Fernando Vivas

ha disfrutado por varias semanas el anonimato del poder que acaba. Pero ya está de vuelta en Lima, preparado –con una pila de papeles–  para defender las compras militares realizadas cuando fue ministro de Defensa y para sustentar cada uno de sus viajes. Eso le preocupa más que la vocería ex post de un gobierno con el que se le percibe cierto desapego. Se muerde la lengua, pero no lo suficiente como para no poder respondernos sobre el abortado indulto a Alberto Fujimori, sobre Nadine Heredia y sobre las lecciones de la mera confrontación y de la más difícil armonía. 

—Gracias por el encuentro. Lo estuve persiguiendo cuando era primer ministro. Ha dicho que Kuczynski es nuestro presidente más preparado en años, ¿cómo deja eso a Toledo y Humala, con quienes trabajó?
Dice que me persiguió. Debo aclarar que al ser vocero dije que iba a cambiar de estilo y ser prudente. Me mordí la lengua y me tragué sapos. Más allá de entrar al pleito y al ajuste de cuentas político parlamentario, había que dar estabilidad al país y darle elecciones libres y democráticas. No es hablar mal de ellos [Toledo y Humala] o bajarles de nivel, señalo que sin duda el nivel académico de Kuczynski es superior. Y ambos ex presidentes no tuvieron la experiencia de haber estado en el gobierno.

—Para obtener su investidura Fernando Zavala hizo un diagnóstico descarnado de cómo encontraba la casa, habló de compras ineficientes, déficit. ¿Le pareció duro el balance?
En política me he acostumbrado a recibir golpes. No me sorprende y tampoco quiero decir que ha sido intrascendente. Prefiero remitirme a observadores internacionales como el FMI y centrales de riesgo sin pasión política en sus juicios. El hecho de que el Perú haya estado en el pelotón de los que más han crecido me exime de mayores comentarios. Si la pregunta va a los gastos militares...

—Hablemos de ellos.
Cuando recibí el sector, teníamos el terrorismo en el Vraem, la obligación de ejecutar sentencias de la CIDH y unas Fuerzas Armadas no operativas, sin aviones que funcionaban, con siete helicópteros. Informé al Congreso en sesión reservada y comuniqué a la contraloría sin aspavientos. El resto fue trabajo [...]. Ahora se atendió el desastre en Arequipa porque había con qué hacerlo.

—Está bien que el sector se oriente hacia la defensa civil, aunque se dice que esta va a pasar a la PCM. Y esta devuelve otros entes.
Es un rol clave la defensa civil y era uno de los objetivos de las adquisiciones. Ha ocurrido que se han creado muchos organismos y como no se encontraba dónde ubicarlos pasaban a la PCM. Son organismos adscritos, pero el primer ministro no tiene influencia directa. Hace bien el primer ministro Zavala en evaluar esto, que ya lo ha detectado la OCDE. La Sedena, el CAEM estaban allí.

—El ministro Mariano González dice que ha encontrado un sector sin planificación estratégica.
Yo puedo decir que, como lo prueban los documentos, hay un trabajo sistemático sobre requerimientos. Tirios y troyanos destacan que hemos avanzado y felizmente se pudo ejecutar la sentencia de La Haya. Vuelvo al tema de las compras. El satélite que se ha lanzado al espacio se adquirió mediante el mecanismo gobierno a gobierno. Todo mecanismo puede ser perfectible, pero no lo establecimos nosotros. El anterior gobierno lo usó. Y tomamos providencias. Tengo el informe de contraloría donde no encuentran observaciones.

—Antes de incurrir en gasto, ¿no se debe mejorar en planificar?
Sin duda. Las cosas se suelen decir por partes y malinterpretadas. Se ha sostenido que hemos gastado en exceso US$8 mil millones. Gastamos menos que Ecuador, mucho menos que Colombia, menos que Chile. ¿Queremos una política unilateral de desarme? Eso no es dable.

—Su sucesor Jakke Valakivi no tuvo una buena despedida. Acusó a los periodistas de “Panorama” en lugar de investigar su denuncia.
Tal vez el problema es que se confió mucho el ex ministro de Defensa. Concurrió a la Comisión de Defensa, informó los hechos, anunció que iba a denunciar, de alguna manera se sintió avalado por el Congreso. Y actuó de manera independiente.

—Se hubiera ahorrado la acusación. Y su sucesor, el ministro  González, despidió a la procuradora.
Después es fácil evaluar. Parece que los procuradores de Defensa están, mmmhh no, me muerdo la lengua [ríe en alusión a que González ha tenido que prescindir de otro procurador, Héctor Gutiérrez].

—Cuando fue primer ministro, cambió de perfil. De ministro combativo pasó a ser dialogante y concertador. ¿Costó mucho el ajuste?
Evidentemente. El cambio fue brusco, pero las circunstancias políticas obligaban a ello. No tuve duda. Estuve bien aconsejado por mi amigo Luis Bedoya Reyes. Sus consejos fueron sabios.

—En retrospectiva, ¿no piensa que ese estilo hubiera sido bueno tenerlo antes como ministro?
Lo que pasa es que en política si uno solo recibe golpes no dura cuatro años en el cargo, dura meses. Desde que yo llegué, mis adversarios apristas y fujimoristas querían que fracasara, censurarme y sacarme del cargo.

—Se provocaban mutuamente.
Bueno, eso es también la política: provocación, diálogo político.

—¿Quien está en el poder no está más obligado a ser conciliador?
Sí, pero había una cuestión que a veces no se evalúa. No tenía el gobierno un partido que lo defendiera en el Parlamento. Yo tuve que asumir ese rol, también.

—¿No cree que esa actitud no trajo buenos resultados políticos?
Y tampoco para los que la provocaron. Los que más me provocaron fueron los apristas. Y vemos los resultados electorales del Apra.

—Está admitiendo que los dos perdieron.
Claro, lo estoy admitiendo, pero en ese momento no tenía otras armas. Y yo he sido un tuitero de última hora. Ya cuando vi que me atacaban con el Twitter un amigo me dice tuitea, y lo hice. De otro lado, hay que usar el Twitter con prudencia. De eso soy absolutamente consciente ahora.

—Las consecuencias para el presidente y la primera dama son dramáticas.
Suele suceder en el Perú cuando acaba un gobierno.

—Esto me lleva a preguntar por su tuit sobre el pedido de indulto de Alberto Fujimori. Se dice que ello llevó a abortar lo que sería una maniobra política. ¿Se anima a contarnos?
En política, lo que vale son los resultados. Y al final el presidente Humala no indultó. Yo le expresé en su momento el desacuerdo con el indulto.

—¿El tuit lo escribió con el conocimiento del presidente?
Con el conocimiento posterior.

—Ah, allí hay un detalle. ¿Y ese conocimiento posterior lo contrarió?
Fue posterior por la siguiente razón: el ministro de Justicia [Aldo Vásquez] me informó que había presentado el pedido Fujimori. Yo al comienzo dudé, pero me dijo: “Es un manuscrito”. El presidente estaba de viaje, el viernes no nos vimos y yo le dije al ministro, teniendo en cuenta la brevedad del plazo: “Bueno, mañana daré a conocer este hecho”, y así lo hice.

—¿Conversó con la primera dama?
No.

—¿Sabe si hubo un acercamiento entre alguien ligado a Fujimori y la defensa de la primera dama?
Yo no tuve contacto ni conocimiento. A uno cuando está en el cargo le llega la chismografía política, pero uno hace su evaluación. Lo que vale es que el presidente no indultó.

—¿Qué hizo Nadine Heredia? ¿Usurpación, interferencia, activismo en políticas públicas?
A ver. Creo que el propio [César] Villanueva, el ex primer ministro, acaso sin querer queriendo ha dado una evaluación. El hecho de declarar “estoy contra el sueldo mínimo vital” [lo hizo Heredia, discrepando con Villanueva] es ejercer una opinión, más allá de usurpar. Lo que sí, desde el punto de vista político, era un misil contra el primer ministro. Pero no es usurpación. En todo caso, diría que no fue prudente desde el punto de vista político.

—Un audio de su privacidad se citó para ilustrar el rol invasivo de la primera dama. Aunque no está obligado, ¿se animaría a contar algo del episodio de la luz verde y de con quién estaba hablando?
Hay dos investigaciones en el Ministerio Público y yo ya di mi versión. No se oye la voz de la o las personas con las quienes supuestamente hablaba [...]. No tiene coherencia, no es mi manera de hablar.

—¿A Kuczynski no le queda otra que ser conciliador con Fuerza Popular?
Hay que darle un período de gracia. Me he manifestado públicamente sobre que el Parlamento debe otorgarle las facultades legislativas.

—¿Ha cambiado su percepción de Fuerza Popular?
Respecto del fujimorismo con el montesinismo, no he cambiado mi manera de pensar. ¿Cómo hacemos desaparecer el hecho de que Fujimori sustrajo 15 millones del Ministerio de Defensa para entregárselos a Montesinos? Luego viene el posfujimorismo liderado por la señora Fujimori. No puedo decir que ella es igual a su padre. Pero además ocurre que ella ha sido candidata presidencial con un número importante de gente. Ahí hay también un mandato popular.

—A Vargas Llosa se le puso la etiqueta de garante y se dijo que él abogó para que usted fuese ministro.
A mí me convocó Juan Jiménez cuando estaba en el Minjus, primero, para ser procurador en el caso de Chavín de Huántar. Renuncia el procurador [Francisco Eguiguren] porque dice que los comandos eran responsables penalmente y se crea una crisis. El primer ministro Jiménez colocó mi nombre en una terna y el presidente aceptó. El hecho de ser amigo de Vargas Llosa es beneficioso, pero también se generan leyendas.  Lo concreto es que Vargas Llosa es un escritor comprometido con la realidad. Lo vi en España. Es un ciudadano del mundo.

—¿Con quién fue más difícil hablar: Fuerza Popular o el Apra?
Pensé que el momento de la reunión con el ex presidente García iba a ser el más duro. Fuimos adversarios veintitantos años. Pero llego a su oficina y me recibe en la puerta y me dice: “Las vueltas que da la vida”. Y yo le contesto: “Efectivamente, presidente, las vueltas que da la vida”. Eso contribuyó a bajar el hielo. Y adentro, bueno, conocemos cómo es García. A veces, mediáticamente, se generan ciertas caricaturas de los personajes y estas caricaturas entran a la conciencia popular.

—Una curiosidad morbosa, ¿qué sintió cuando vio el debate en el que le tocó a García, Fernando Olivera?
Sobre eso no voy a responder.

—¿Cuál es el legado del gobierno pasado con miras al bicentenario?
Al nivel de lo que me ha tocado, creo que hemos dejado unas Fuerzas Armadas operativas y equipadas. Creo que haber tenido una cuarta elección consecutiva y democrática fortalece nuestro sistema y es una clara muestra a la comunidad internacional. Creo que hay cosas por hacer, cosas materiales y cosas que alimenten el espíritu. Hemos avanzado en educación, no solo asignando presupuesto.

—¿Qué les desea a Ollanta Humala, a su esposa y a su partido?
Deseo el bien a todos. El ex presidente Humala es una persona con la que he trabajado y hemos tenido momentos muy duros. En la soledad del poder uno se conoce.

—¿Puede contar uno de ellos?
Por ejemplo, se tenían que tomar decisiones en el caso de Chile. Hubo el caso del espionaje. Decisiones que se tienen que tomar a solas, porque temas de Estado y Defensa si se ventilan públicamente, generan el caos.

—El canciller Gonzalo Gutiérrez no quiso trabajar con usted como primer ministro.
La cancillería apoyó siempre a Defensa y me ha apoyado cuando he sido primer ministro. Sobre las discrepancias, en fin, cada uno está en su derecho de tener puntos de vista. Él alguna vez declaró que era admirador del gobierno anterior. Aparentemente, tenía su corazoncito cercano a Alfonso Ugarte.

—¿Colaboraría con este régimen si se lo solicitaran?
No ha ocurrido eso. Estoy dedicándome a mi actividad privada y voy a colaborar con todas las indagaciones. Eso es lo que distingue a un demócrata de un colaborador de una dictadura que huye y que no da cuenta.

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