Fernando Vivas

Cuando Sada Goray, el 4 de diciembre, apareció en varios medios posando como extorsionada, se condenó a sí misma. Nadie la tomó en serio como víctima; pero sí, muy en serio, como alguien que admitía haber pagado hasta S/. 4 millones a Salatiel Marrufo para que el Ministerio de Vivienda se alinee con sus intereses. En realidad, Sada intentó poner un parche, pues, de hecho, tenía que saber que Marrufo, preso desde el 11 de octubre, había cantado todo y no tardarían en difundirse sus confesiones.