Fernando Vivas

En muy pocos días –sábado 5 y jueves 10- tuvimos dos marchas igual de radicales, exigentes y bullangueras, pisando las mismas calles limeñas y chillando ante los mismos poderes nacionales. Bueno, había una diferencia: una era de derecha y la otra era de izquierda. La marcha de derecha pidió que Pedro Castillo se vaya de una buena vez y en eso era muy uniforme; la de izquierda lo era menos pues tenía grupos que respaldaban a Castillo ante ‘el golpismo de derecha’ y a la vez lo fustigaban por su ‘continuismo neoliberal’. Algunos de sus promotores la bautizaron como ‘la toma de Lima’, explotando la polarización Lima versus regiones, tan rentable al gobierno.