Fernando Vivas

Si hay un político que camina al filo de la navaja es él. De un lado el remolino del juicio oral que arrancó el lunes pasado con varios colaboradores eficaces y elementos probatorios que lo acusan de coimero; del otro lado, el mullido y generoso colchón del Tik Tok para amortiguar la caída. Martín Vizcarra encontró la maquinita china perfecta para convertir agravios en márketing electoral.

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