No sabemos si Beder Camacho es colaborador eficaz, y no lo debería decir si lo supiera; pero he constatado que muchos de sus ex colegas de Palacio, creen que sí lo es. Es lo primero que me comentaron dos fuentes. En primer lugar, les pareció extraño que a Beder solo lo allanasen y no lo detuviesen como a Biberto Castillo, Auner Vásquez o Eder Vitón, solo para citar a quienes trabajaron a su lado en el despacho presidencial. En segundo lugar, son demasiados los relatos protagonizados por él en la denuncia constitucional, incluyendo una escena que podría quedar muy bonita en plano general cuando se haga una película sobre estos tiempos: Beder de espaldas, a solas, lanzando cuadernos con registros de visitas y celulares de los escoltas del presidente al mar del Callao.
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Que Camacho pueda haber cantado no sorprende per se; sino que lo haya hecho mientras continuaba trabajando en Palacio y se resistía a perder su puesto sino le conseguían otro. Quiso ser viceministro del Interior, pero el entonces ministro Mariano González trabó su anhelo; quiso dirigir el Inabif, el ente que cuida a los niños abandonados, y consiguió que la ministra del sector, Claudia Dávila, se tragara el sapo de nombrarlo asesor del viceministerio de Poblaciones Vulnerables. Dávila ya se dio el gusto de botarlo.
Bruno Pacheco, el ex secretario y amigo, cantó meses después de perder su puesto y tras estar prófugo en condiciones quizá peores que la cárcel. Cualquiera puede entenderlo; pero Camacho, que intrigaba contra los que flaqueaban, que ponía el pecho para defender a su presidente, que no quería abandonar el barco por nada; ¿no solo traidor, sino espía? Increíble. Cuando me cuentan la razonable sospecha, pregunto si no la hacen extensiva a Henry Shimabukuru, el agente de inteligencia del que venimos hablando hace meses. Él también ha sido allanado más no detenido.
Shimabukuru llama a sospecha desde antes de conocerlo. Mis fuentes, afilando su pensamiento conspirativo, le atribuyen contactos con el fujimorismo y con la fiscalía, que podrían dejarlo mejor parado que a otros. Hay varios grados y fuentes de temor y paranoia conspirativa en el castillismo: ante lo que canten los nuevos detenidos, ante una nueva oleada vacadora que alcance los 87 votos, ante una nueva razzia de la fiscalía que involucre hasta a ministros voceros. ¡Esta es la amarga novedad!. Es el ingrediente que no estaba en la crisis del 10 de agosto, cuando fiscales y policías allanaron la residencia presidencial en busca de Yennifer Paredes. Yennifer le dolió mucho a Castillo, pero no a Torres ni a los voceros. No es su cuñada, pues. Para ellos les fue más fácil dar conferencias ante gremios populares, cerrando filas con el presidente. Ahora, ¿no sienten ustedes los nervios en la primera línea de defensa política del gobierno?
No soy lo que dicen
El pasado martes negro del gobierno, cuando amanecimos con los allanamientos a los ‘Niños’, almorzamos con las capturas del ‘Gabinete en la Sombra’ (Biberto Castillo, Auner Vásquez, Salatiel Marrufo, Eder Vitón y un no habido Alejandro Sánchez Sánchez) y anochecimos con la denuncia constitucional anunciada por Patricia Benavides en mensaje a la nación; la primera reacción de los voceros tuvo el toque histriónico de Alejandro Salas mostrando las manos en posición de enmarrocado. Buen efecto dramático, pero ineficaz respuesta política. Los otros voceros no vencían sus propias tribulaciones, ¿por qué?
Félix Chero, el ministro de Justicia, ya estaba de malas desde el 5 de octubre, cuando asumió la responsabilidad de nombrar como procurador al inefable Javier León Mancisidor, que había sido investigado por un presunto fraude en apoyo a un narcotraficante. Cuando el 6 de octubre le negaron el permiso de viaje a Castillo a Roma y Bruselas, se pude argüir que parte de la culpa es achacable al impacto de esa designación. Para remate, el mismo martes negro, Chero se enteró de que el Poder Judicial ordenaba la reposición de Daniel Soria como procurador.
Roberto Sánchez está enfurruñado por muchas razones y la pobre performance de su partido, Juntos Por el Perú, en las elecciones subnacionales, no debe ser la más importante. Haber escogido y respaldado hasta el final a Gonzalo Alegría, fue un error de juicio que no se puede permitir un líder como él, que se hizo del dominio total de un partido formado por otro, Yehude Simon. Pero eso ya es historia; la novedad es que la denuncia constitucional equipara su relación con la bancada de JPP (de la que también es parte en su condición de congresista) a la de Auner Vásquez con los ‘Niños’ de Acción Popular. Aunque el texto fiscal no cita ningún ejemplo de prebendas que podría haber ofrecido a congresistas, deja sospechas corrosivas. Sánchez tuvo que replicar a esto en un enojoso tweet, al que sumó otra réplica indispensable: la revelación de sus muchas llamadas a Bruno Pacheco. En realidad, hay muchos temas del Mincetur, la cartera que dirige, cuya exploración puede generar escozor: las exoneraciones de impuestos al rubro gastronómico, su injerencia en la ampliación de Jorge Chávez, detalles de las políticas de comercio exterior.
El premier Aníbal Torres se ha sumado al coro de los ataques a Patricia Benavides, y ese es el otro frente de acción, llamémosle segunda línea, porque hasta el contrataque al Ministerio Púbico ha sido mucho ruido y pocas nueces. Todos los hábeas corpus, tutelas de derecho, medidas cautelares y contrademandas de los abogados titulares Benji Espinoza y Eduardo Pachas, caen en saco roto. Una excepción, es la victoria de Lilia Paredes, ante el pedido fiscal de impedimento de salida. Este frente legal tiene otra fisura, provocada por la informalidad del presidente de recurrir a varios abogados a la vez. En política, la pluralidad de escuderos es tolerable; en materia legal es impropia. Fue por esa razón que Espinoza, según mis fuentes, renunció por unas horas a la defensa el 10 de agosto. El martes negro tuvo que aclarar vía Twitter que él no era el autor de la acción de amparo puesta por el abogado Ananías Narro. Ya bastante tiene con tolerar la intromisión de Raúl Noblecilla y Ronald Atencio, abogados y correligionarios de Guillermo Bermejo.
Benji está de paso en un frente donde no anotan un solo gol y donde, salvo la victimización y el negacionismo del ‘no soy lo que dicen, no hay pruebas’, no hay una narrativa en busca de coartada. Alan García y otros presidentes decían que promovían la inversión extranjera y la obra pública generadora de empleo cuando se recelaba de su cercanía con empresarios y proyectos controvertidos; Pedro Castillo, ni en los más encendidos discursos de sus voceros, apunta a esa narrativa. La simple victimización del representante del pueblo excluido, le basta hasta ahora. Sin embargo, a diferencia de la crisis del 10 de agosto, a la que siguió una exhibición de gremios convocados y la jactancia de que había un pequeño repunte de aprobación en las encuestas, esta vez ha solo ha habido cierta movilización de las bases partidarias magisteriales, y poco más. Un grupo de estas últimas coincidió con una manifestación aprista, otro actor que entra a la calle.
Hubo, para consuelo oficialista, una reunión con alcaldes y gobernadores electos, donde primó la cordialidad y las ganas de trabajar juntos. Aunque no estuvo presente en esa reunión, hasta Rafael López Aliaga ha morigerado su discurso opositor en lo que al gobierno en abstracto se refiere. Con Castillo, ha preferido no hacer concesiones. Me cuentan que Pedro Spadaro, el ex fujimorista que hoy lidera la política chalaca con su movimiento Contigo Callao, aparentó querer estar en buenas migas con el régimen. No esperen de las autoridades subnacionales que marquen el tono de la oposición ni el de la resistencia oficialista. Ese no es su papel.
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De cualquier lado
Tras cada crisis, el entorno se devasta un poco más y los nervios aumentan. Pero no hay, en el discurso de Castillo y voceros, señal de búsqueda de una salida política anticipada. Aníbal Torres, mantiene archivada la decisión de renuncia que una vez anunció en Twitter, a pesar de que en Palacio saben lo importante que hoy les resultaría un premier que tienda puentes a esquivos aliados y a seguros enemigos. Sin embargo, como me repiten mis fuentes, “nadie como él para poner el pecho”. El asesor Luis Mendieta podría fortalecerse con la detención de aquellos que le hacían sombra y hasta lo obstruían; pero nada garantiza que Castillo le haga caso mientras oye a mucha gente a la vez, incluyendo a Guillermo Bermejo, Róger Najar y los radicales de siempre. Nótese la vuelta de Betssy Chávez, ministra de Cultura y congresista, promoviendo una denuncia constitucional contra la fiscal Benavides. Betssy baila sola con Pedro, se resiste a ser del coro de voceros, a pesar de que su aislamiento ya estaba levantando sospechas.
Los optimistas de Palacio piensan que el operativo contra los ‘Niños’ puede surtir un efecto contrario a la oposición; generando un bloque que repela la intromisión fiscal. Pero lo que se está viendo es a otras bancadas aprovechar la oportunidad para asustar a quienes hayan recibido favores del Ejecutivo y ganarlos a su bando. El Congreso ensaya varias armas a la vez y una es la suspensión temporal del presidente con simple mayoría (lo ha destacado “Hildebrandt en sus 13″), por estar inmerso en investigaciones sobre corrupción. Esa arma se disparó contra Martín Vizcarra el mismo 30 de setiembre del 2019 en que disolvió el Congreso, pero El Peruano ni siquiera publicó la resolución suspensiva del congreso abatido. Ante la ruta farragosa de armas como la denuncia constitucional presentada por la fiscal Patricia Benavides o lo temerario que resultaría suspender a un presidente por mayoría simple; la vacancia sigue reverberando. Nunca ha dejado de hacerlo. Que Susel Paredes, objetora de conciencia del principio vacador, ahora prometa votar por la vacancia, prende otra alarma en Palacio.
No solo el Congreso opositor y el Ministerio Público están contra Castillo; sino todos los poderes y entes autónomos del Estado. Fuentes diversas en algunas de estas instituciones me comentaron que el rechazo del presidente a convocar un Consejo de Estado (CE), ha molestado a varias de sus cabezas. Elvia Barrios, cabeza del PJ, ha pedido a Castillo públicamente que convoque al CE. Por cierto, esta instancia no está regulada, de modo que no hay ni obligación ni plazo para convocarla; pero es una tradición democrática desde el gobierno de Toledo, solo suspendida por Alan García.
Mis fuentes me cuentan que algunas cabezas de entes conversaron la posibilidad de autoconvocarse en el CE, como un gesto; pero desistieron por no considerarlo prudente. Cada ente autónomo tiene una tensión distinta con el presidente, y en el caso del Ministerio Público, está al rojo vivo. Juntarse con Benavides y sin el presidente, sería prender una chispa. Sin embargo, la necesidad de expresar la preocupación e indignación de las altas instituciones del país, podría encontrar, según mis fuentes, una vía legítima y prudente de expresarse a través de la CAN (Comisión de Alto Nivel Anticorrupción). En esta instancia, que sí es oficial, no está el presidente Castillo, aunque sí el premier y el ministro de Justicia. Pero las otras cabezas, del PJ, Congreso, TC, MP, Asamblea de Gobiernos Regionales y Asociación de Municipalidades del Perú, podrían forzar un debate y una exhortación públicas.
De cualquier lado sale un ratón, un soplón o un escándalo que mueva radicalmente el tablero que, en los últimos días, se ha inclinado ligeramente hacia la vacancia u otra forma de salida anticipada. No he encontrado, hablando con fuentes oficialistas, que se prepare con fiirmeza algún contragolpe de impacto, como el despido del equipo especial de Harvey Colchado o la presentación de una cuestión de confianza. Se evalúan eso y peores cosas, pero las tribulaciones de la primera línea de defensa política provocan inhibiciones que dejan campo libre a la oposición.