Abogado colombiano y relator en el sistema interamericano desde el 2020, Nos contesta desde Washington, con pleno conocimiento de casos, modismos y etiquetas que afronta la prensa en el Perú. Le gustaría venir a observar los problemas en el terreno, sobretodo luego de lo que ha pasado en esta semana que califica de ‘histórica’.
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—¿Cuál es su juicio la principal amenaza contra la libertad de expresión contenida en el fallo contra el autor y el editor de “Plata como cancha”?
Estamos en un momento crítico y trascendente para la democracia. Esta es una semana histórica para la libertad de prensa en el Perú. Sobre este caso ya nos hemos pronunciado, luego de analizar la información disponible, y llegamos a la conclusión de que no se están respetando los estándares interamericanos en cuanto a libertad de expresión. Por varias razones. Una primera razón es que en una democracia abierta y participativa el derecho penal debe estar reservado para las conductas penales más graves, para actos criminales. Una segunda razón es que, si bien todas las personas tenemos derecho al honor, las responsabilidades de la prensa respecto al honor son diferenciales. El Estado, el Poder Judicial, sus funcionarios, los candidatos, el presidente de un partido político que ha sido además candidato presidencial [César Acuña], tienen distintos umbrales de protección de sus derechos al honor. Nadie obligó al político a serlo; pero desde el momento en que lo es, acepta un escrutinio mayor de la sociedad.
—Son razones generales que compartimos. Pero hay algo especialmente llamativo en el fallo, que el juez exige que el periodista no haga citas de terceros sin corroborarlas.
Los límites a la libertad de expresión no son semánticos, son contextuales. Si fueran semánticos, tomaríamos un diccionario y veríamos qué sustantivos y adjetivos nos asignan. Son contextuales porque los jueces tienen que observar quien lo está diciendo, en qué marco, qué impacto tiene. Se ha dicho que un análisis como el planteado por el juez podría ser el fin del periodismo. La debida diligencia del periodista parte de su libertad de elegir las fuentes y validarlas con su reporte fiel. Exigir un testigo ocular o presencial en el periodismo es una carga muy alta. En el sistema interamericano se habla de la ‘real malicia’ como el estándar extremo en el que se podría considerar una limitación a la libertad de expresión. Para esto tendría que demostrarse que se publicó información sabiendo que era parcial o que se publicó con total desprecio. Lo que encontramos en este libro es una consulta exhaustiva de documentación y se le ha dado a la persona cuestionada oportunidad de dar su versión.
—Le comento un ejemplo. Acosta cita a un personaje que dijo que Acuña cometió violación, pero luego explica que este personaje era una rival política y lo dijo en un contexto electoral. A pesar de esto, el juez considera a ese pasaje difamante.
Las personas que se han expuesto al escrutinio público, tienen que cumplir dos reglas irrenunciables. Respetar el interés de conocer sus propuestas, sus ideas, su vida. Son personas que aspiran a tener la confianza ciudadana. De otro lado, estas personas tienen instancias para el debate público. Ante cualquier controversia, tienen parlantes gigantes a través de los cuales pueden aclarar y corregir. Eso se llama democracia. En procesos como este, se ve que hay una intención de esquivar el debate público.
—¿Qué hacer en adelante, esperar sentados el fallo de una segunda instancia?
Hay tres dimensiones para el futuro de este tema. La primera es institucional. Es una oportunidad enorme para tomar en cuenta las obligaciones internacionales del estado peruano respecto a la libertad de expresión. En segundo lugar, se activó una iniciativa parlamentaria, no para proteger a la libertad de expresión, sino para hacer aún más temeroso su ejercicio. Por lo tanto, el parlamento está siendo mirado internacionalmente sobre esto. En tercer lugar, hay un proceso judicial y un debate público. Es muy importante que la vocería del gobierno siente posición sobre el derecho a la libertad de expresión. Es una tendencia general en la región, no solo implica al Perú. Se está observando a la institucionalidad del Perú. Hay otra dimensión, positiva. Si algo positivo sale después de esta semana tan dura, es el fracaso práctico del intento de censura. La censura es exitosa solo cuando es tolerada socialmente. Socialmente, el Perú no ha tolerado este intento de censura. Ahora hay mucho más interés en conocer lo que Christopher investigó. Es el efecto Streisand [por una demanda millonaria que Barbra Streisand hizo a un fotógrafo que tomó una foto aérea de su casa, y tuvo una masiva publicidad adversa]. Otro efecto positivo, que es admirable y nos llena de esperanza, es que la comunidad periodística respalda el caso. Tenemos casos de periodistas donde vemos una tremenda soledad.
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—Sé que el Consejo Peruano de la Prensa quiere invitarlo para que observe en el terreno y haga un reporte. Usted aceptaría la invitación, imagino.
Dentro de las funciones de la relatoría están las visitas que se hacen a los países donde se hacen análisis integrales de la situación de la libertad de expresión y se formulan recomendaciones. Lo que más interesa a la relatoría es que el estado esté mejor preparado para responder a sus obligaciones internacionales. Se viene de una campaña electoral muy ruda, donde la libertad de expresión estuvo en el centro.
—Hay otro caso, muy complejo. Paola Ugaz y Pedro Salinas están con sendas investigaciones fiscales forzadas por grupos de interés ligados al Sodalicio que no quieren que ellos publiquen libros que los afectan. Un día antes del fallo contra Acosta, hubo un gran operativo para allanar la casa de Salinas.
Desde el año 2018, antes de que yo recibiera este mandato, la relatoría ha recibido información y le hacemos seguimiento a este caso. La investigación de Salinas y Ugaz es de alto interés público, es una preocupación global donde la prensa ha sido fundamental. Vemos una intensidad en la generación de mecanismos judiciales. En la relatoría se le ha llamado un acoso judicial. Lo que ocurrió el fin de semana en el domicilio de Pedro Salinas escapa a cualquier test de proporcionalidad. Son actuaciones institucionales que deberían estar reservadas para actos lesivos que afecten la integridad de las personas, como terrorismo, crimen organizado. Nos preocupa que esto pueda tener un efecto de autocensura sobre el próximo libro sobre el próximo político.
—Al revés, donde no hay autocensura es en el mundo de las redes y de algunos medios sin rigor donde se difama sin siquiera reportar dichos de terceros. ¿Cómo lograr un equilibrio de regulación donde no hay y despenalización donde hay rigor?
En medio de todo este ruido estamos obligados a abrazar y proteger que haya periodistas que produzcan información de calidad para el debate democrático. Y aquí tenemos dos casos documentados que, en lugar de ser abrazados, son expulsados, reprimidos, señalados como violatorios. Los periodistas dedican su tiempo y su vida a brindarnos información de alto interés público usando las fuentes disponibles.
—Otra preocupación es que tenemos una gran fuente en el país, el presidente de la república, que no está disponible porque no ha dado una sola entrevista o conferencia de prensa desde que asumió el mando.
Siempre hay una expectativa muy grande cuando hay transiciones. Esperemos que ocurran más temprano que tarde planteamientos enfáticos sobre la necesidad de proteger la libertad de expresión y la libertad de prensa por parte del gobierno. Esto debe traducirse en la práctica. Recordemos que los estándares interamericanos hablan del acceso a la información pública, que es un derecho que habilita a otros derechos. La sociedad tiene preguntas y mientras más fuentes se tengan, y la fuente oficial es una de ellas, mejor será. Me han reportado que hay dificultad para el acceso a posicionamientos oficiales y al mismo tiempo se le exige a la prensa que haga una labor de calidad. ¿Cómo hacer periodismo de calidad sino se facilita información?
—Y se zahiere a la prensa con el argumento de que vive de la publicidad estatal que, en realidad, implica un porcentaje relativamente bajo en el ingreso de los medios.
Es lamentablemente común en estos tiempos en la región, que se asignen etiquetas a quien se expresa sobre su interés público. Estas etiquetas terminan invalidando a quien quiere expresarse. No puedo hacer un llamado a que no se piense eso desde la sociedad, pero sí debo hacer un llamado para que el estado se abstenga de poner etiquetas a los medios de comunicación. Estas etiquetas pueden nublar la percepción ciudadana sobre el trabajo de la prensa.
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