“El personalismo de algunos congresistas impide que el llamado ‘bloque país’ tenga consistencia. Esta solo se la pueden dar las coordinaciones a nivel partidario entre líderes de Fuerza Popular y APP. El Ejecutivo prefiere no asomar ni en los consensos ni en los disensos parlamentarios”.
1.La otra Junta, la parlamentaria
La Comisión Permanente del Congreso contiene -y a veces desflema- lo que el Pleno no puede procesar de una forma concertada. Ahí van los portavoces a pelear para que se privilegie su agenda o su vendetta, sin la imprevisibilidad de la montonera de votantes. No fue sorpresa que aprobaran el informe de la Sub Comisión de Acusaciones Constitucionales (SAC) que recomienda remover a la JNJ entera. Las sorpresas vendrán la próxima semana o más adelante, cuando se vote en definitiva.
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La ‘junta’ o confluencia de posiciones similares entre Fuerza Popular (que es la principal bancada no solo por número sino por disciplinada y direccionada hacia sus objetivos, cuando logra definirlos) con Avanza País y Renovación Popular (RP), no es orgánica. Avanza País está buscando un nuevo equilibrio tras los traumas de Patricia Chirinos y de Rosselli Amuruz. RP sigue siendo un grupo federado que lanza iniciativas sin suficiente coordinación dentro y fuera de sí. La última ha sido un proyecto de reorganización del Ministerio Público, firmado por el almirante Jorge Montoya quien, entre otras medidas, plantea el cese de los fiscales supremos. El fiscal de la nación, Juan Carlos Villena, se sintió obligado a golpear la mesa y zapatear –metafóricamente- en su primer mensaje a la nación. Ahora se sumó un proyecto similar en ese extremo al de Montoya, este de Segundo Montalvo, de Perú Libre.
Paradójicamente, esa confluencia ideológica entre FP, RP y Avanza no funciona como aquella entre FP y Alianza Para el Progreso (APP), a pesar de la vocación de esta última por ser el fiel de la balanza plegándose al centro. El personalismo de algunos congresistas impide que el llamado ‘bloque país’ tenga consistencia. Esta solo se la pueden dar las coordinaciones a nivel partidario entre líderes de FP y APP. El Ejecutivo prefiere no asomar ni en los consensos ni en los disensos parlamentarios: El miércoles le preguntaron a Dina Boluarte, en un breve careo con el enjambre de micrófonos, por su posición sobre el proceso contra la JNJ. Se limitó a decir que llamaba ‘a la reflexión’ y puso los pies en polvorosa. Otárola fue más enfático, el jueves, al criticar los proyectos congresales que buscan reorganizar al Ministerio Público.
2. Oro oscuro del Perú
Uno de los motivos para refrescar el gabinete fue el peso muerto de Petroperú, nuestro barril sin fondo. El gobierno no había sido convincente al prometer cerrarle el caño de los rescates financieros. Aunque Alberto Otárola lo prometía con énfasis, el exministro Álex Contreras se mostraba comprensivo con los pedidos de la empresa. Con José Arista en el MEF y Rómulo Mucho en Energía y Minas, se ha dado unos pasos más allá, provocando la renuncia del directorio presidido por Pedro Chira. En el ‘páramo reformista’ (Eduardo Dargent dixit) se dibuja una suerte de reforma de la petrolera estatal. Pero no se entusiasmen con lo del freno de los rescates pues estos siguen en pie disfrazados de otra forma: el Ejecutivo ha aprobado unas ‘garantías’ para que el Perú se preste hasta $1,300 millones a través del Banco de la Nación y pueda pagar parte de sus deudas. Y seguir endeudado con el país.
Mucho prometió bastante y hasta llegó a invocar los proyectos de Tía María y Conga sin calcular si hay un alineamiento político a favor de ellos. El resto del Ejecutivo no lo siguió. Arista es más cauto en las promesas y pronósticos. “Quisiera tener el 10% de optimismo que tiene Álex”, me dijo el ministro sobre su predecesor en una entrevista. Veremos hasta donde llegamos con su pesimismo o con su realismo.
3. Salud, escuela y seguridad
Una epidemia del dengue en América Latina ha prendido las alarmas de la Organización Mundial de la Salud. El año pasado, minimizar cifras y descuidar la prevención, fue una de las razones que le costó el puesto a la ex ministra Rosa Gutiérrez. Su sucesor, César Vásquez, a pesar de que padece la tendencia a subestimar cifras, está bregando para que no le pase lo mismo. Ha recurrido a pedir la declaratoria de emergencia sanitaria, para que se le facilite el acceso a compras y recursos. La vacuna contra el dengue recién se está difundiendo y Brasil será el primero en usarla. Vásquez ha dicho que, por ahora, no se adquirirá en el mercado sino a través de la OPS (Organización Panamericana de la Salud). Se inició el nuevo año escolar sin las turbulencias que suelen acompañar al sector. El Sutep amenaza con una huelga, en parte para recordar que ellos y no su competencia radical castillista (la que llevó al Congreso a 11 parlamentarios que ahora giran en torno a otras órbitas) son la voz organizada del magisterio.
La inseguridad sigue causando estragos sin que el ministro Víctor Torres Falcón levante cabeza. En sus cortas intervenciones públicas, cuando acaba un Consejo de Ministros o cuando inaugura algo junto a Boluarte responde a la defensiva. En la última ocasión recordó que hay países en la región, como México y Colombia, con mayores índices de criminalidad, lo que es cierto de acuerdo a cifras de los últimos años. Pero la percepción de inseguridad es altísima (una encuesta de CID Gallup nos pone a la cabeza junto a Ecuador) y ello se debe en buena parte a la falta de un liderazgo político contra el crimen.
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