Vladimir Cerrón se reunió con parte de la cúpula de Alianza Para el Progreso (APP) para cerrar el acuerdo por el que su hermano Waldemar se sumó a una mesa directiva presidida por el apepista Alejandro Soto y secundado por el fujimorista Hernando Guerra García y por Rosselli Amuruz de Avanza País. Sellado el pacto y relajados los ánimos, un apepista le preguntó por qué se juntaba con ellos y no con el resto de la izquierda. Vladimir respondió que los ‘caviares’ habían hecho más daño a la causa del pueblo que la derecha. Y es así, con odio y rebote ideológico del enemigo de mi enemigo que es mi amigo; que tenemos a Waldemar en la mesa de centro derecha.
Jamás caviar
Una fuente no congresal pero muy política, me conmina: “Esta mesa es fruto de decisiones partidarias, ¡destaca eso!”. Tiene razón en su énfasis. Abundan los diagnósticos sobre partidos débiles y bancadas caóticas e indisciplinadas; pero he aquí que la actual mesa directiva se armó entre dirigentes de partido. El autodenominado ‘Bloque Democrático’ decidió dar el chance a APP para que se resarciera de la presidencia trunca de Lady Camones en el 2022. Fuerza Popular, a pesar de ser la bancada más grande actualmente (24 curules) ha decidido no postular a la cabeza para no enervar a su antivoto; de modo que dejó a APP la mesa servida y la responsabilidad de buscar a sus aliados.
Mira: Vladimir Cerrón y Perú Libre en el hemiciclo.
Avanza País, que tuvo a su cuadro José Williams casi todo el periodo, se dio por bien servida y participó tácitamente del acuerdo. Renovación Popular hace todo por su cuenta, y no fue convocada. Somos Perú fue rápidamente convencido por APP. Con Acción Popular y Podemos prefirieron no tratar pues ese par solo les inspiraba caos y desconfianza (No se equivocaron: José Luna Gálvez, congresista y líder fundador de Podemos, estaba armando una coalición de presión al gobierno con la izquierda y los ‘Niños’).
Fujimoristas y apepistas hicieron este análisis: Cerrón es tan enemigo de la izquierda ‘caviar’ que, en la elección de setiembre del 2022 cuando ganó Williams, prefirió convencer a su bancada de que se abstuviera antes que dar su voto a Luis Aragón, el acciopopulista que contaba con el apoyo del resto de la izquierda. O sea, el ‘Bloque’, de alguna manera, ya les debía el triunfo de Williams. Es posible, también, que en el 2022 pesara, en la abstención perulibrista, el hecho de que Aragón era el candidato preferido de Castillo, quien desconfiaba –o despreciaba- a la que debió ser su bancada de gobierno.
He ahí la sinrazón del castillismo: no soportaba agendas ni alianzas, solo repartía cuotas de mala gana. Al inicio le dio la PCM a PL, en la figura de Guido Bellido, pero conspiró contra él hasta reemplazarlo por Mirtha Vásquez. También se deshizo de su alianza con la izquierda progresista de Verónika Mendoza, y le renovó algunas cuotas a PL. Pero la desconfianza fue tan grande entre el presidente accidental y el líder del partido que lo llevó al triunfo; que los de PL nunca se sintieron gobierno. Es más, tal como me dijo una fuente muy cercana a Vladimir, este siempre percibió a Castillo como un desleal que se dedicó a romper su bancada y a presionar al Ministerio Público para que le pidiera prisión preventiva. Más confianza le tiene al ‘Bloque Democrático’, tanto, que Waldemar se codea con este en la mesa directiva.
¡Buena, vice!
Waldemar estaba radiante el día en que juró de tercero en la mesa. Sonreía como si fuera flamante ministro o, mejor aún, presidente del Congreso, cosa que quiso ser en julio del 2021. En ese momento era más que una pretensión, era una provocación. Vladimir era el cuco de la derecha y hasta del centro; su hermano tuvo que contentarse con ser portavoz de la bancada. Luego, volvió a la carga de la mesa, pero sin suerte. Su destino estaba marcado: la segunda vicepresidencia.
Como me lo hizo notar mi fuente apepista; la decisión fue partidaria, no de la bancada. Cuatro congresistas (Silvana Robles, Jaime Quito, Alfredo Pariona y Álex Flores) renunciaron dejando expresa constancia de su indignación ante el pacto con la derecha. El propio portavoz, Flavio Cruz, no estuvo ni está contento. Me lo dijo de esta conciliadora forma: “No estuve de acuerdo y mantengo mis críticas. Pero tengo que destacar que sí era importante que Perú Libre tuviera un espacio en la mesa directiva. Por primera vez, nos hemos reunido con un vicepresidente del Congreso, o sea, con Waldemar, para expresarle nuestras inquietudes como bancada y esperamos que sea nuestro vocero en la mesa. Ahora queremos reunirnos con el presidente [del Congreso]”.
Mira: El aniversario de Perú Libre.
El partido, alineado con Vladimir, sí está contento. El 14 de agosto los perulibristas (entre ellos se suelen llamar compatriotas y, a veces, camaradas) celebraron su aniversario número 15. La edad de un partido es como la del perro, así que ya son adultos mayores de la política. Suficiente como para poner un toldo en la Plaza Bolívar, con el Congreso de fondo y lanzar consignas al aire. En otro momento, la celebración llegó al hemiciclo, con vítores al líder fundador, Vladimir, y exposición que incluía iconografía suya.
Si Vladimir es el ideólogo en la familia; Waldemar es su lugarteniente popular, el que extiende la mano y sonríe, mientras el otro florea. Respeta el liderazgo de su hermano pero tiene su propia, discreta, identidad. Comparten dogma pero no profesión. Vladimir es médico, Waldemar es profesor y ahora es el segundo vicepresidente que lidiará con decisiones de agenda en el Congreso, los viajes de congresistas (le han dado ese encargo por acuerdo de mesa) y, cuando ni Soto ni ‘Nano’ estén disponibles, conducirá, feliz de la vida, las sesiones del pleno.