmente tres o cuatro meses. Pero si a los seis meses o menos se van a estar cambiando, lo que se genera es un caos porque a cambio del líder suele haber, infortunadamente, cambios de las primeras líneas de funcionarios”, comentó la también exjefa de Susalud.
El médico salubrista Ernesto Gozzer coincidió en que la continua rotación de ministros siempre debilita esfuerzos en la gestión pública. El exjefe del Instituto Nacional de Salud estima que, dentro de los últimos meses, el sector pasó de una relativa estabilidad con la gestión de Hernando Cevallos a una crisis innecesaria con el ingreso de Hernán Condori. Como se recuerda, la designación del ahora exministro Condori había producido el rechazo del gremio médico y la renuncia masiva de varios funcionarios, incluido el viceministro Gustavo Rosell.
“En el caso específico de la pandemia, el impacto es que se detienen iniciativas en marcha y que pueden ser centrales para gestionar la crisis. En la transición al gobierno del presidente Castillo, el ministro Hernando Cevallos había tomado la buena decisión de mantener a los dos viceministros de la gestión anterior, que es algo que generalmente no ocurre. Pero en los meses más recientes, con el cambio por el ministro Condori, hubo un impacto negativo no solo a nivel político y de renuncias, sino también en la velocidad de la vacunación”, destacó Gozzer.
En un informe anterior, EC Data precisó que la aplicación de dosis de refuerzo contra el COVID-19 había caído un 43% durante marzo, en comparación al pico de 128 mil dosis diarias que se logró en enero. Los meses mencionados coinciden con las gestiones de Condori y Cevallos, respectivamente.
Desafío presupuestal
Para este año, el presupuesto público general para el ámbito de la Salud es de 22 mil millones de soles. De este, la suma orientada al COVID-19 ha sido modificada a 2,613 millones. En el caso concreto del Ministerio de Salud, el presupuesto general que también abarca la atención a la pandemia, es de 3,693 millones.
Las limitaciones hacen más necesaria una administración estable, concuerda el exministro Hernando Cevallos. El exfuncionario remarcó que el sector sanitario tiene “un déficit inicial de cerca de 60 mil millones” para cubrir infraestructura faltante de establecimientos médicos en todo el país. Afirmó que a ello se suma otro déficit de 20 mil profesionales de la salud.
“El presupuesto siempre es limitado y las gestiones ministeriales lo tienen que manejar de manera racional. Solo alcanza para administrar la crisis que existe, pero no para resolver los problemas de fondo en el sector, que son falta de hospitales, de postas, de equipos, de mayor personal… Para ir más allá, no nos alcanza”, expresó Cevallos a El Comercio.
Por su parte, Philipps sostuvo que el presupuesto general para Salud debió iniciar en cerca de 33 mil millones, es decir, en la suma que se alcanzó en el 2021.
“Fue sorpresivo que se iniciara con 22 mil millones porque la cantidad del año pasado había sido muy superior. Lo razonable hubiera sido, por lo menos, dar el mismo presupuesto con el que se cerró antes. Los montos adicionales que se pueden solicitar tienen su proceso y pueden demorar meses para ser asignados. Para que la Salud en el país funcione, se requiere de personal y de infraestructura. Sin el dinero suficiente, no se puede contratar ni asignar recursos ni hacer mantenimiento. Tampoco se puede gerenciar una pandemia exitosamente con estrecheces económicas”, explicó.
El efecto Condori
El extitular de Salud, Hernán Condori, ocupó el cargo por 51 días hasta su censura a fines de marzo. Su antecesor Hernando Cevallos prefirió no profundizar comentarios sobre la gestión de Condori, pero sí reconoció que su paso generó “un vacío porque se confronta con distintos sectores” y que hubo “un desconcierto en la población que debilitó la dinámica de trabajo del ministerio”.
“Para mí es un poco incómodo hablar de la gestión que me sucede, pero lo que sí es cierto es que siempre un cambio de gestión puede afectar el trabajo. En este caso, mantener el ritmo y la estrategia de la vacunación, la relación con los actores sociales, con los gobiernos regionales, y con los propios técnicos, que es lo que más hay que defender cuando uno llega a una gestión para darle continuidad y mejorar lo que haya que mejorar”, dijo.
Para Ernesto Gozzer, el exministro Condori significó un quiebre en la confianza que había logrado el Ministerio de Salud con la población. “Debido a que entró con cuestionamientos, la mayor parte de sus actividades y apariciones públicas se centraron en defenderse. Un ministro no puede estar ocupado en eso, sino en fortalecer nexos con la ciudadanía, coordinar con especialistas y articular las políticas del sector. Desatendió prioridades y por ello, se afectó la imagen del ministerio, además de que se generó un ambiente de desconfianza a la interna, entre los técnicos que luego fueron renunciando”, subrayó.
A inicios de abril, la decana nacional del Colegio de Enfermeras, Josefa Vásquez, informó que, entre el Minsa y EsSalud, unas 10 mil enfermeras fueron desvinculadas de sus puestos como personal exclusivo para la atención COVID. Solo en el hospital Virgen de Fátima, de Sullana (Piura), se reportó además el despido de 130 profesionales.
La especialista Flor de María Philipps indicó que la reducción del presupuesto y decisiones desacertadas promueven este escenario de despidos colectivos. “Resulta claro que necesitamos que la población tenga las tres dosis, y eso se va a medir exitosamente cuando el 80% de las diferentes localidades las hayan recibido. Pero las vacunas no se ponen solas. Necesitan equipos de personas, brigadas, logística y campañas efectivas. No se puede entender que un país que adolece de recursos humanos en salud no haga el esfuerzo por mantener a ese personal clave. Se tiene que mantener la valla alta porque aún no hay consenso mundial de que la pandemia haya cedido”, cuestionó.
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