Fernando Vivas

En el 2020, Rafael López Aliaga tuvo una iluminación en pandemia. No fue mística sino pagana, pues tenía que ver con el calendario electoral. Su primera aventura con Renovación Popular (RP), lanzando una lista al congreso complementario, había resultado fatal. Sacó 1.49% de votos; lejísimos del 5% para saltar la valla. Ahora tenía que buscar un candidato presidencial, qué lata. Habló con Phillip Butters y con Roque Benavides, no los convenció. Habló con Hernando de Soto y este sí se interesó, pero no llegaron a un acuerdo, en parte porque Rafael quería a la ultraconservadora evangélica Beatriz Mejía en la plancha y Hernando no concilió con ese extremo.

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