El pasado jueves 6, cuando Pedro Castillo departía y posaba para la foto con el secretario de Estado (canciller) estadounidense Antony Blinken, ¡zas!, el Congreso le negaba el permiso de viaje al Vaticano a reunirse con el papa Francisco y a Bruselas, a reunirse con las autoridades de la Unión Europea. Ese mismo jueves, ¡paf!, se presentó una moción de interpelación contra César Landa, por los ítems polémicos del discurso presidencial en la asamblea de la ONU en Nueva York, el 20 de setiembre.
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De cumbre en cumbre
Castillo ya ha pasado por esto, cuando le negaron viajar a la toma de mando de Gustavo Petro en Colombia el 7 de agosto, pero, junto a la cancillería, confiaba en que la mayoría católica del Congreso no le negara a Francisco conocer a Pedro. Tan confiados estaban en que este viaje se haría que, una fuente del Mincetur me describió, con entusiasmo, el turrón de Doña Pepa con incrustaciones artesanales, que Pedro le iba a regalar al Papa. Ante mi sonrisa, la fuente me espetó que el turrón es un símbolo del mes morado de octubre y está asociado al culto al Señor de los Milagros. No sabemos si igual llegará a Roma sin Pedro, o se le dará curso en nuestro territorio.
El permiso de viaje fue negado por 55 votos en contra (hubo 54 a favor y 6 abstenciones). La impresión de este cronista, tras conversar con fuentes del Ejecutivo y del Congreso, es que la cumbre de la OEA ha sido recibida como una suerte de provocación. He aquí un presidente cuyo ministerio de Relaciones Exteriores lo ayuda a sacar lustre en eventos diplomáticos mientras sigue fichando a funcionarios de espanto. Ese mismo día nos enteramos de que se había designado como procurador general del Estado, a Javier León Mancisidor, que fue investigado por su vínculo con el narco Fernando Zevallos. ¡Quisiste tu cumbre, ahora te malogro el viaje!, fue la emoción congresal sumada a otros factores, como por ejemplo, olvidar el salvataje al ministro Willy Huerta.
¿Era fundamental tener una cumbre en casa? Nunca lo es, pero se acogen. Según mis fuentes, la iniciativa partió de nuestro embajador ante la OEA con sede en Washington, Harold Forsyth. Landa a Washington para presentar, ante el consejo de la OEA, un PPT con imágenes de los atractivos limeños y la infraestructura del Centro de Convenciones. Perú también planteó el tema y lema de la cumbre, ‘juntos contra la desigualdad y la discriminación’, por lo que se presumía que se iban a tocar y redactar resoluciones con enfoque de género y respeto a la comunidad LGTB, que sacan roncha a los conservadores. Probablemente, el voto de estos va a pesar en contra de Landa.
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Los conservadores han hecho marchas contra la asamblea y dirigieron a Landa una carta pidiéndole aclarar si se iba a suscribir documentos que abran la puerta al aborto y al reconocimiento pleno de los trans. He leído los documentos de trabajo (las conclusiones por lo general son iguales, y aún no se publican) y no hay exhortación explícita a ello. Sí se pide empoderar a mujeres y niñas; y se saluda la “importancia de aplicar la perspectiva de género e interseccional a las políticas y programas públicos de modo que sean sensibles a las diferencias y requerimientos”, de una larga lista de grupos entre los cuáles está la LGTB. Lo interseccional, por cierto, es la mezcla de dos variables, por ejemplo, raza y educación, no implica necesariamente a la orientación sexual. Una fuente que ha estado en la cumbre me explicó que nunca hay acuerdo sobre esos temas, y por eso en las llamadas ‘resoluciones ómnibus’ se lista a poblaciones en situación de vulnerabilidad para, al menos, visibilizarlas. Por cierto el Perú es miembro del CORE Group LGBT de la OEA, un grupo de países que sí vela para que esta población sea visibilizada y no discriminada.
Hablé con otra fuente cercana a la organización de la cumbre y me mostró un video de Volodimir Zelensky, el presidente de Ucrania, dirigiéndose a la asamblea, invocando el respaldo de las delegaciones americanas en su causa contra Rusia. Habla de Bolívar, San Martín y Miguel Hidalgo y se despide con un ‘viva América’ en español. Otra fuente diplomática me contó que Blinken, la canciller canadiense Mélanie Joly y la de Chile, Antonia Urrejola, promovieron un desayuno, con Landa y Forsyth, para buscar salidas a la crisis en Nicaragua más eficaces que la declaración que se ha incluido en las conclusiones de la asamblea. Curiosa mezcla de multilateralismo que abraza causas antipáticas a EE. UU. (como vivar por Palestina y mantener relaciones con Venezuela), pero se pliega a la condena a Nicaragua, desmarcando con el bloque chavista. La izquierda diplomática chilena está en similar ruta.
La ONU fue primero
Le pregunté a fuentes de la cancillería por qué, en su discurso en la asamblea de la ONU en Nueva York el 20 de setiembre, Pedro Castillo invocó a las Malvinas, un conflicto tan envejecido. Allí, en 1982, se perpetró una guerra provocada por el tirano Leopoldo Gualtieri para legitimarse a expensas del sentimiento nacionalista. Le costó la vida a muchos jóvenes argentinos. Ya bastante hizo Fernando Belaúnde con enviar armas en nombre del Perú, como lo ha recordado su hijo Rafael, en un reciente artículo desmitificador; como para volver a levantar esa bandera.
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La respuesta de mis fuentes es laberíntica, pero es clave para entender al gobierno y al mundo según lo ve Pedro Castillo. El 8 de setiembre del año pasado, siendo canciller Óscar Maúrtua, el Perú decidió establecer vínculos diplomáticos con la RASD (República Árabe Saharaui Democrática). El segundo gobierno de Belaunde había reconocido a esa nación en su segundo gobierno y Fujimori había suspendido el vínculo en 1996. No era para nada sorprendente que el entorno izquierdista de Castillo y el del propio Torre Tagle se inclinaran hacia la RASD, como expresión del multilateralismo que es algo así como mantener buenas relaciones con EE.UU pero abrir la paleta a otras influencias hacia la izquierda.
Marruecos, el único antagonista de la RASD, es buen amigo de muchos peruanos que reprobaron ese gesto hacia un conflicto tan focalizado y distante; pero la resistencia se diluyó a los pocos días. El 18 de agosto, siendo canciller Miguel Ángel Rodríguez Mackay, que viene de canteras más hacia la derecha (era asesor de Gustavo Pacheco, parlamentario andino por Renovación Popular); la cancillería lanzó una nota comunicando que tras una conversación de Rodríguez con su homólogo marroquí Nasser Bourita, Perú retiraba el reconocimiento a la RASD.
Lo insólito no fue la decisión en sí, sino que Rodríguez lo hiciera sin consensuarla con el presidente y con el consejo de ministros. Igual pasó con sus declaraciones en contra de adherir al acuerdo de Escazú y a favor de hacerlo con la Convención del Mar (Convemar). Todas ellas posiciones respetables, pero al lanzarlas como las lanzó, mató sus causas. Por lo menos, dos ministros me han comentado su estupor ante su ex colega. Lo que más molestó a Castillo y a los ministros más cercanos a él, pues contravenía una decisión de este gobierno, fue lo de la RASD y, he aquí el quid de lo que pasó en Nueva York: cancillería acordó con el presidente que el discurso en la ONU era la mejor ocasión para dejar establecido que no se había roto el vínculo con los saharauis.
¿Pero para qué meter a las Malvinas?, interrumpo la explicación, y me responden que mencionar solo a la RASD era muy forzado, entonces lo hicieron en un paquete de temas similares. Las Malvinas es un caso célebre de descolonización fallida, como el saharaui, y Palestina es el caso estelar de las naciones en busca de reconocimiento. El Perú reconoce a Palestina como estado desde el 2011, pero no mantiene vínculos diplomáticos efectivos, que es lo que planteó el discurso.
En conclusión preliminar, de no ser por el impromptu pro marroquí de Rodríguez Mackay, no se hubiera hablado de las Malvinas. Probablemente, Palestina y la guerra ruso ucraniana, sí iban a estar de todos modos presentes; pero al menos nos hubiéramos ahorrado el escozor británico. Por cierto, otra fuente diplomática me contó que Brandon Lewis, el canciller de Gran Bretaña buscó a Landa durante la asamblea en Nueva York y le mencionó, entro otros, el tema de Las Malvinas. Landa relativizó la mención y reafirmó los temas bilaterales que gozan de buena salud, como los proyectos hechos bajo el sistema de gobierno a gobierno.
Con Israel, según mis fuentes, las relaciones son firmes y la cancillería se cuidará de que no se afecten por el eventual envío de un embajador a los desperdigados territorios palestinos. Aún no han decidido si este sería de carrera o un peruano de ascendiente palestino que se acerque lo más posible a la zona de difícil acceso. Algunos embajadores destacados en Palestina, en realidad residen en Jerusalén o Tel Aviv.
Ni Landa ni el propio Congreso tienen el cálculo aproximado de si se admitirá la interpelación y de si esta se convertirá en censura. Lo que dijo Castillo sobre las Malvinas coincide con una declaración pidiendo a Gran Bretaña que negocie con Argentina, que se acaba de aprobar en la cumbre de Lima y que es similar a las que se han aprobado, sobre ese mismo tema, en las cumbres precedenres. Las idas y venidas por la RASD serán más difíciles de explicar para el canciller, como lo será para algunos congresistas explicar porqué se coloca a la política exterior en posición de censura antes que a otros sectores en trance.