Es muy crítico y le apena la política peruana, pero no pierde las esperanzas. Así encontramos a José Antonio García Belaunde, el embajador que estuvo al frente de la cancillería los cinco años que duró el segundo gobierno de Alan García. Cree que, lamentablemente, hoy vivimos una desbordada judicialización de la política y que hemos caído en un abismo del cual será muy difícil salir sin un acuerdo nacional. El día que lo entrevistamos, tuvimos a la mano las declaraciones de Jaime Villanueva, el exasesor de la fiscal suspendida Patricia Benavides, en las que se narra un cerco a Alan García. No se sorprendió. Está convencido de que al expresidente le tendieron una trampa.
— Usted fue canciller en un tiempo de gloria. Mire ahora su sector, es una falta de respeto lo que ha ido ocurriendo…
A mí no me gusta hablar de la cancillería peruana, porque yo fui canciller. Sí tengo que decir que es un servicio muy profesional y de mucha exigencia. Es una institución y eso hay que valorarlo.
— Una institución que fue degradada. Mire lo que hizo Castillo, y no me dirá que Dina Boluarte fue brillante cuando eligió a Gervasi.
Bueno… estuvieron ministros que no estaban a la altura de sus responsabilidades. Yo hubiera sentido que la degradaban si hubieran llenado las embajadas de amigos de Chota o si hubiera tratado de cambiar la ley para permitir ingresos fáciles. No podemos juzgar una institución por la cabeza que le impone desde afuera el poder político. La cancillería es algo más, tiene sus propias normas, sus propias reglas. [...] Creo que la ministra Gervasi se esforzó en solventar, con cierto éxito, situaciones nada fáciles como rescatar la presidencia de la Alianza del Pacífico para el Perú.
— ¿Javier González-Olaechea está a la altura?
Tiene muy poco tiempo para poder juzgarlo. Yo tuve la suerte de estar cinco años y pude hacer cosas. El acuerdo con el Ecuador nos tomó 13 meses. La Haya fueron seis años de litigio y nosotros tomamos cuatro. Es muy pronto para juzgar al actual canciller.
— ¿Y también es pronto para juzgar el gobierno de Dina Boluarte?
Me preocupan mucho dos cosas: los niveles de inseguridad al que hemos llegado, porque podemos estar peor y lo sabemos. Hablando de cancillerías y diplomacia, hay una iniciativa, dentro del marco de la Comunidad Andina, para enfrentar estos problemas de seguridad con un programa conjunto y eso es muy importante. De nuestro desempeño económico, me preocupa que no es el que podía ser. Estamos mal en la elección de ministros que no saben gestionar.
— ¿Ya tiene una lectura de Boluarte?
No puedo juzgar a una persona que he visto un par de veces. Mi gran preocupación es la seguridad y por el lado de la economía no está claro qué rumbo seguimos.
— ¿Otárola le da buena espina?
Bueno, yo creo que es un hombre competente y buen operador político.
— Entonces, es de los que piensan que Dina debe seguir con su equipo…
Uno tiene que saber en qué momento irse. Yo fui muy cercano. Javier Pérez de Cuéllar fue mi primer jefe y terminamos siendo amigos. Él usaba una expresión en francés muy bonita: hay que saber salir en belleza. Hay que salir por la puerta grande.
— Usted salió por la puerta grande.
Bueno, pero siempre me preguntaba si era el momento de irme o no. Fue bueno quedarse hasta el final y después nadie me ofreció ser canciller. Si me lo hubieran ofrecido, no hubiera aceptado. Yo tenía una relación no solo de amigos, sino de mucha comunicación con el presidente García. Fue un amigo muy querido y debo decir que, además, fuera del gobierno, nos veíamos en Madrid. Estuvimos viviendo juntos tres años. Era un hombre muy divertido, tenía sentido del humor y, como era un hombre culto, inteligente, había siempre después de qué hablar.
— ¿Cuánto perdió el Perú con su ausencia?
Perdimos un referente. Perdóname, pero yo tengo una lectura muy crítica de todo ese proceso. Creo que fue llevado a… por la fiscalía, por todos, por una corriente instrumental muy fuerte que se generó en el país de condenarlo de todas maneras y no escucharlo. Nadie quiso escucharlo. Nadie. Fue terrible. Yo me quedé helado cuando escuché decir a una periodista de un canal de televisión: “No te metas con Kuczynski que para eso está García”, como si fuera una piñata. La muerte de García es el acto desesperado de un hombre que siente que nadie lo escucha.
— Los apristas piensan que Harvey Colchado y José Domingo Pérez lo llevaron a su muerte.
Fueron instrumentos, pero hubo un cargamontón. Mucha gente gratuitamente lo odiaba.
— En los últimas horas, en mi programa de TV, hemos revelado muchas cosas que ha dicho Jaime Villanueva, el exasesor de Patricia Benavides. Le voy a leer tal cual: “Me acuerdo también que Rafael Vela me comentó que en esa época todos los medios caviares que lo apoyaban, como se trataba de Vizcarra, no lo estaban apoyando, lo habían dejado solo, no, entonces yo le dije, anda, habla con Gustavo Gorriti y él me comentó que fue a hablar con él y literal me dijo: ‘Jaimito, he hablado con Gustavo y le he cobrado lo de Alan García porque yo a él le di toda la información para cercar a García’, para dar contexto recordemos que cuando Alan llegó a una citación de la fiscalía Gorriti sacó un reportaje con los recibos del pago que Odebrecht había hecho por las conferencias de Alan”. ¿Cree usted que cercaron a García?
Totalmente. Las conferencias que daba García afuera las cobraba, las declaraba. ¿Que García se vende por cien mil dólares y Toledo por treinta millones? ¿A la misma firma? Algo no está bien, ¿no? Hay una frase en un momento dado que la dice Gorriti, que si él hubiera sabido cómo iba a terminar él, le hubiera dado una tregua. Es decir, si él me hubiera buscado, yo lo hubiera convencido de que no se suicide. ¿Quién es Gorriti? ¿El Papa?
— ¿Quién es Gorriti?
Un periodista con mucho poder, con mucha influencia en la fiscalía, tanto poder puede tener en la fiscalía que incluso le cobran el vuelto de Alan García. Yo no entiendo esta alianza rarísima de fiscales con periodistas. Yo soy hijo de juez y no reconozco ni este Poder Judicial ni esta fiscalía. Se supone que los jueces hablan con sus sentencias y los fiscales con sus acusaciones, hoy es el mundo al revés.
— ¿Reconoce usted que el verdadero poder político está en la fiscalía?
Pero además no te olvides de que le hicieron una trampa a Alan García y ya comienzan a salir los testimonios. Yo estuve con Alan cuando se embarcó para Lima. Y me dijo que venía a una audiencia de rutina: “He ido a todas, tengo que seguir yendo; yo no soy inculpado, soy testigo, doy mi testimonio y regreso”, eso me dijo. Vino y le cambiaron todo, de la noche a la mañana. Le tendieron una trampa. ¿Cómo puedo yo confiar en un juez o en un fiscal que está actuando con gente que tiene su propia agenda política como Gustavo Gorriti? Estamos cayendo en algo que no puede darse en ninguna sociedad: estamos en el gobierno de los jueces.
— Toledo ha pedido en sus audiencias conocer el acuerdo de Odebrecht. ¿Usted qué piensa?
Pienso exactamente lo mismo. No sé cuál es la razón para ocultar la pieza de todos los procesos. Es un acuerdo de la fiscalía con una compañía que tiene efectos, sobre todo en la vida política del Perú, y nadie sabe nada.
— ¿Qué hacemos con el Poder Judicial?
No sé. El Poder Judicial siempre ha sido la tentación de los gobiernos. De este y de los gobiernos autoritarios. Fujimori barrió a la Corte Suprema, se declaró en reorganización y pasaron a peor. Lo quiso hacer también Pedro Castillo. Yo no sé cómo se puede hacer un Poder Judicial independiente y no politizado. Necesitamos otro equipo de gente, que no se impresione por el poder.
— Me está diciendo que no ve remedio…
No está cerca y si alguien te dice que en dos años todo esto cambia, está mintiendo. Este es un proceso. El Perú es un país que tiene que ser reconstruido, incluso sus instituciones más básicas. En el camino, nos hemos ido volando todas las instituciones y mira dónde estamos. Hay otro tema importante. Yo no soy jurista ni pretendo serlo, pero creo que la investigación debe regresar a la policía.
— ¿Dar todo el poder de la investigación a los fiscales le ha parecido pernicioso?
Está demostrado. Mire, yo he sido víctima de Alberto Fujimori. A mí me echó del servicio diplomático, pero no me digan que el partido Fuerza Popular es una organización criminal.
— ¿No lo cree?
Es que no lo es. Puede tener algunos delincuentes entre sus miembros, pueden no declarar lo que ha recibido; pero organización criminal es la mafia. ¿El señor Kuczynski es el líder de una organización criminal, con su secretaria de 30 años y su chofer de 40 años trabajando con él? No, pues. La sensación que se tiene es que los fiscales son muy incompetentes, que no saben hacer su trabajo y, como están convencidos de que quienes están acusando son culpables, pero no lo pueden demostrar, recurren a la prisión preventiva. Quien no quiso esa humillación fue Alan y optó por quitarse la vida.
—Cuando sus detractores dicen que fue un cobarde, ¿usted qué responde?
Hay que tener mucho valor para quitarse la vida antes de caer en manos de los chacales.
— ¿Qué piensa hoy de Toledo?
Lo imaginaba frívolo y borrachín; pero no ladrón. Lo que también creo es que debería de haber un plazo, uno no puede vivir eternamente bajo una investigación que no llega a nada. ¿Cómo podemos evitar este desborde de judicialización de la política? ¿Cómo pueden volver los jueces y los fiscales a su fuero? No es un momento feliz para el Perú. Debemos generar un espacio para conversar y discutir y nadie lo está haciendo. Igual no pierdo las esperanzas porque este es un gran país y tengo confianza, por lo que he podido observar en ciertos jóvenes que he visto y escuchado.
— ¿Por ejemplo?
Rafael Belaunde Llosa. Este chico me parece interesante.
— ¡Y no está en Acción Popular!
No podría. Acción Popular tiene que botar a toda la basura que tiene dentro del partido y llamar a nuevos liderazgos. Tiene que reinventarse.
“Lo peligroso es el surgimiento de derechas muy radicales”
— Es una tragedia lo que ha pasado con Sebastián Piñera y hoy sabemos que incluso murió salvando a su hermana y a su amigo...
Es una tragedia personal familiar nacional y latinoamericana. Piñera representaba una derecha dialogante, una derecha muy democrática, muy tolerante. Piñera no solo estuvo favoreciendo y propugnando el No en el plebiscito que ofreció Pinochet para quedarse. Su conducta después ha sido muy democrática y sufrió un desafío muy grande cuando ocurrieron las revueltas y sacó las tropas a la calle. Hubo un intento de desestabilización del gobierno, de liquidarlo como presidente y él se mantuvo firme, sin recurrir a ningún exceso. Su salida política frente al cuestionamiento del modelo fue plantear si el pueblo quiere modificar la Constitución.
— La Constitución planteada por la izquierda resultó inviable.
A todas luces inviable y que el pueblo rechazó, pero ese es otro tema. Yo sí creo que Chile pierde un gran líder democrático; y la región, a un gran referente de lo que debe ser un demócrata.
— Siento que Gabriel Boric se ha portado a la altura de las circunstancias…
Se ha portado a la altura, siendo de izquierda y enfrentado siempre a Piñera. Al final de los tiempos, ha primado el respeto al personaje, a la institucionalidad presidencial. Chile es un país con instituciones y la Presidencia de la República es la más importante.
— ¿Cómo observa a América Latina?
¿La pregunta no es, entonces, la de Vargas Llosa, “en qué momento se jodió el Perú”? ¿Qué es lo que ha pasado para que este proceso de desarrollo que habíamos emprendido, de mejora de reducción de la pobreza, de mejores índices sociales, se haya paralizado de pronto? Estamos haciendo algo mal.
— ¿Y cuál es su respuesta?
Ya quisiera tenerla. Pero sí creo que las redes sociales y la extrema ideologización tienen que ver con tanto retroceso. Se ha reemplazado el debate por la descalificación y, cuando eso se instala, no hay ideas. Hay un problema mundial. Creo que el problema hoy no es izquierda o derecha, sino de libertad. ¿Responsabilidad o populismo?
— ¿Cómo lee los fenómenos Milei y Bukele?
Son productos de crisis casi terminales. Una sociedad como la salvadoreña, manejada prácticamente por las maras y, por el lado argentino, una inflación galopante que llevó al hartazgo.
— ¿Hay un resurgimiento de la derecha, de los liberales?
Lo que me preocuparía no es el surgimiento de una derecha democrática como la que representó Piñera. Lo peligroso es el surgimiento de derechas muy radicales, autoritarias y poco demócratas.