El 19 de marzo, los dirigentes de la Conulp (Coordinadora Nacional Unificada de Lucha del Perú), en una asamblea candente, lanzaron fechas al aire para una tercera ‘toma de Lima’. Quedó el 19 de julio del 2023 (luego les cuento por qué). En realidad era la séptima ‘toma’. En esta crónica todo es relativo. En primer lugar, la Conulp ya fue engullida por un Comando Unificado de Lucha (CUL) menos pomposo en sus siglas y más plural. En segundo lugar, el término no nació recién. El sociólogo Omar Coronel lo tiene registrado desde la segunda vuelta del 2021 (ver mi crónica “La toma de Lima, ¿se cumplirá o es simple amenaza?” del 16/01/23).
En tercer lugar, las ‘tomas’ no empezaron contra Boluarte sino que fueron alentadas por Castillo contra su oposición de derecha concentrada en Lima. La primera fue el 10 de noviembre. La segunda, confundida entre fechas y convocantes, fue a fines de noviembre. La tercera se convocó para el mismísimo 7 de diciembre pero se la comió la noticia del fin del mundo según Pedro.
El 19 de enero, tras las muertes en Ayacucho, Juliaca y otras regiones, hubo una primera ‘gran toma de Lima’, que no paralizó ni sitió la capital inasible, pero prolongó una ola movilizadora por el Centro Histórico por varios días. El 28 de febrero, esa misma ola provocó la muerte del ciudadano Víctor Santisteban Yacsavilca, víctima de lo que pareció ser una bomba lacrimógena disparada desde muy cerca. Estaba quieto e inerme, como vimos en las cámaras urbanas. A pesar de que el desgaste mellaba la protesta, se convocaron –los organizadores eran diversos y la confusión grande- ‘tomas’ el 1 y el 8 de marzo. Hay que decir que el término, muy coloquial, era más pegadizo que cualquier reclamo retórico y quedó como marca serial. Incluso, algunos personajes del gobierno, como el ministro de Defensa, Jorge Chávez Cresta, lo pronuncian con tal naturalidad, que no solo lo relativizan, sino que lo trivializan. Alberto Otárola es más reticente para pronunciar ‘toma’, pero suele repetir que, cualquier asonada que se anuncie para el 19, no tendrá éxito. Los convocantes prometen lo contrario, pero tampoco están seguros en su extremo. Nadie lo está.
Rebote limeño
La impredictibilidad y la inseguridad son también marcas limeñas. Por eso, algunos convocantes del 19 no están convencidos del nombre. Por ejemplo, Luis Villanueva, presidente de la CGTP y secretario general de la Federación de Trabajadores de Construcción Civil, es un miembro clave del comando unificado, por el peso de su gremio. Cuando le pregunté por el término me dijo: “Hay quienes pensamos que es excesivo el nombre, pero estuvo en boca de muchos de los delegados que estuvieron el 1 y 2 de julio en Puente Piedra. Hacía muchos años que no había una reunión así de amplia. Hay quienes pedían paro indefinido y cosas más grandes que el evento del 19. La discusión con quienes pedían libertad y reposición de Pedro Castillo, tomó tiempo, pero se zanjó en ‘libertad para los presos políticos’ y así pudimos acordar una plataforma. Lo que vamos a hacer la CGTP y Construcción Civil es movilizarnos, como sabemos hacerlo”. (ver documento). A notar que no se ha llamado a un paro, pues los organizadores son conscientes de que no tienen esa capacidad de convocatoria sobre la población económicamente activa.
También conversé con Freddy Vracko, presidente de la Asociación de Movimientos Regionales, que se comprometió a que varios de sus asociados de todas las regiones, estén presentes en la marcha central. Ellos no claman por la Asamblea Constituyente, como muchos de los convocantes, sino que están recolectando firmas para un referéndum que pregunte a la población si quiere adelanto de elecciones. He ahí, por cierto, uno de los puntos que chocan entre sí: ¿se va Dina antes o después de la ‘dictadura congresal’? ¿adelanto o Constituyente? ¿qué hacer con el difuso castillismo?
¿Qué me dijo Vracko?. “Hay quienes hablan de paros de más de un día y a nivel nacional; pero nosotros buscamos que la gente se movilice al menos un día. En muchas regiones no hay ánimo de movilizarse sino de que Lima lo haga”. A Freddy tampoco le va el nombre. “Va a ser una jornada de protesta en Lima. La ‘toma’ se siente como un asalto. No vamos a asaltar sino a protestar en Lima porque es el único sitio donde rebotan las noticias”. Un solo día de protesta, ese es el deseo y el pronóstico realista de uno de los convocantes. También me comuniqué con la Conulp, que estuvo activa en las coordinaciones regionales durante los últimos meses. Un vocero de prensa me dio el contacté con el dirigente puneño Orlando Sanga Yampasi.
Sanga preside el gremio de rondas urbanas en la provincia de San Román, cuya capital es Jualiaca. Es uno de los tres delegados de Puno en el CUL. No va a estar el 19 en su región sino en Lima. Tiene –según él mismo me cuenta- un expediente abierto por terrorismo, fruto de las protestas de diciembre y enero. Es uno de los encargados de las tareas logísticas, buscando albergues para los que lleguen de su región. No cree ni quiere que todo se limite al 19. “La lucha es a partir del 19 y va a continuar hasta que logremos la renuncia de la hoy genocida Dina Boluarte”. ¿Y quien presida el Congreso la sucedería y convocaría elecciones, esa es la idea?, pregunto. “Sí, esa es la idea, pero con otra mesa directiva. Y, por supuesto, reclamamos la Asamblea Constituyente”. ¿Que la convocaría el próximo gobierno?, sigo la idea. “Así es”.
Le pido a Sanga que me confirme si hubo una fuerte discusión sobre Castillo que se zanjó, en la plataforma aprobada en el CUL, el pedir la ‘libertad de los presos políticos’ como una generalidad. “Eso es lo que dice en la plataforma, pero en la asamblea del 24 y 25 de junio de la Macroregión Sur acordamos pedir la libertad y la reposición de Pedro Castillo. Esa propuesta está vigente y se va a elevar a la asamblea nacional que se realizará en Lima, con los delegados que lleguen para el 19″. ¿Pero eso no se vió en la asamblea del 1 y 2 de julio en Puente Piedra, no?. “Nosotros no quisimos ir a esa reunión porque fue una maniobra divisionista de la CGTP, con la Fenatep y algunos otros gremios”. Sin embargo, el documento que consignamos, aprobado en Puente Piedra, sí recoge la atingencia respecto a Castillo.
El 1 y 2, paralelo al encuentro en Puente Piedra, hubo la asamblea de la Macrorregión Norte en Huaraz. Este fin de semana, hace lo propio la Macrorregión Centro en Cerro de Pasco. Allí se reeditará el debate sobre si priorizar o no la libertad y reposición de Pedro Castillo; u olvidarse de él y optar por el más consensual –entre los protestantes- adelanto de elecciones. No hay partido convocados ni convocantes; los gremios no los quieren, menos a los congresistas. El desprestigio de la política partidaria y del Congreso cunde. ¿Terroristas infiltrados?. Por supuesto que los dirigentes del CUL los niegan y por supuesto que estos, vinculados a ramas de los brazos políticos de SL, pueden tener sus propios planes para el 19.
La respuesta del gobierno será crucial no solo por la eficacia de la prevención y represión de excesos; sino por lo contrario: su prudencia y capacidad de contención para evitar muertes y heridos. Una señal de lo que les digo: El 5 de julio, por RS 032-2023 DE se ha creado la Comisión Multisectorial de Naturaleza Temporal encargada del seguimiento de la implementación del DL 1095 (sobre el uso de la fuerza por las FFAA). O sea, a Defensa y al ministro Jorge Chávez Cresta, le dan la tarea de velar por que los uniformados no se propasen.
Coda histórica
Dije que la fecha del 19 de julio se lanzó al aire porque no hubo ningún cálculo ni proyección de variables. Los dirigentes ni siquiera evaluaron que estaremos en plena campaña de Fiestas Patrias y las marchas van a ser repudiadas por muchos comerciantes en pos de clientes con gratificación. Recuerden que a fines de diciembre pasado, a pesar de que los ánimos de protesta estaban mucho más caldeados que ahora, hubo una tregua precisamente para no perjudicar a los comerciantes en plena campaña navideña.
El cálculo que hubo, si se le puede llamar así, fue referencial y simbólico, poco político. Sucede que el 19 de julio de 1977 hubo un gran paro nacional. Lo recuerdo porque se suspendieron las clases escolares y la ciudad se conmocionó. La TV y los diarios, todos parametrados por la dictadura militar; trataron de minimizar el paro, pero les era imposible no delatar su impacto. Hubo 6 muertos y varios destrozos en la periferia de Lima. La portada de El Comercio estatizado (ver la foto), destacaba el pronunciamiento del ministro del Interior, Luis Cisneros Vizquerra (el padre de Renato, y protagonista de su novela “La distancia que nos separa”), que pedía a la población no hacer caso a la campaña de la ultra izquierda encarnada en la CGTP, Patria Roja y el Partido Comunista, ‘aliada con la ultraderecha’, según sus palabras. La portada del 20 de julio, pone al paro como nota secundaria, pero muestra una foto de la humarola de llantas quemadas en San Juan de Miraflores.
En la historia mítica de la izquierda peruana, ese paro arrancó al dictador Morales Bermúdez la convocatoria a la Asamblea Constituyente como paso previo a las elecciones de 1980. Morales Bermúdez siempre ha negado eso y se reafirma en que él tenía el plan de la vuelta a la democracia desde que hizo el golpe contra Juan Velasco en 1975. Me lo repitió en una conversación que sostuve con él. La izquierda, por cierto, fue en principio reacia a la Constituyente –ironías de la historia- pero luego participó en ella con buena fortuna electoral, quedando tercera tras el APRA y el PPC.
La gran mayoría de los protestantes desconocerán esta historia, más no los dirigentes. Villanueva, de la CGTP, me dijo que su gremio suele hacer eventos en las efemérides de ese paro. Sanga, el rondero urbano de Juliaca, también conoce la historia; pero no le interesa la comparación. Aquella vez Lima solo movilizó a los limeños y cada región hizo lo suyo. Ahora, según el cálculo del dirigente, “esperamos que venga el 5% de cada provincia de Puno, lo que sería entre 13 mil y 15 mil”.
Conversé con Juan José Gorriti, ex secretario general de la CGTP entre 1995 y el 2006, y recordó su participación en 1977: “Tenía 24 años, era uno entre las bases. Ya era delegado en el sindicato telefónico, pero no estuve en el centro de Lima, donde estaba la empresa, sino en San Juan de Miraflores. La directiva fue que activáramos donde vivíamos. Hicimos un piquete y cortamos la Avenida Pachacutec a la altura del cine Susy. Mi recuerdo más nítido es el de un ómnibus vació que, quizá al vernos, se desvió, y se estrelló contra unas casas”. Le pido al veterano sindicalista si puede ensayar una comparación entre ese 19 de julio y el que se viene: “En 1977 la CGTP controlaba cerca del 38% de la PEA y tenía una influencia sobre otro 30%. Ahora no pasará del 10%, por eso no se convoca a paro, porque, ¿cuántos pararían en una población informal que vive del día a día?. Se convoca a ‘jornada de protesta’ que incluye marchas, bloqueos, piquetes”.
Volviendo a Sanga, este no me precisó si su estimación de cuántos vendrían de Puno, la hacía en base a las cifras del INEI y solo de la población adulta. Si así fuera, basado en datos de la ONPE sobre población electoral, a mi me salen 47 mil. Pero no alentemos ni la paranoia limeña ni lo que en la jerga de izquierda se llama ‘fantasía movimientista’. Como me dijo un amigo científico social que analiza la protesta para instituciones privadas, “esta vez será más organizada que las anteriores porque ha habido meses de asambleísmo, pero no se puede esperar mucho porque persisten las divisiones y la falta de claridad sobre los objetivos”. La cantidad de manifestantes e impacto de las marchas y de quienes acaten –por consigna, prudencia o miedo- la paralización es impredecible; pero la gran mayoría de ‘las Limas’, como las llaman en el CUL, no quieren jaleo en plena campaña de Fiestas Patrias. Tampoco lo quieren en muchas regiones, donde flota la idea de que ‘esta vez Lima lo haga y Lima lo sufra’.