Los últimos cinco años se han caracterizado por altas tensiones entre el Congreso y el Ejecutivo, incluyendo vacancias, interpelaciones, cuestiones de confianza y hasta una disolución parlamentaria. A esto hay que añadirle un factor que se ha ido agudizando en el último tramo de este período 2020-2021: la legislación a la fuerza, en que se aprobaron 79 normas sin tomar en cuenta las observaciones del Poder Ejecutivo, y marcando un precedente nunca antes visto en la historia legislativa.
La figura de la insistencia –en que el Congreso rechaza las observaciones técnicas del Gobierno– ha sido utilizada con moderación en el pasado. Su uso se volvió más frecuente a partir del gobierno de Alejandro Toledo, pero la tasa se mantuvo por debajo del 30%, incluso durante el período 2016-2019 con la mayoría fujimorista de 73 miembros (aunque terminó con 52) en la oposición.
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Es en el período extraordinario 2020-2021 en el que se ha abusado de esta figura. Hasta la fecha, de las 124 leyes observadas por el Ejecutivo, el Congreso insistió en 76 de ellas (61%), además de otras 3 del 2018 que desencarpetaron. Solo en la gestión de Francisco Sagasti se realizaron más insistencias que en los últimos 40 años.
Valla muy baja
La politóloga Milagros Campos explica que el Congreso peruano tiene una alta capacidad para superar las observaciones, ya que solo requiere 66 votos para hacerlo. “El Perú tiene la mayoría más baja para aprobar legislación por insistencia si comparamos con los países de la región, donde la mayoría son bicamerales y la insistencia se aprueba por dos tercios”, comenta Campos.
La politóloga Katherine Zegarra explica que este es un período legislativo peculiar, con una corta duración y una crisis económica y sanitaria en curso, lo que incentiva que los congresistas busquen mayor protagonismo.
“Por la prohibición de la reelección, esto hace que los políticos no puedan ver al Legislativo como una institución en la cual generar una carrera política. Aquellos que decidan aún mantenerse en la política tendrían que buscar otro tipo de espacios. Podrían ser las instituciones subnacionales, las municipalidades”, indica Zegarra.
Esto puede explicar el alto número de iniciativas que buscan crear nuevos distritos, a pesar de que sea un exceso de sus competencias.
Bancada clave
Los analistas consultados coinciden en que la presencia y capacidad de una bancada oficialista como nexo del gobierno de turno es un factor importante para disminuir el conflicto entre Ejecutivo y Legislativo. Los últimos años se han caracterizado por un oficialismo muy débil y reducido, en el caso de Kuczynski y de Sagasti, o incluso inexistente durante el último año de Vizcarra.
Entre las leyes presentadas por el Ejecutivo, Kuczynski, Vizcarra y Sagasti tienen el porcentaje más bajo de aprobación en 20 años.
Para el especialista en temas parlamentarios Alejandro Rospigliosi, al insistir con el proyecto original, el Parlamento le está diciendo al Ejecutivo: “Tu observación no me interesa”. Sin una bancada oficialista que resista eso, el trabajo es aún más difícil.
Pero Sagasti no se ha quedado de brazos cruzados. Ante las insistencias, recurrió al Tribunal Constitucional. Presentó siete demandas de inconstitucionalidad: una de ellas era contra un bloque de 14 leyes declarativas.
Mirada congresal
El legislador Luis Valdez (APP) indicó que Francisco Sagasti observó leyes sin razón y que no buscó consensos con las bancadas.
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