Miércoles 7 de diciembre: Dina Boluarte, de amarillo radiante como un sol, juró gobernar hasta el 2026. Una fuente del Congreso nos contó que le entregaron el texto del juramento al que ella hizo pequeños agregados, entre otros, la mención del 2026. Jueves 8 de diciembre: En su primer careo con la prensa en el patio de Palacio, ofreció responder 3 preguntas. Dos fueron sobre el adelanto de elecciones. Respondió con nerviosas evasivas. Sábado 10: Las protestas empiezan a escalar sin remedio. Boluarte dice que “si la situación lo amerita” conversará con las fuerzas políticas del Congreso para plantearles adelantar las elecciones.
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Domingo 11, cerca de la medianoche. La situación lo amerita. Se han reportado dos muertos en Andahuaylas (Apurímac) y hay un consejo de ministros extraordinario. La presidenta da un mensaje a la nación afirmando que planteará un adelanto de elecciones. Fuentes de su entono me contaron que quiso ir a Apurímac, su tierra, pero le aconsejaron que no lo haga porque la zona era inmanejable. Lunes 12: Hay tomas de carretera, ataques a edificios públicos y saqueos en algunas ciudades. Boluarte envía al Congreso un escueto proyecto de ley planteando que el adelanto sea para el 2024. El ministro de Justicia, José Tello, quien es además experto en derecho electoral, sale a explicar que el padrón electoral se debe cerrar un año antes y que la conveniencia de hacer reformas demanda ese plazo. La pelota del adelanto está en la cancha parlamentaria, pero las piedras caen por igual a los dos poderes.
Martes 13. Canales de TV en Lima amanecen con lunas rotas, carreteras vitales están tomadas, se anuncian paros nacionales indefinidos. La presidenta declara que las elecciones, ajustando plazos, se podrían llevar a cabo hacia fines del 2023. En menos de una semana, a quien juró por el 2026, se le ha torcido el brazo hasta contracturarse. No solo las asonadas sino las marchas pacíficas piden que se vayan todos cuanto antes mejor. El primer ministro Pedro Angulo no tiene la misma prisa que la presidenta y declara que las elecciones no podrían darse en el 2023 sino en el 2024. Conversé con Luis Villanueva, presidente de la CGTP y secretario general de la Federación de Trabajadores de Construcción Civil, que se reunió con Boluarte y le expuso la urgencia del adelanto de elecciones. Villanueva me dijo que la marcha convocada por la Asamblea de los Pueblos (de la que es parte la CGTP) para el jueves 15, sería pacífica (lo fue y estuvo flanqueada por centenas de policías) y que los participantes coincidían en el adelanto pero se diferenciaban en otros puntos de la agenda. La CGTP, me lo dijo su líder, no aboga ni por el retorno de Castillo, ni por la asamblea constituyente. Matices entre el humo blanco y el fuego.
Miércoles 14. Se declara el estado de emergencia y se autoriza a las FFAA a colaborar con la policía. El Congreso siente que ello apagará las protestas y da largas para el viernes a la votación del adelanto de elecciones. Se difunde el rumor de que saldría el primer ministro Pedro Ángulo y sería reemplazado por el ministro de Defensa, Alberto Otárola, quien ya había salido a la puerta de Palacio a dar más de una declaración firme y ejecutiva, como si fuera el premier natural. Dos fuentes palaciegas me confirmaron que había la intención de hacer un cambio pero no sabían cuándo se daría. Mi impresión es que, además de la inexperiencia política de Angulo, el entorno con el que Boluarte venía trabajando, del que era parte Otárola, se resentía de la presencia del intruso Angulo, sobrevalorado colega del pasado abogadil de Boluarte. Un amigo diplomático de Boluarte la ayuda a armar su despacho presidencial. Richard Arce se suma, como colaborador ad honorem, al equipo de crisis. También lo hace Raúl Molina, ex viceministro de Gobernanza y experto en gestionar conflictos.
Jueves 15. El estado de emergencia no calma las aguas. Siguiendo a Andahuaylas, Arequipa y Cusco, Ayacucho toma el protagonismo e, igual que en aquellas ciudades, la vanguardia radical de las marchas pretende tomar el aeropuerto local. Una patrulla del Ejército, según relato en comunicado del Comando Conjunto de las FFAA, enfrentó a una turba que la atacó con “objetos contundentes, explosivos y armas de fuego artesanales”. El comunicado no da detalles de cómo se produjeron las muertes de 8 ciudadanos (este es el número de muertos de Ayacucho, no sabemos cuántos murieron en el incidente relatado), pero la defensora del pueblo, Eliana Revollar, contó en entrevista en RPP, que en su reunión con autoridades militares, le dijeron que en ese incidente, la patrulla se defendió con disparos al cuerpo. El viernes, Otárola, visitó la Defensoría para dar explicaciones y pedirles comprensión.
Viernes 16: Los sucesos de Ayacucho provocan diversos pedidos de renuncia de Boluarte. Dos ministros –Patricia Correa de Educación y Jair Pérez de Cultura- renuncian al gabinete, haciendo explícito que no avalan el empleo de la fuerza. El Congreso se reúne, se entrampa en un largo debate y no logra los votos para aprobar un adelanto de elecciones a diciembre, con toma de mando en abril del 2024. Ni siquiera la derecha vota unida. Parte de la izquierda condiciona su voto a que se introduzca otra reforma para llamar a un referéndum que pregunte a los electores por la asamblea constituyente. Boluarte no acaba de hacer sus fichajes y se reúne con posibles sustitutos de Angulo. Uno de ellos, que no es Jorge Nieto, me contó que declinó pues sintió que no contribuiría, desde la PCM, a calmar las aguas. Ante el entrampe congresal, ante los pedidos de renuncia de Boluarte y el silencio oficial; nos acostamos con una sensación de anarquía.
Sábado 17: Se anuncia una conferencia de prensa para las 8 a.m. Demora más de una hora en comenzar pero Boluarte, con parte de su gabinete de crisis -Angulo, Otárola, César Cervantes del Interior y Julio Demartini del Midis- dio un mensaje afirmándose en el puesto, relatando lo que había pasado desde que se apartó de Castillo y hablando en quechua. Pregunta y nota para la historia: ¿Es la primera vez que un jefe de la nación discursea en quechua?. Le pregunté a la historiadora Carmen McEvoy si ello es así y me dijo que es posible que otros presidentes como José Rufino Echenique, Miguel de San Román o Manuel Odría, supieran el idioma; pero no hay registro de que lo reivindicaran. En todo caso, es el primer mensaje presidencial en quechua en tiempos de medios de comunicación de masas.
Volvamos al presente. Además de dar pase a los comandantes generales de las FFAA, Manuel Gómez de la Torre, y de la PNP, Raúl Alfaro; Boluarte dijo que iba a recomponer el gabinete. Por supuesto, los periodistas presentes le preguntaron si ello incluía al primer ministro y ella respondió con evasivas. El viernes se había reunido a solas con Jorge Nieto. Mis fuentes me confirman que, en efecto, lo buscó como candidato a la PCM, pero solo conversaron, oyó los puntos de vista de Nieto y quedaron en volver a conversar. En estos días, entre tantos frentes abiertos, Boluarte tendrá que procesar los alcances del cambio de gabinete. Buscar nuevos ministros de Educación y Cultura, fichar premier y decidir si prescinde de Otárola, como se lo han sugerido algunos para aplacar el costo político de las muertes. Mis fuentes del entorno de Boluarte, me cuentan que Otárola hizo buenas migas con ella como su abogado ante su acusación constitucional, y que la decisión de apartarlo es dolorosa.
El viernes temprano un comunicado de Fuerza Popular que exigía apurar el adelanto de elecciones, dio un respaldo explícito a Boluarte. Las declaraciones de los voceros fujimoristas van en el mismo sentido. El sábado, mientras se realizaba la conferencia de prensa, la PNP y su división antisubversiva, la Dircote, allanó locales de Nuevo Perú, de la Confederación Campesina del Perú (CCP) y de otras organizaciones sospechosas de haber albergado personas y logística para acciones violentas. Mis fuentes me cuentan que, apenas terminó su conferencia de prensa, Boluarte se puso en contacto con esos grupos, para explicarles que era un asunto de la fiscalía y la PNP y ella no estaba al tanto de lo que le parecía un exceso. Las circunstancias empujan a la izquierdista ex dirigente de Perú Libre y compañera de plancha de Castillo a recibir el respaldo de la derecha y de las fuerzas armadas; y a la vez del ‘progresismo regional’, según palabras de Ernesto Samper, ex presidente colombiano y vocero del Grupo de Puebla que la ha apoyado con tibieza. La izquierda local se rasga las vestiduras ante ella. Todo se apresura y adelanta para Dina Boluarte, salvo la definición en el Congreso, de la fecha de su partida.