Óscar Becerra dejó de ser ministro de Educación la tarde del domingo. La presidenta Dina Boluarte tomó juramento a su sucesora en una ceremonia en Palacio de Gobierno, convocada con poco tiempo de anticipación. Este crónica fue publicada un día antes, el sábado.
“¡¿Dónde están los caviares?¡”, le disparó Óscar Becerra, apenas estrenado en el Minedu, a su accidental viceministro de gestión institucional, José Luis Gargurevich. El propio Gargurevich, que ahora puede recordar el incidente con cierto humor, me ha contado lo que sintió: Por un momento pensó decirle a Becerra que él era uno de los que buscaba, pero tampoco quería validar lo que este pronunciaba como insulto e inicio de una campaña de exterminio.
¡Ay CAS!
Gargurevich era realmente un vice accidental porque lo fichó la ministra Patricia Correa, pero su nombramiento recién se produjo el día en que ésta renunció en rechazo a las muertes en las protestas de Ayacucho. Becerra la reemplazó en el gabinete por recomendaciones que se hunden en el misterio. Mis fuentes no me lo han podido aclarar y mis consultas directas a la PCM y al ministro no responden ese dato. En una entrevista, este dijo que conoció a Boluarte el día en que lo entrevistó para ser ministro, pero no relató cómo llegó a Palacio. Lo que sí sé es que en el bolo de los convocados estuvieron Elena Burga y María Madrid, con perfiles opuestos al elegido.
La misma viada que Becerra expresó ante su equipo, no pudo expresarla en público en sus primeros días. Tuvo que responder a las notas periodísticas que recordaban declaraciones intemperantes, misóginas y homofóbicas, de otras épocas y aclarar que no tenía responsabilidades penales por haber estado involucrado en una millonaria compra de laptops que resultó un fiasco durante el gobierno de García. Es más, su continuidad peligró, según sé de buena fuente, y Palacio retuvo por varios días la designación de su nuevo equipo, encabezado, en el área propiamente educativa, por Miriam Ponce, la viceministra de gestión pedagógica. Ponce, por cierto, coordinó el capítulo de educación del plan de gobierno de Keiko Fujimori. Es una respetada funcionaria de carrera en el Minedu, cuyas simpatías evidencian el giro de 180 grados que ha impuesto Becerra al Minedu. Su otra vice, Magnet Carmen Márquez, coincidió con él la gestión de José Antonio Chang, durante el gobierno de García; y mis fuentes me dicen que tiene el mismo talante de Becerra, sino peor. Es algo así como su brazo derecho armado.
Para confirmar el giro, el martes 18, el ministro se reunió con el conservador alcalde metropolitano Rafael López Aliaga, y anunció que el Minedu le transferirá a la MML las competencias de la Dirección Regional de Educación de Lima Metropolitana (Drelm). Ahora bien, esto es perfectamente legal y debió hacerse hace mucho tiempo. Sucede que la condición de Lima Metropolitana como gobierno regional, nunca ha sido asumida del todo, y ello demoró el traslado de competencias que ya se han hecho al resto de regiones. Tenía que hacerse, pero el ‘timing’ y el hecho de que el receptor sea López Aliaga, refuerzan el giro.
El enfoque ‘anticaviar’ en el Minedu es paralelo al de la Sunedu. Pero allí tiene poco que ver Becerra, pues la autonomía de ese ente lo deja fuera. El ministro se ha limitado a saludar lo que allí sucede. Otro objetivo anti caviar, fácil de desmontar, fue el Consejo Nacional de Educación. El CNE no es un ente de educadores ‘progres’, sino más bien plural, pero es cierto que los primeros eran mayoría. Lo valioso del CNE era que se diseñó para que fuese un órgano con cierta independencia y su mandato no coincidiera con el quinquenio de gobierno. Esto fue respetado por varios ministros, aunque no estaba formalizado en una ley orgánica. Por esa carencia legal, a Becerra le ha sido fácil cesar de un plumazo a los 24 miembros, bajar su número a 12 y nombrar a un nuevo lote con clara predominancia conservadora.
En este nuevo CNE hay gente muy respetable como el ex ministro Idel Vexler; la ex presidenta de Confiep y del gremio de institutos técnicos, María Isabel León; y el director del PAD de la Universidad de Piura, Miguel Ferré. Hasta allí, legítimas diferencias de enfoques y de gentes; pero hay gestiones del impetuoso Becerra que sacan roncha dentro y fuera del Minedu, pues se basan en exabruptos o engaños. Para mencionar un solo exabrupto que arqueó cejas en masa recuerden cuando, a propósito de mujeres con niños en las espaldas durante las protestas, dijo que eran “peor que animales”, pues no cuidaban a sus hijos. La presidenta tuvo que retrasar un mensaje a la nación, para darle tiempo a que lanzara un video de mea culpa. Becerra lo hizo a regañadientes. El 30 marzo compareció en el Congreso para ser interpelado por ese exabrupto.
Mira: Así fue la interpelación a Óscar Becerra.
Un ministro me comentó que en el gabinete no dudan de sus conocimientos sobre el sector y en especial sobre tecnologías educativas – a ello se dedicó en la gestión de Chang– pero ha generado muchas asperezas. En un consejo, más de un colega le pidió respetar a los que discreparan con él. Se ganó un jalón de orejas colegiado. Y esto, sin contar que muchos ministros no sabían que algunas de las cifras o informaciones que daba eran engañosas.
Por ejemplo, se la ha pasado repitiendo que en el Minedu hay 8 mil trabajadores y que bastarían 1000 para manejar el ministerio. Gargurevich, que es su némesis tuitero, le respondió con el informe de transferencia de la ministra Correa, que suma alrededor de 3,560. Probablemente Becerra suma al personal administrativo de otras entidades del sector. Hablé con José Carlos Solís, presidente del sindicato CAS del Minedu –confieso mi asombro ante la existencia de sindicatos de trabajadores con contratos precarios- y me envió un documento de elaboración propia que suma 4,531 trabajadores CAS en todo el sistema educativo. No tiene la cifra total de trabajadores pero, sabiendo que los CAS son la gran mayoría, calcula que no hay más de 6 mil, entre el Minedu y las entidades adscritas como el Pronabec, Pronied y Peip Escuelas Bicentenarios (retengan a este ente, que allí hay otra historia).
Solís está seguro de que “se trata de una ‘becerrada’”, como califica a las declaraciones polémicas del ministro y sentencia: “Es hostil con los trabajadores, demandamos su salida”. Por supuesto, la existencia de tanto personal CAS que no goza de sus beneficios sociales y no tiene libertad para hacer una línea de carrera (cada cambio de lugar demandaría un nuevo contrato) es un problema de caos estatal que se arrastra por años y está por encima de los trabajadores y de los ministros; pero Becerra lo verbaliza de tal forma que ellos se quejan de que los hace quedar como unos ‘zánganos caviares’.
En realidad, el discurso de Becerra sobre la ineficiencia del Estado se centra en los últimos doce años, que coinciden con el fin del gobierno de García y el reinicio del dominio ‘caviar’ en el Estado. Siguiendo el hilo de esta narrativa, el Minedu se llenó de funcionarios y consultores que introdujeron la ideología de género y otros enfoques perniciosos en la currícula escolar. La reacción conservadora contra esto empezó con la censura a Jaime Saavedra en manos de la mayoría congresal fujimorista en diciembre del 2016, pero recién han obtenido un ministro funcional a su agenda en diciembre del 2023 con el ingeniero Becerra (tal es su formación de pregrado, luego complementada con posgrados en educación).
Esta afirmación de que recién el conservadurismo tiene un ministro ad hoc tiene un matiz, según lo que me cuenta Solís: “En realidad, el ministro Rosendo Serna, desde su posición ideológica opuesta, cercana a la Fenate, ha sido tan hostil contra nosotros, como Becerra”. Ciertamente, el conservadurismo de los profesores ligados a Castillo, hizo que la Educación no fuese, en la última etapa de su régimen, un campo de batalla con la oposición. Pues ahora resulta que esos opositores han pasado a ser el bloque congresal que sostiene a Dina Boluarte, sin participar en el gobierno. El bloque no pide, visiblemente, nada a cambio, pero hay maneras de que sea retribuido con una cuota encubierta. No sabemos si Becerra fue recomendado por alguien del bloque (no he llegado a determinar eso con mis fuentes), pero es evidente que su selección y su permanencia –tras tanto escándalo- es una retribución a la mayoría congresal ‘anti caviar’ que tiene al Minedu por piedra angular de sus convicciones políticas y de su credo pro vida y pro familia.
¡Con el G2G no!
El problema con Becerra es que su bulla y sus metidas de pata se sienten en otros ministerios. Les cuento dos. El Instituto de Libertad y Acción para el Desarrollo (ILAD), que dirigen Lucas Ghersi y Diego Acuña, organizó un evento para presentar un estudio de Martín del Pomar (ex abogado y ex alcalde de Barranco) sobre el sistema de ‘vouchers’ educativos, que consiste en entregar subsidios a padres de familia para que paguen escuelas privadas. El congresista Alejandro Cavero también estuvo presente como autor de un proyecto de ley al respecto. Becerra era el invitado estelar e intervino para coronar el encuentro contando que ya había hablado del asunto con el ministro de Economía, Álex Contreras, y tenía un acuerdo “tras bambalinas” con él.
Por supuesto, he escrito al Minedu para pedir mayor información sobre todos los temas que trato aquí, pero me responden amablemente que el ministro está en cura de silencio. Sin embargo, una fuente del MEF, me contó que Contreras y su equipo están fastidiados con la mención a las ‘bambalinas’, pues ello haría suponer que hay algún acuerdo bajo la mesa. La versión recogida por mi fuente, es que Contreras apenas tuvo una conversación privada con Becerra donde oyó lo que este le dijo sobre el tema, pero no hay ni acuerdo, ni proyecto, ni estudio al respecto. Es un tema que requiere de una discusión estructural que trasciende al MEF y al Minedu.
En ese mismo evento, fue que Becerra enfiló contra la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), levantando –ahora sí- las cejas de Alberto Otárola. Decir que la CIDH es “un adefesio, con perdón de los adefesios”, hizo bastante ruido en Palacio. El primer ministro anunció públicamente que se reuniría con Becerra (para ‘cuadrarlo’, se sobrentendió), y al día siguiente, en conferencia de prensa, dijo que sostuvo una larga reunión con él y que allí quedó claro que la agenda del gobierno es de respeto a los organismos de Derechos Humanos. Aunque mucho se comenta sobre el giro de Otárola y, por extensión, de Boluarte, hacia un pragmatismo pro inversión de derecha ajeno al ‘multilateralismo caviar’, el premier no ha olvidado su pasado de abogado amigo del sistema interamericano, discípulo de Enrique Bernales. Tuvo que moderar a Becerra y, de paso, explicarle que ‘el adefesio’ está a punto de difundir su informe sobre violaciones a los derechos humanos en el Perú.
Antes de ese foro, Becerra difundió en las redes del Minedu un anuncio que decía: “Destrabamos proyecto Escuelas Bicentenario”. Esto puso furiosos a todos quienes trabajan en ese proyecto, llamado PEIP, pues se está ejecutando a tiempo, gracias a que se trata de un convenio gobierno a gobierno (G2G) con Gran Bretaña. Es, precisamente, el sistema de ejecución de obras que Boluarte y Otárola promueven para la Autoridad Nacional de Infraestructura. En respuesta al falso destrabe de Becerra, el director del PEIP, Eduardo Peláez, difundió en la página web del ente, que todo iba viento en popa desde hace meses, dando a entender que no hubo nada que destrabar. El martes, la viceministra Magnet Márquez, le pidió la renuncia a Peláez. Bien pudo ser una reacción de Becerra ante las publicaciones de desmentido de Peláez; pero, según fuentes del sector, se sumaban a una serie de hostilidades recibidas por Peláez de la temperamental Magnet.
A las pocas horas, Peláez dirigió a Becerra su carta de renuncia, replicando los argumentos de la viceministra sobre un dinero devuelto. Según la explicación de Peláez, el convenio se firmó unos meses después de lo previsto, y el dinero que ya estaba presupuestado para el año, no se ejecutó; sin embargo, una vez firmado el convenio todo ha avanzado correctamente sin nada que destrabar, ni faltas suyas o de su equipo. Al final de la carta, Peláez exige que su renuncia la procese no Becerra, sino, como manda el convenio G2G, un comité compuesto por el Minedu, el MEF y Servir. Según mis fuentes, los funcionarios del MEF y Servir encargados del convenio, ya se reunieron con la viceministra, muy molestos por el impasse provocado por la gente de Becerra. Los británicos –lo sé por fuentes ligadas a su embajada- están molestos con el lío provocado por Becerra, pero no les toca a ellos decidir en el comité. A pesar de estimar a Peláez, dada su renuncia irrevocable, lo más probable es que lo dejen ir y desagravien de algún modo a este ex funcionario del MEF; para que no quedé el antecedente de que Becerra agravió irresponsablemente a un proyecto G2G y a su jefe.
Con tanto exabrupto e intemperancia, Becerra se ha vuelto incómodo en el gabinete. Su discurso de que ‘no se ha hecho nada’ en los últimos años reivindica un pasado aprista que a este gobierno no le interesa reivindicar. Pero a la vez hace sentir a la derecha que por fin está ajustando cuentas a la ‘era caviar’ en el ministerio encargado de formar las convicciones de los peruanos. Ese servicio vale oro para Boluarte y Otárola y, superada su interpelación, ha tejido sospechosas relaciones con la bancada de los profesores (ver mi crónica “Secretos de maestros”del 18/2/23). Si se sigue desbordando y causando estragos en otros ministerios; no tendrán más remedio que cambiarlo y, muy probablemente, poner a un ministro de Educación del mismo perfil pero más educado.