(Ilustración: El Comercio)
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Fernando Vivas

Tanto martillazo para aplanar la curva de contagios y, ¡zas¡, uno dio en el dedo gordo del Gobierno. Y dolió. La idea del pico y placa por género, sugerida por una autoridad (no hemos identificado al autor, pero no fue como se malentendió tras unas declaraciones suyas), fue un error. No tomó en cuenta lo que un científico social hubiera sabido o investigado: que hay más hogares comandados por mujeres que por hombres y que, además, por tradición las mujeres suelen hacer las compras de productos de primera necesidad, más que los hombres.

Cuando vio las aglomeraciones, el ministro y el Grupo de Prospectiva del Minsa, pidieron una evaluación sobre esa medida específica a , ex directora de la Biblioteca Nacional y experta en temas de género, que se reunió con otras feministas y entregó al Minsa un informe crítico. Y sumó una recomendación para implementar casas de acogida para mujeres y niños violentados durante la cuarentena. El mismo día del informe, el Minsa recomendó levantar esa medida de género y lo anunció en su ronda del mediodía.

El reclamo de las feministas sobre las casas de acogida, se suma a las ya varios pedidos de auxilio y alertas que tiene el gobierno sobre el deterioro de la economía, de la vida social y de la salud mental de los peruanos; para no hablar del mismo. El hastío social y el estrés emocional ante la cuarentena, pesa tanto como los gritos de SOS de trabajadores y empresarios que no soportan la idea de que esta se prolongue más allá del 26 de abril.

Todas las fuentes con la que he hablado me han confirmado que, aunque la decisión no está tomada ni se tomará hasta días antes del deadline del 26, hay un gran afán por liberar, aunque sea lenta y gradualmente, las amarras. Aquí es donde entra a tallar la sociología. ¿Cómo así? Pues hasta ahora el peso de las medias ha estado en la represión policial militar y en la economía; falta justamente, cuando se libera la cuarentena, la inteligencia sociológica para prever, recomendar, diseñar políticas y protocolos que permitan movilizarse a la PEA (población económicamente activa) minimizando aglomeraciones y contagios.

De izquierda a derecha: Norma Correa, Aldo Panfichi, Fabiola Yeckting, Sandro Venturo, Adriana Urrutia, Ricardo Cuenca, Manuel Burga, Juan Infante y  Felipe Portocarrero, algunos de los  científicos sociales convocados por el Minsa. (Foto: GEC)
De izquierda a derecha: Norma Correa, Aldo Panfichi, Fabiola Yeckting, Sandro Venturo, Adriana Urrutia, Ricardo Cuenca, Manuel Burga, Juan Infante y Felipe Portocarrero, algunos de los científicos sociales convocados por el Minsa. (Foto: GEC)

Para ello, el Minsa ha convocado a un grupo de científicos sociales de distintas universidades entre los que está el sociólogo Aldo Panfichi, de la PUCP; el historiador y ex rector de San Marcos, Manuel Burga; la politóloga Adriana Urrutia, de la Universidad Ruiz de Montoya; Felipe Portocarrero, rector de la Universidad del Pacífico; Norma Correa, Fabiola Yeckting, Pilar Collantes, Feline Freier, Sandro Venturo, Ricardo Cuenca, Juan Infante, Cecilia Blondet y María Emma Manarelli que ya había cumplido el encargo que cité más arriba. La lista no está cerrada, pues ese grupo formado entre representantes de universidades y expertos en áreas específicas con dinámica propia (por ejemplo, Yeckting estudia a los pueblos indígenas, Freier a la migración venezolana, Cuencia es experto en educación), tiene apenas una semana para acabar su informe y bien podría recibir sugerencias con sustento.

Actores y ámbitos

He conversado con más de uno de los mentados y me contaron que, por lo pronto, han elaborado una matriz de actores sociales y ámbitos, para analizar los comportamientos de cada cuál en cada espacio, y recomendar estrategias diferenciadas para minimizar los contagios. Les han pedido que su informe incluya recomendaciones precisas pues el gobierno quiere que sea un insumo para los anuncios que hará Martín Vizcarra respecto a la salida gradual de la cuarentena.

Mis fuentes me contaron que estudiarán aproximaciones particulares para los estudiantes, las mujeres, las comunidades amazónicas e indígenas, los informales, los venezolanos, los trasgresores, los vulnerables que están en asilos y orfanatos. Respecto a los ámbitos, estos son el laboral, el mercado, el hogar, la calle, el transporte y los medios (no son un espacio físico como los otros, sino que importan por cómo representan y llegan a cada actor).

Esta matriz debiera complementarse –al conversar con mis fuentes, me dio la impresión de que era aún un punto débil en el grupo- con enfoques precisos por actividad económica; pues el gobierno necesita con urgencia, fundamentalmente, pautas para decidir qué rubros libera y con qué condiciones lo hace. El análisis de la experiencia de prevención y contagio en los sectores que sí se han mantenido activos durante la pandemia –mercados, bancos, producción de artículos de primera necesidad, medios, taxis- servirá para evaluar el comportamiento de otros sectores cuando se reactiven.

Pongamos ejemplos: A nadie escapa que el rubro de espectáculos presenciales, como cine, teatro y conciertos, permanecerá cerrado luego del 26 de abril. No hay mucho que discutir, en este momento, sobre ese rubro en términos de protocolos de funcionamiento (sí, más bien, sobre medidas económicas que escapan a este grupo de expertos).

En sentido contrario, el emblemático rubro gastronómico sí podría abrirse –como sucede en otros países aún dentro de la cuarentena- parcialmente y permitir el delivery, como ya ha sido prácticamente anunciado por la ministra de Produce, Rocío Barrios. Ahora bien, el delivery se ha expandido y diversificado durante la pandemia, intermediando entre el público, las bodegas y farmacias en varias zonas de Lima y otras ciudades. Se puede ver como un problema pero también como una oportunidad: da empleo y evita aglomeraciones en las tiendas. El grupo podría recomendar medidas para que el delivery se realice con protocolos e implementos de seguridad, incentivando formas de pago digitales, determinando la forma de recogida y entrega de los productos. Para establecer estas pautas, hace falta el ojo sociológico.

Un sociólogo del grupo con quien hable me decía que tenemos que incentivar –¡qué nos queda!- una transición de la latina afectividad en el saludo, que nos lleva a besos, abrazos y apretones de manos; a la venia de las culturas orientales. Si se entiende, como en oriente, que la distancia es respeto, y ahora protección, habremos dado un gran paso. Valga la aclaración que me hace el sociólogo: lo que pide la ley y la prudencia no es ‘distancia social’ estrictamente hablando, sino ‘distancia física’. Cumplir con ese metro de separación (es la distancia que manda el reciente DL 1458) legalizada en el en colas, tiendas y lugares de trabajo, no va debilitar el tejido social. En estos días hemos aprendido a tener reuniones virtuales de todo tipo, desde directorios hasta tonos, sin perder nuestros contactos.

Early Bird

Conversé con Rolando Arellano, pues es sociólogo aplicado al márketing, ha estudiado los hábitos de consumo y comportamiento de los limeños (ha acuñado, incluso, algunas tipologías). Para él, la clave para minimizar los contagios en el mercado en general, es distribuir el consumo en el tiempo, para evitar aglomeraciones. Por ejemplo, podrían promocionarse horarios especiales por edad o DNI (aunque la presentación de documentos obliga a un contacto incómodo), animar a la agente a que acuda a comprar temprano con ofertas ‘early bird’, mejorar la provisión de gel desinfectante, reforzar la sinalética y la información de precio de los productos para evitar que la gente tenga que tocarlos y hacer preguntas.

En el caso de los supermercados, al revés de la promoción por horas, bien podría desaparecer el ritual de las tarjetas de descuento como Bonus y otras, que demoran las colas y obligan a una interacción dialogada (con más riesgo de contagio que la sola proximidad física) entre el cliente y los empleados. Miles de horas se pierden rutinariamente en esa pregunta universal a los clientes y, ahora, para remate, se sigue haciendo incrementando el riesgo de contagio.

Estas experiencias dolorosamente compartida por toda la humanidad, va a desarrollar, con particulares acentos y preocupaciones locales, una sociología de la trazabilidad de los sectores/vectores de contagio y de la distancia física recomendada. El enfoque justificadamente represivo de la cuarentena se complementará con las recomendaciones de las ciencias sociales para reactivar la economía con un metro de separación.

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