Fernando Vivas

“Todos los errores eran nuestros, ya era hora de que Castillo meta la pata”, me dice un dirigente del bloque opositor comentando el triunfo de José Williams en la presidencia del Congreso. Mi interlocutor se refiere a que Palacio dejó entrever, a través de sus aliados íntimos, el Bloque Magisterial y Perú Democrático, que su candidato era Luis Aragón de Acción Popular. Ello, de hecho, tuvo impacto a favor de Williams. Bien sea porque desanimó a algunos congresistas que querían posar de centristas votando por Aragón y desistieron de hacerlo para no pecar de apañadores de un ‘Niño encubierto’; o bien sea porque el interés de Castillo animó a su socio inamistoso, Vladimir Cerrón, a tomar otro camino e inducir a su bancada a abstenerse.

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