En diciembre pasado, Pedro Castillo llamó a Nicolás Maduro. No fue un impulso chavista alentado por Vladimir Cerrón. Fue un pedido del equipo del ministro de Agricultura, Víctor Mayta. Faltaba mucho para que estalle la guerra ruso ucraniana, pero ya se anunciaba la escasez de la urea –el principal fertilizante- y su aumento de precio. El Perú es un importador neto y Venezuela es un productor nato de fertilizantes.
El Midagri le había dicho a Castillo: “Presidente, tenemos que conseguir fertilizantes a como dé lugar, en Venezuela hay”. Maduro, según mis fuentes del sector, atendió de buena gana el pedido de Castillo y funcionarios del ministerio se pusieron en contacto con ejecutivos de Pequiven (Petroquímicos de Venezuela), la empresa estatal que produce fertilizantes. En un momento, se metió en las negociaciones Beder Camacho, el subsecretario del despacho presidencial, hablando con el embajador de Venezuela, Alexander Yáñez.
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Paralelamente, nuestra embajadora en La Paz, Carina Palacios, hizo gestiones con las empresas productoras de urea en Bolivia. La cancillería apoyó esas medidas; pero sin directivas claras, los tratos no tuvieron resultados. El nuevo ministro, Andrés Alencastre, economista egresado de la Universidad Nacional Agraria, no recibirá ni una tonelada de fertilizante fruto de negociaciones de alto nivel. Ni del compañero Maduro ni del hermano Luis Arce, ni de otro gobierno.
Hablé con él y le pregunté si estaba al tanto de esas negociaciones. Me dijo, “ahora estamos enfocados en la compra de S/. 348 millones [el presupuesto que se le ha dado a Agrorural, a pesar de que se había acordado 950 en un inicio] y eso deberá llegar el 11 de julio. Pero ese es un primer lote para atender la emergencia”. Le insisto que por qué no apelar a las gestiones de gobierno a gobierno, pues las compras las hace el sector privado con eficiencia. “Tenemos que planear un segundo lote estratégicamente, y ahí veremos las gestiones de gobierno a gobierno, que no están perdidas. Esta es una primera experiencia para ver nuestras debilidades de Estado. Por ejemplo, tenemos la meta de empadronar a un millón de familias, ahora tenemos 266 mil”. Aclaremos que este esfuerzo estatal solo dará acceso a fertilizante gratuito a propietarios de menos de 5 hectáreas. Los mayores, que se presumen menos vulnerables, se abastecerán en el mercado.
Miguel Ángel Rodríguez Mackay, conocido analista de temas internacionales, fue por unos días jefe del gabinete de asesores del fugaz ministro Javier Arce. (¿Qué hacía allí Rodríguez Mackay, hombre ajeno a la izquierda y al agro? Sucede que Gustavo Pacheco, parlamentario andino por Renovación Popular, lo invitó de asesor del PA y ahí conoció a Arce, representante de Perú Libre). Una vez fichado de ministro, Arce invitó a Miguel Ángel, precisamente, para que pusiera sus conocimientos de geopolítica al servicio de la búsqueda de urea, según me ha contado el propio ex asesor. Poco pudo hacer, pues el DU 013-2022 del 19 de mayo, redujo la urgencia de fertilizantes a una burocrática convocatoria a postores. Tampoco estaba al tanto, según me dijo, de las gestiones con otros gobiernos. La primera convocatoria quedó desierta el domingo 5 de junio. Pero no nos adelantemos.
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Alencastre me contó un detalle anecdótico de su fichaje. Él estuvo en la órbita de Castillo y de Perú Libre desde la segunda vuelta. Participó en el debate técnico en el bloque de desarrollo, infraestructura y descentralización. Allí desarrolló el enfoque territorial que hoy subraya en sus respuestas, con un discurso que parece más cercano a las ONG que a la academia. Estaba voceado para el Midagri, pero lo ganó la propuesta de Nuevo Perú de fichar a un representante de gremios agrarios. Castillo escogió al cusqueño Víctor Mayta. El también cusqueño Alencastre se limitó a exponer ante él su propuesta de ‘desarrollo agrario participativo’ que, según me explicó con entusiasmo, es más integral que los lineamientos de la 2da reforma agraria, a la que, sin embargo, acepta como política de estado ya aprobada.
Vamos a la anécdota: Lo mismo que expuso Alencastre a Mayta, se lo expuso luego al ministro Óscar Zea y tenía una cita para hacer lo mismo con el ministro Arce el lunes 5 en la mañana. Pero Arce renunció el domingo y la cita obviamente cancelada se convirtió en una invitación de Castillo para suceder a Arce. No fue un serrucho, son gajes del castillismo.
Patea la urgencia
A fines de enero, Castillo estaba a punto de asestar el más duro golpe al Midagri. El 1 de febrero, cuando sacó a toda la izquierda progresista del gabinete, incluyó al ministro Mayta. A este le había faltado autoridad y muñeca para defender sus prioridades y plantarse ante Castillo cada que le pidió que contratase a un recomendado; pero, al menos, era un dirigente campesino que concertó con gremios agrarios y armó el equipo técnico que planteó la ‘segunda reforma agraria’. Lo que vino después, fue un crimen agrario.
El congresista y maestro Óscar Zea era enemigo de la gestión de Mayta y la intentó boicotear con una serie de iniciativas legislativas. Cuando Castillo armó, muy apurado, el Gabinete Valer, dio la cartera de la Mujer a la congresista Katy Ugarte, como improvisada cuota a la bancada magisterial. Cayó Valer a los pocos días y replanteó la cuota magisterial: le dio el Midagri al maestro y congresista Óscar Zea. Este, acompañado de su asesor congresal y luego secretario general Paul Jaimes, ‘refundó’ el ministerio, cambió más de 100 funcionarios salvo a los recomendados inamovibles del presidente, se desvió sin ton ni son de los ejes de la ‘Segunda reforma agraria’ y peleó con los gremios hasta que Castillo lo sacó cuando estaba a punto de ser censurado.
El 30 de mayo juró Javier Arce, parlamentario andino por Perú Posible, otro improvisado fichaje, sin relación con el sector, que no resistió los cuestionamientos a su desconocimiento del agro y a la difusión de sus antecedentes judiciales, que incluían dos meses de prisión. Arce pidió la renuncia de los dos viceministros, Juan Altamirano Quispe y Hugo Obando, y se allanó al decreto de urgencia 013-2022, que pone en manos de Agrorural, un ente ejecutor del vasto Midagri, la adquisición de urea. Los viceministros, según me dijo Alencastre, siguen a su lado.
Como ya habrán oído, la primera convocatoria para comprar urea, se declaró desierta. Ese, muy probablemente, fue el detonante de la salida de Arce. Eduardo Zegarra, exasesor de Mayta y autor de los lineamientos de la segunda reforma agraria, me dice, con razón: “¿Para qué hacer mal lo que el sector privado sabe hacer mejor y lo está haciendo? Lo que debe hacer el Estado no son compras regulares, sino usar la diplomacia política, haciendo gestiones de gobierno a gobierno”.
Caerá del cielo
En efecto, el sector privado se está aprovisionando y ha anunciado la compara de miles de toneladas de urea de Argelia y de Bielorrusia, a través de Indonesia. Alencastre me comentó eso en forma de pregunta: “¿Acaso has visto que los agro exportadores se quejen?”. Ciertamente, la gran agricultura costeña será provista por el mercado, aunque a mayores precios que los años pasados.
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Sin embargo, dada la ya probada ineficiencia de Agrorural en la primera convocatoria, ¿podemos confiar en que, cuando empiece la gran campaña de siembra entre julio y agosto, los campesinos más vulnerables accederán al fertilizante gratuito o tendrán que comprarlo a última hora o prescindir de él a costa de su productividad? El director de Agrorural es Rogelio Huamaní, ex funcionario del gobierno regional de Junín que Castillo impuso a Mayta en diciembre pasado. Perú Libre metió una cuña en el Midagri y veremos si Alencastre tiene la venia o la fuerza para deshacerla. Al menos, cuando le pregunté si en el futuro podía replantearse la encargatura hecha a Agrorural para que la asuman otras instancias del ministerio, me dijo que sí.
Veremos si Huamaní puede llevar a cabo su segundo intento, cumpliendo con el deadline de la campaña agrícola de agosto. Los precios han bajado y con los S/. 348 millones se podrían adquirir hasta 106 mil toneladas de urea. El sábado 4 de junio se creó la Comisión de Alto Nivel para la Atención de la Crisis de la Seguridad Alimentaria y la Agricultura Familiar, presidida por el primer ministro, coordinada por el Midagri y con participación de otros ministerios. Sorprende que no estén ni el MEF ni la cancillería. Es decir, ni más plata ni más diplomacia de las ya acordadas para afrontar la crisis de fertilizantes.
Le comento mi impresión a Alencastre y evade las tribulaciones de la coyuntura para contarme su enfoque territorial integral: “Ver el tema a nivel nacional puede confundirnos, hay varias agriculturas, climas, regiones. Debemos tener un enfoque territorial”. Le digo que el abordaje actual de la crisis de los fertilizantes podría servir luego para afrontar la escasez de otro insumo o quizá de un producto que se importe como el trigo. “Ese sería un problema de seguridad alimentaria. Ahora estamos con un problema de fertilización y tenemos que comprenderlo desde las distintas agriculturas, desde las distintas identidades”. El ministro es partidario de recuperar tradiciones de uso de fertilizantes orgánicos, como el guano de las islas e invoca los conceptos de pluriculturalidad y megadiversidad; pero en el agro no estamos temporada de floro, sino de aprestos antes de la siembra.
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