Ocho de cada diez peruanos aún no ha pensado por quién votará en las elecciones generales del 2026, mientras que el 61% de los encuestados tiene claro la ideología política con la que se identifica —es decir, de derecha, de centro o de izquierda—. Sin embargo, el número de los que no simpatizan con ninguna de ellas, por el contrario, se incrementó en 13 puntos porcentuales y se ubica ahora en 34%, según revela la última encuesta de Datum Internacional para El Comercio.
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El estudio urbano-rural, realizado a escala nacional entre el 2 y el 6 de agosto, da cuenta no solo que una amplia mayoría de los peruanos aún no piensa en las elecciones, sino que tampoco le interesa (28%) o le interesa poco (43%) informarse sobre política; en suma, a más del 70% de la población.
Y, a menos de dos años de los comicios, un 63% de encuestados no confía en la transparencia de los organismos electorales —es decir, el JNE, la ONPE y el Reniec— de cara a la elección del próximo presidente del Perú, de acuerdo con el mismo estudio.
—Puntos de vista—
El analista político Pedro Tenorio dijo que llama la atención que, en medio de la actual crisis política, la carencia de líderes, el desprestigio del Gobierno y del Congreso, etc., la situación de desinterés en la ciudadanía persista, cuando la reacción natural debería ser un mayor involucramiento ante esta situación.
“El gran problema es que ese desapego, esa distancia, luego se traduce en un voto de protesta. No un voto a favor de un programa o de un proyecto político, un proyecto de sociedad, sino un voto de castigo, como ya lo hemos experimentado”, dijo Tenorio.
Y agregó que “el peruano está muy molesto, se siente muy distante de los políticos que hoy lo representan; y eso va a tener una consecuencia electoral”. En ese contexto, también apuntó que las próximas elecciones que se avecinan se estiman que serán “muy polarizadas”, de mucha incertidumbre y reactivas en contra del esquema tradicional.
“Vamos a ir a una elección muy popularizada, no de muchas ideas sino de muchas reacciones, de muchos sentimientos en contra de las autoridades actuales, en contra de que quienes hoy encarnan estas alternativas que para la población, se ve en la encuesta, no se construyen como alternativas”, aseveró.
Por su parte, el analista político Jeffrey Radzinsky incidió en que, en una sociedad tan informal y poco interesada en política, con una distancia entre los políticos y la ciudadanía, todavía es lejano para los peruanos el hablar de las próximas elecciones que están a veinte meses.
“Con la cultura política baja que tenemos, el desinterés, la distancia y el repudio que hay sobre los políticos, digamos que es natural que haya esa distancia con un proceso electoral que todavía no está muy cerca y, sobre el cual, todavía no hay claridad respecto de las candidaturas”, afirmó Radzinsky.
Justamente, sobre este último punto, resaltó que como no hay un sistema de partidos sólidos y la gran mayoría son vehículos electorales, sigue primando como criterio el candidato más que la agrupación política, lo que se evidencia en las urnas. Mencionó, por ejemplo, el caso de Kuczynski que llegó en el 2016 con un partido que hoy por hoy ya no existe.
Es por ello, incidió, en que si bien la identificación ideológica es importante, en el marco de la contienda “hay otros elementos que trascienden” y que coadyuvan a otro tipo de identificación con el candidato; su edad, su experiencia profesional, su trayectoria política, etcétera.
“Tiene una importancia la identificación ideológica, pero se va a matizar, se va a ponderar con otros elementos. Es decir, el que se identifica con la derecha puede terminar votando por un candidato que es izquierda, o viceversa, porque prefiere otros elementos que lo llevan a otro voto”, resaltó.
En tanto, Radzinsky también subrayó que es preocupante una cifra tan alta de desconfianza en los organismos electorales y que “hay un trabajo urgente”. “Es prioritario en cualquier democracia tener legitimidad en el sistema electoral y que la ciudadanía, los electores, confíen en las instituciones electorales, y eso se ha debilitado mucho”, indicó.
La fragmentación social por la que atraviesa el Perú y la confrontación vivida durante los últimos procesos electorales ha debilitado el sistema democrático. Solo un tercio de la población confía en las autoridades electorales, tema que la ONPE y el JNE deberían estar abordando. La credibilidad de las autoridades es base fundamental para que las elecciones sean consideradas limpias y justas; es decir, para evitar que estas sean cuestionadas y con ello se respeten los resultados y las autoridades electas gocen de legitimidad.
Pero no solo las autoridades electorales tienen tarea pendiente, los políticos también. La reforma política no ha tenido el impacto esperado. Más allá de los cambios puntuales que se hayan aprobado, el que se haya realizado por partes, que no se haya explicado la importancia e impacto y no se tenga claro cuál es la visión sobre la que se está trabajando hace que la población aumente su desaprobación y crea que han primado los intereses propios por encima del país.
El resultado es que a la mayoría de los peruanos le interesa poco o nada la política. Esto resulta grave si pensamos en las próximas elecciones, pues la consecuencia es que el ciudadano no se informe ni vote con base en propuestas. La desilusión generalizada ha llevado a que la mayoría de los peruanos no vea un beneficio directo en participar en la política y mucho menos en involucrarse en lo que implica una elección. Esto explicaría de alguna manera la fuerza que tiene la figura del candidato en las contiendas electorales en el Perú. Esto genera un círculo vicioso en el que los políticos continúan alejándose de las necesidades reales de la población, reforzando la percepción de que la política no tiene un impacto tangible en la vida de los ciudadanos. Por lo tanto, se tiene una ciudadanía menos crítica, más vulnerable a discursos populistas y susceptible a la desinformación.
Esta última encuesta de Datum-El Comercio confirma que la población aún no piensa en las próximas elecciones y más bien la prioridad es trabajar para recuperar la confianza y el interés en la política. Para romper con esta dinámica, es crucial fomentar una mayor educación cívica y generar espacios de participación activa que motiven a los peruanos a involucrarse más allá del día de las elecciones, impulsando una democracia más robusta y participativa.