El lunes 25 de noviembre iba a ser recordado como el día que los colectiveros se apoderaron de la capital y sembraron el caos ante una policía que, por momentos, parecía desbordada. El alcalde de Lima recién dio señales de vida a través de un tímido tuit a las 9 a.m., para reaparecer horas después en una conferencia de prensa en la que anunció el incremento de la flota del Metropolitano.
Hasta que poco después del mediodía, se supo que el pleno del Tribunal Constitucional había anulado la detención preventiva de Keiko Fujimori y debía ser liberada.
¿Cómo cambia el panorama político del país la liberación de la lideresa del principal partido de oposición? En el Perú, hay ejemplos exitosos de resurrecciones basadas en la narrativa del dolor y la victimización, pero el caso de Fujimori es particular por la forma cómo ha dinamitado su capital político en los últimos tres años. Las revelaciones sobre los aportes a su campaña (desde Jorge Barata hasta Dionisio Romero Paoletti) y la labor obstruccionista que llevó a cabo Fuerza Popular en el último Congreso son dos aspectos de cercana recordación que afectarán la reconstrucción de su liderazgo.
No obstante, Fujimori no está liquidada. Y en libertad, el tablero político de cara a las elecciones de enero y las generales del 2021, es otro. Empieza otro partido.