En el 2020, Rafael López Aliaga tuvo una iluminación en pandemia. No fue mística sino pagana, pues tenía que ver con el calendario electoral. Su primera aventura con Renovación Popular (RP), lanzando una lista al congreso complementario, había resultado fatal. Sacó 1.49% de votos; lejísimos del 5% para saltar la valla. Ahora tenía que buscar un candidato presidencial, qué lata. Habló con Phillip Butters y con Roque Benavides, no los convenció. Habló con Hernando de Soto y este sí se interesó, pero no llegaron a un acuerdo, en parte porque Rafael quería a la ultraconservadora evangélica Beatriz Mejía en la plancha y Hernando no concilió con ese extremo.
De Soto tuvo su iluminación aparte y decidió correr con su propia gente sobre el cascarón de Avanza País. Rafael se vio sin candidato y ahí es donde se le prendió el foco: ‘me lanzaré yo, pues’, se dijo. Tenía el partido, la inscripción, las bases de la campaña, las ganas y la plata. En el 2020 había perdido su lista, pero no él; en el 2021 la podía pegar de outsider peleando con los medios y apartándose de la derecha tradicional con un populismo conservador y agresivo, similar al de Trump y Bolsonaro. Sumó a los evangélicos a la ola celeste, uniendo a las religiones como no pudo hacerlo con los partidos de derecha. El resto de esta historia, que la he contado en base a conversaciones con él y con otros protagonistas de la campaña, lo conocen: quedó tercero, perdiendo ante Pedro Castillo y Keiko Fujimori, y la experiencia le sirvió para lanzarse, con mayor planificación y holgura, a Lima.
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La campaña limeña calentó muy tarde pero él ya había empezado su propio calentamiento a fines del año pasado e incluso encontró –me lo cuentan sus partidarios- un asesor argentino, de Rosario, llamado Ariel Correa, que le sentó de perilla. Este hombre discreto, de maneras suaves, se complementó con su asesorado a tal punto que logró el milagro de presentarlo templado y comedido en el debate final.
Apunte contrafáctico: si hubiera pasado a segunda vuelta el 2021, el final, probablemente, no hubiera sido de fotografía, sino de dibujo animado. ‘Porky’ fue el apodo que esgrimió en campaña con más eficacia que el color celeste y los ataques a los entes electorales. En RP se dice que la chapa, sin saber que sería un regalo, se la puso Verónika Mendoza en una entrevista. No he podido encontrar la referencia exacta; más parece una leyenda partidaria basada en que quizá Verónika mencionó la chapa que ya había visto en las redes.
Apunte polémico: ‘Porky’ no fue presidente pero ahora es alcalde de Lima y en su voto, según él y algunos analistas, hay un componente anticastillista que lo compele a ser opositor de Castillo. Sin embargo, lo que podría ser, simplemente, un matiz de su discurso, López Aliaga lo ha llevado al extremo, descartando que se vaya a reunir con el presidente y reclamando su renuncia. No todos piensan así, ni siquiera en su partido, como ya veremos.
Ni Lucho ni Luna
López Aliaga no fundó Renovación Popular. En rigor, se trata de un cambio de nombre de Solidaridad Nacional (SN). Rafael, en su calidad de secretario general, anunció la simbólica refundación en octubre del 2020. Lo pudo hacer porque el líder fundador, Luis Castañeda, se había retirado de la política por problemas judiciales y de salud (falleció el 12 de enero del 2022). López Aliaga recién había asumido el cargo en el 2019. Fue regidor en la segunda gestión de Castañeda (2007 al 2010), pero no había escalado más en el partido, porque se oponía a la facción de José Luna Gálvez, que llevaba las riendas de la organización y de las campañas.
Conversé con Fabiola Morales, que es la actual secretaria general de RP y me contó el trance ‘solidario’. Ella ingresó a militar en el 2006, luego de haber sido congresista por Piura, entre el 2001 y el 2006, invitada en la lista de Unidad Nacional, el frente encabezado por Lourdes Flores. En SN reencontró a Rafael, a quien ya conocía desde la Universidad de Piura, donde ambos estudiaron. Valga la coincidencia: ambos son miembros del Opus Dei, pero como suele aclarar el Opus, el grupo no se mete en la actividad política de su gente. Un apunte nostálgico y risueño de Fabiola: “En la universidad teníamos profesores extranjeros que eran muy exigentes. Yo no llevé cursos con Rafael, pero cuando ponían exámenes con problemas que nadie podía resolver, él terminaba primero y entregaba el examen con el problema resuelto, caía pesado, era un genio”.
Volvamos a las temporadas finales de Solidaridad. En el 2015, Luna Gálvez —según recuerda Fabiola con nitidez— planteó internamente su afán de ser candidato presidencial para el 2016. La mayoría del partido no estuvo de acuerdo, pero le permitieron que busque un candidato, que resultó ser Hernando Guerra García. ‘Nano’, con baja puntuación en las encuestas, fue retirado de la competencia para no arriesgarse a perder la inscripción (prerrogativa que se dio solo para esa ocasión) y Luna Gálvez renunció para fundar su propio partido, Podemos. De modo que en la reciente campaña, se enfrentaron las dos facciones de la matriz castañedista: la de ‘Porky’ y la de Luna, pues Daniel Urresti fue el candidato podemista. De ahí el encono. De ahí que la tienda celeste saboree la reciente inclusión de José Luna Morales, hijo de Luna Gálvez, como investigado en el caso ‘Los Gángsters de la Política’. Luna junior fue candidato a teniente alcalde en la lista de Urresti y ahora será regidor de oposición.
Tras la renuncia de Luna Gálvez a SN, Castañeda hizo elegir de secretario general a su amigo y brazo derecho, Martín Bustamante. Fueron temporadas agónicas, en las que Castañeda despidió su carrera con una gestión impopular por contraste con las dos primeras y a la que siguió el lastimero lanzamiento de su hijo, Luis Castañeda Pardo, como candidato a sucederlo. Fue uno de los menos votados. A ese revés se sumó el drama de la judicialización: la fiscalía había avanzado en sus pesquisas sobre entrega secreta de fondos de Odebrecht para su campaña del 2014 y Bustamante, el amigo íntimo y secretario general, se convirtió en colaborador eficaz. Ese fue el partido que refundó simbólicamente López Aliaga.
Martices de celeste
López Aliaga es miembro de Opus Dei, y es un laico consagrado que ha hecho voto de castidad, como lo ha contado muchas veces. Es también un empresario exitoso, segundo accionista de las propiedades de la cadena Belmond en Perú. Entre sus varias empresas están los colegios Los Álamos para hombres y Montealto para mujeres, el nido mixto Los Alamitos y la escuela de formación de pequeños empresarios, CAME. En todos ellos se forman miembros del Opus, pero son empresas suyas. Una vez le pregunté si el Opus tenía injerencia en sus planes y me respondió que si se metían, “los mandaba a la m…”.
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El alcalde electo es un conservador y entre sus planes estuvo la unificación de los cristianos. Por eso, en la bancada de RP, junto con correligionarios como Miguel Ciccia Vásquez (el único miembro del CEN del partido en la bancada), e invitados afiliados para poder ser postulantes, como los almirantes Jorge Montoya y José Cueto; ingresaron pastores evangélicos como Milagros Aguayo, Esdras Medina (renunció y se lanzó con la izquierda conservadora a la presidencia del Congreso) y Alejandro Muñante, quien no es pastor, pero que comparte con ellos esa agenda extrema que prioriza sus fines pro vida y pro familia, por sobre la política.
RP, el partido, es muy conservador, pero prioriza sus objetivos políticos sobre el dogma religioso. López Aliaga, por ejemplo, está a favor del proyecto de unión civil presentado por Alejandro Cavero de Avanza País, y en ello discrepa con los pastores. Fabiola Morales es pro vida –”el color celeste viene de los movimientos pro vida”, me cuenta- y también está a favor de la unión civil. “En el partido no están los pastores”, agrega, dando a entender que las decisiones sobre la gestión de Lima no se van a llevar por esa agenda extrema evangélica. Nota cromática: una fuente oficial del partido me escribió diciéndome que el celeste significa “libertad, esperanza, vida, emprendimiento y familia”.
Sobre la polémica generada por las declaraciones de López Aliaga rechazando reunirse con Pedro Castillo, Fabiola dice: “Yo le recomendaría que sea un buen vecino”. ¿Y eso incluye al inquilino de Palacio?, repregunto. “Todos somos vecinos”, replica e intenta explicar a su correligionario líder: “Por las carpetas fiscales contra Castillo y la idea de que en cualquier momento va a saltar la pus, él no quiere que se interprete que tiene un acercamiento”.
Aunque dirigentes del partido, como Fabiola, que ha ingresado de regidora, participarán en la gestión municipal; la personalidad de López Aliaga no es la de llevar sus ideas a consulta. La secretaria general me contó que, en enero, el CEN se reunió y tomó dos decisiones claves: “dejar las decisiones de la campaña en manos de Rafael y del equipo del que él se rodease, y fundar una escuela de formación de líderes, a mi cargo”.
Por lo tanto, López Aliaga decidió lista, agenda y lemas. De teniente alcalde está Renzo Reggiardo, en virtud de una alianza con su partido Perú Patria Segura; los que siguen son invitados como Efraín Aguilar y María Marcet Yarrow, hija de Norma Yarrow, congresista hoy en Avanza País pero que ingresó en la bancada de RP. Salió de allí, junto a Diego Bazán y María Córdova, por lo que varias fuentes han calificado como un choque de personalidades con Jorge Montoya. Conversé con el almirante y minimizó las diferencias. Por el contrario, me contó que “coordinamos con Rafael para irlo a visitar apenas la ONPE de los resultados finales, pero demoraba mucho y fuimos el martes. Estábamos todos muy bien y le dijimos que contribuiremos legislativamente en los que sea necesario. Nos acordamos que en ese mismo local de Jesús María, tuvimos las charlas de inducción para ser congresistas y ahora estábamos celebrando su triunfo”.
López Aliaga se reunía de vez en cuando con su bancada, pero no era el líder de tiempo completo, como Keiko Fujimori. Ahora lo será menos. Fabiola Morales, que era asesora de la bancada, ha renunciado para dedidarse a la MML. Montoya me contó que se comprometieron con su líder a presentar un ‘shock legislativo’ de 50 proyectos; pero esa fue una promesa de campaña en caso de que ganasen. Aún así, han presentado varios de ellos; pero ahora, con López Aliaga de alcalde, se concentrarán en otra agenda. Cuando hablamos de esto, pareciera que cuenta con que Castillo se quede, pero Montoya recuerda el plan vacador. Al único al que le dan un tiempo largo es a su alcalde.