Fernando Vivas

A pocos días de debutar, Dina Boluarte cayó en cuenta de que había escogido mal a su premier. Debió convencer a Alberto Otárola, de saque, en aceptar ese encargo en lugar de Defensa. Pedro Angulo no tenía ni muñeca ni aplomo. El entorno de Boluarte primero estaba extrañado y luego molesto. Se habían fajado para mantenerla en el MIDIS aislada de la mugre castillista; y habían logrado la hazaña de librarla de la acusación constitucional por hacer gestiones impropias para el Club Apurímac.

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