La Pampa de Ayacucho, a unos 3.200 metros sobre el nivel del mar, fue el escenario en donde se selló la emancipación peruana y americana del imperio español en diciembre de 1924, más de tres años después de la proclamación de la independencia del Perú. En el marco de la celebración del bicentenario de nuestro país, el presidente Pedro Castillo eligió dicho lugar para jurar al cargo a manera de un simbolismo. Pero no fue el único de la jornada del jueves.
Si la expectativa por la llegada de Castillo a la pampa fue grande, que generó la presencia de cientos de simpatizantes, un añadido importante fue la toma de juramento a Guido Bellido como primer ministro. Y es que en los simbolismos también están los detalles, pues se trata de un congresista de Perú Libre, dirigente del partido y una persona muy cercana al secretario general de la organización, Vladimir Cerrón. Es decir, un signo del poder del extremo duro del lápiz en el gobierno, que tiene como aliado principal a Juntos por el Perú.
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Castillo arribó a la pampa junto a su esposa Lilia Paredes hacia las 12:30 p.m. en un helicóptero del Ejército, acompañado además por el presidente chileno Sebastián Piñera. Y del mismo modo por Alberto Fernández y Luis Arce, presidentes de Argentina y Bolivia, así como por el exmandatario de este último país Evo Morales, a manera de respaldo al profesor de izquierda. La vicepresidenta Dina Boluarte y autoridades locales también estuvieron presentes.
Sin embargo, desde tempranas horas, la carretera Ayacucho – San Francisco, que conduce al imponente obelisco ubicado en la zona, lució una larga procesión de vehículos y personas que pugnaban por presenciar la ceremonia, avanzando lentamente entre gran cantidad de comerciantes y transportistas. Pareciera que la organización no previó la llegada de una multitud, pues esta sobrepasó el control policial para ubicarse más cerca del estrado principal.
Ya iniciado el acto, un sector ubicado detrás de dicho estrado incluso reclamó a viva voz que se retiren los toldos que no los dejaban ver y que se ubicaban en la parte posterior del tabladillo donde se encontraban los dignatarios. Morales y Fernández ayudaron a que ello ocurriera retirando las telas.
Luego, Castillo juró desempeñar el cargo de presidente por encargo del pueblo, reiterando, como lo hizo en el Congreso, su planteamiento de una nueva Constitución. “Convoco a todos los hombres y mujeres de la patria para que estemos vigilantes y ver que los alcaldes, gobernadores, ministros y congresistas se pongan a trabajar por el Perú y estamos vigilantes. Y seré el primero en sancionar a la autoridad que le roba un centavo a este pueblo peruano”, manifestó también.
En otro momento, sostuvo que ha llegado el momento “de la gran unidad”. “Ya no hay vencidos ni vencedores”, agregó.
Tal llamado a la unidad no pareció casualidad. Inmediatamente después vino la toma de juramento a Bellido, cuya designación ha generado cuestionamientos y quien tendrá como primer reto lograr que su Gabinete obtenga el voto de confianza del Congreso. El legislador juró “por los más de 30 milllones de hermanos, por la lucha contra la corrupción, por el trabajo para nuestro pueblo peruano”.
Actos artísticos y culturales cerraron el acto simbólico, que duró casi hora y media bajo el cielo y los rayos solares característicos de la sierra. Castillo se animó a bailar un huayno ayacuchano junto a la vicegobernadora regional Gloria Falconí. Y si a su arribo hubo aglomeración, el desorden fue al final cuando el presidente se dirigió al obelisco. En diálogo con este Diario, el alcalde de Huamanga, Yuri Gutiérrez, quien recibió cuestionamientos de ciudadanos por la organización y sonido, atribuyó el hecho al entusiasmo.
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