Aunque la tarde es soleada, para la doctora Fabiola León-Velarde el futuro de la ciencia peruana es sombrío. ¿La razón? La Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) anunció cambios en el proceso de selección del nuevo presidente del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec), modificando la conformación del comité encargado de la elección. Este ya no contará con la presencia del viceministro de Gestión Pedagógica del Ministerio de Educación ni con los dos de la Comisión Consultiva de Ciencia, Tecnología e Innovación. Ahora, todo estará en manos de dos representantes de la PCM y uno de la Autoridad Nacional del Servicio Civil (Servir). Para la destacada investigadora, queda claro que las autoridades siguen dejando en segundo plano a la ciencia, privilegiando los intereses políticos.
— ¿Qué opina de la reciente situación en la elección del nuevo presidente del Concytec?
Es de mucha preocupación porque, para comenzar, en julio del 2022 ya había culminado la gestión de nuestro gran científico Benjamín Marticorena en ese cargo. Ya debía elegirse a un nuevo presidente y, finalmente, se toma la decisión de hacerlo con una nueva normativa que, pese a sus particularidades, seguía manteniendo la transparencia del proceso.
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— Eso se podía decir hasta antes de que se decidiera cambiar la composición del comité calificador. Ya no está el representante del Minedu...
Ni los dos representantes del consejo consultivo del Concytec, que eran científicos de gran trayectoria o gestores de la ciencia y tecnología.
— Eso aseguraba que la persona elegida fuera la idónea para el cargo.
Claro, garantizaba que conocieran sobre producción científica o la gestión científica vinculada al sistema productivo. Por eso el perfil de los anteriores integrantes del comité. Pero ahora tienen un perfil absolutamente burocrático. Solo quedan los representantes de PCM y de Servir.
— El Comercio conversó con César Camacho, presidente de esta comisión consultiva que participaba en el comité calificador de la PCM. Dijo que, de 29 candidatos, solo llegaron dos a la final. Al no obtener una terna, la PCM decide en lugar de modificar el proceso de selección, reconfigurar al grupo evaluador. ¿Coincide con esa posición?
Quedaron varios afuera porque hubo un puntaje mínimo. Pero también hubo situaciones extrañas como la que sucedió con Juan Martín Rodríguez, actual director ejecutivo de ProCiencia. A él le pidieron que presentase una declaración jurada justo antes de la entrevista personal, cuando toda la documentación física ya había sido entregada con anterioridad según los plazos. Este tipo de situaciones tan absurdas uno no las entiende, sobre todo en casos como el suyo, pues tenía uno de los mayores puntajes.
“¿Cómo es posible que retiren justo a quienes representan a la educación superior y a la ciencia del comité calificador?”.
— Y este no fue un proceso de elección acelerado.
Entiendo que, en la versión antes del último cambio, el proceso ha sido muy cuidadoso, sobre todo por parte de los representantes del consejo consultivo del Concytec, pues para este tipo de selecciones se requieren mucha seriedad y conocimiento. Si el tema fuera solo evaluar, una persona experta de Servir podría hacerlo. Pero en este caso no es así, porque en ciencia y tecnología existen distintos tipos de publicaciones y revistas, cada una con una relevancia distinta y en diferentes áreas y bases de datos. El evaluador no se puede impresionar por ver el currículo de un postulante que tiene publicaciones en 400 revistas, pues al revisar las bases de datos se podría descubrir que son publicaciones menores. Otro puede tener solo 10, pero en revistas más relevantes. Eso no lo saben, ni tienen por qué saberlo, los representantes de la PCM o de Servir. Se ha cometido un error muy grande.
— ¿Le parece raro que se haya eliminado el componente científico de quienes van a elegir a la autoridad del ente rector de la ciencia en nuestro país?
Esta situación hace que uno pueda sospechar que el asiento del Concytec en la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) sigue siendo muy atractivo.
— Además del consejo directivo de la Sunedu, ¿en qué otras instituciones tiene un lugar por cubrir el Concytec?
Cuando fui presidenta del Concytec, estuve en diferentes programas nacionales, como el Programa Nacional de Innovación Andina (PNIA), el Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA), en el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (Sineace), en algún momento en el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), en el consejo directivo del Fondo de Investigación y Desarrollo para la Competitividad (Fidecom). En realidad, el Concytec tiene asientos en muchos programas que tienen importantes recursos que se deben destinar para el desarrollo de la ciencia y la tecnología y el sector productivo.
“En el país hemos llegado a un nivel –del que aún no salimos– en el que los doctorados no valen nada”.
— Cualquiera podría ver que la PCM justifica la reformulación para “alcanzar mayores niveles de eficacia y eficiencia” y pensar que hay un real interés por mejorar el sistema científico del país. Pero, a la luz de los hechos, todo indica que habría intereses subalternos...
En casos como este, lo principal es asegurar que el comité de selección sea capaz de elegir a los mejores. ¿Cómo es posible que retiren justamente a quienes representan a la educación superior y a la ciencia y la tecnología? Eso es un desconocimiento total o abre la posibilidad de pensar de que se trata de una elección dirigida. Eso preocupa mucho, por supuesto.
—Toda la polémica relacionada con la Sunedu y la educación superior explicaría situaciones como la que hoy se presenta con la elección del presidente del Concytec.
Claro. Por eso lo primero que a uno se le viene a la mente es la Sunedu. ¿Por qué? Porque ahí se toman todas las semanas decisiones muy importantes sobre la calidad de las instituciones en educación superior. Tener capacidad de decisión y de voto, como lo tiene el representante del Concytec, es sumamente importante. Y, por lo general, los presidentes de Concytec hemos tenido una tendencia a ser muy exigentes, sobre todo con el tema de investigación. En el país, carecemos de productividad científica. Tenemos mucho que hacer para intentar estar siquiera por encima de los países de América Central. Y ese papel, de insistir en Sunedu para no olvidar la calidad de la investigación, también lo cumplía el representante de investigación, que era uno de los que se elegían de manera pública. Ahora ya no hay, porque fue reemplazado por el representante de los rectores. Entonces, habría cancha libre si se nombra a un titular del Concytec que no esté constantemente luchando por la calidad, la promoción y el apoyo a la investigación.
“[Con la Sunedu se] ha empezado a mover la rueda a favor de una mayor productividad científica”.
— Para muchos, la labor de la Sunedu es solo verificar que las universidades cumplan ciertos requisitos. ¿Qué tanto se benefició la educación superior con la aparición de este organismo?
Pero tampoco es que la exigencia de la Sunedu sea muy alta. Era por condiciones básicas. Por ejemplo, si vas a formar doctores, necesitas grupos de investigación. No puedes ser un doctor de clases teóricas. Sunedu empezó a controlar eso, porque en el país habíamos llegado a una situación, de la que no hemos salido todavía, donde los doctorados no valen nada. Teníamos doctorados sin ningún grupo de investigación detrás. Las investigaciones eran para un nivel de maestría profesionalizante y no para un doctorado. Esa fue una de las condiciones mínimas de calidad que impuso la Sunedu y que hizo a las universidades empezaran a tomar en serio sus doctorados. Eso llevó a que se empezara a investigar más.
— ¿Ahora se investiga más y mejor?
Ahora más universidades están interesadas en tener investigadores en el Registro Nacional de Investigadores en Ciencia y Tecnología (Renacyt) del Concytec, es decir, investigadores calificados. Eso ha empezado a mover la rueda a favor de una mayor productividad científica y de publicaciones en buenas revistas.
— Sin embargo, la manera de tener una mejor calificación en el Renacyt, publicando más, por ejemplo, ha llevado a situaciones como la compra de autoría en artículos científicos internacionales, como se ha denunciado hace poco...
Es lamentable, porque eso no ocurría. ¿Cómo íbamos a pensar que alguien iba a comprar un puesto en un artículo como investigador? Pero ahora encontramos casos de gente con una carrera académica hecha en una especialidad y con autoría en ‘papers’ de especialidades totalmente distintas. En los comités de ética de las universidades se evaluaban los aspectos éticos del proyecto y que el personal esté calificado. Este tipo de situaciones hoy hay que incorporarlas.
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— ¿Quién es el responsable de encontrar solución a este tipo de problemas? ¿Solo la universidad con la que está vinculada el investigador que cometió la falta o hay alguna instancia superior?
Si una universidad guarda valores y principios éticos, debería ser ella misma. Pero la Sunedu también está para eso. Tiene la capacidad de pedir información de sus investigadores, por sus grupos de investigación, por sus redes de colaboración y por su infraestructura para hacer ese tipo de trabajo.
— ¿La Sunedu podría sancionar a las universidades con investigadores que incurran en esas faltas?
Exactamente. Si la Sunedu revisa la base de datos y ve que una universidad no cumple ninguna de las condiciones señaladas. O si nota que tienen 4.000 doctores en cinco años, pero solo el 0,01 de su plana docente son investigadores. O que estaban últimos y que, de pronto, aparecen cerca de los 10 primeros con más producción científica. Todo eso debería llamar a sospecha y evaluar si esa universidad cumple realmente las condiciones.
— Por como están las condiciones actuales, ¿cómo ve usted el futuro inmediato de la ciencia en el Perú?
Con mucha preocupación, porque, por un lado, podemos perder lo poco que ya habíamos ganado. Teniendo en cuenta las potencialidades que tiene el Perú, como país forestal con gran productividad en pesca y acuicultura, con todo el desarrollo agrícola, entre otros, ya se había avanzado algo con los diferentes programas que tuvimos junto a bancos de desarrollo. Eso nos estaba consolidando institucionalmente de a pocos. ¿Qué va a pasar con eso ganado? ¿Con los equipos, con las propuestas, con los investigadores para los que no se han abierto plazas? ¿Qué va a pasar si ya no se destinan recursos? El futuro inmediato va a ser terrible. Los que estamos en este ambiente no podemos más que sentir una gran preocupación y una angustia por lo que está pasando con la ciencia y tecnología en el Perú.
— En pandemia se popularizó la frase “Sin ciencia no hay futuro” y hasta se usó en la campaña política. Pese a la difícil situación, ¿sin ciencia no hay futuro?
Pero por supuesto. ¿Quién nos va a resolver nuestros problemas? ¿Quién va a evitar que sigamos perdiendo oportunidades? Tenemos que cambiar la mirada hacia la ciencia en nuestro país. Se han venido generando programas nacionales sin tener en cuenta el recurso humano ni el financiamiento. Hemos dejado de mirar nuestras particularidades, nuestras necesidades. Nadie va a venir a resolver nuestros problemas. Países en peores condiciones que la nuestra, como Israel o Corea del Sur, apostaron por la inversión en ciencia, tecnología e innovación hace 40 o 50 años (entre el 3,5% y el 4% de su PBI) y mira ahora dónde están. Todo a base de ciencia y tecnología.
— ¿Qué es lo que nos falta?
Arequipa, Piura y La Libertad han avanzado en sus planes regionales puntuales para desarrollo, para dar valor agregado a sus propios recursos naturales. Pero necesitan apoyo. No tenemos decisión política que se traduzca en inversión. Ahora no hay decisión ni inversión.