La congresista Adriana Tudela (de Avanza País) hace una autocrítica de la labor parlamentaria, pero al mismo tiempo no cree que sea momento de emprender cambios en la composición de la mesa directiva del Congreso. Ella considera que la vacancia a Pedro Castillo es la salida lógica a la crisis, pero al mismo tiempo admite que conseguir los votos es un asunto complicado.
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—”Si tiene que haber elecciones generales, habrá elecciones generales”, ha dicho Maricarmen Alva pocos días atrás. ¿Cómo han tomado estas declaraciones los congresistas de la oposición?
Yo no he conversado de ese tema personalmente con ella. Yo apoyaría unas elecciones generales si, llegado a cierto punto, veo que es la única salida a la crisis. Pero considero que no es una salida que nos lleve a solucionar problemas de fondo. Porque si tenemos elecciones generales mañana, probablemente repartimos las mismas fichas que teníamos el año pasado. Las elecciones generales por sí solas no van a solucionar ningún problema y por eso es que creo que no deberíamos promoverla como primera alternativa. Es una reforma constitucional respondiendo a la coyuntura y no con una mirada a largo plazo. Inclusive si llegáramos a vacar a Pedro Castillo, o si renunciara, allí no se acabarían todos nuestros problemas. Tenemos una crisis institucional muy profunda que tenemos que solucionar, y volver a tener elecciones.
—¿Cuál es el clima actual dentro del Congreso? Como ha dicho el defensor del Pueblo, Walter Gutiérrez, el presidente debe darse cuenta de que él es parte de la crisis, y renunciar. Pero el Parlamento también es parte de la crisis.
Por lo que yo he podido conversar con algunos colegas, no con todos, sí hay cierta conciencia de que la crisis que estamos viviendo es muy profunda, que parece haber un entrampamiento y que las posibilidades de no llegar al 2026 son reales.
—Usted ha escrito en Twitter: “Castillo debe irse y el Congreso avergonzarse por tolerar el flagrante abuso de poder”. ¿Avergonzarse es todo lo que les toca hacer?
Yo ya he hecho esta autocrítica un montón de veces. El Congreso no ha logrado cumplir el rol fiscalizador que debió haber cumplido con la firmeza que debió tener, y no se ha convertido en el verdadero contrapeso que deberíamos ser frente a este desgobierno. Es por eso que yo dije que el Congreso debería avergonzarse.
—Si no me equivoco, lo escribió en el contexto de la visita de Castillo al Congreso, aquel extrañísimo día de la orden de inamovilidad. ¿Qué pasó en esa reunión?
Fue una tomadura de pelo por parte de Pedro Castillo y ha quedado clarísimo, luego de esa reunión, que no hay buena fe por parte suya, no hay buena intención, no hay disposición para el diálogo. Cada vez que las crisis llevan a esos puntos álgidos, utiliza esos espacios de diálogo para tomar un poco más de aire. Pero no hay realmente una disposición por parte suya de dialogar. Y lo que sucedió ese día en el Congreso es prueba fehaciente. Nosotros como bancada decidimos no asistir a esa reunión, justamente porque no había garantías democráticas en ese momento. O sea, teníamos a un presidente que había dictado un decreto supremo encerrando a 10 millones de personas contra lo que manda la Constitución, atentando contra los derechos fundamentales de las personas. Y en esas condiciones nosotros no podíamos aceptar un diálogo que sabíamos que no iba a llegar a nada.
—¿Qué ha sucedido para que el Congreso no esté cumpliendo ese rol fiscalizador que menciona? Hay algo que los ciudadanos no vemos.
Hay un poco de miedo a cumplir el rol fiscalizador y hacer un verdadero contrapeso del Ejecutivo, básicamente por los antecedentes que hemos tenido, en particular el antecedente Vizcarra y el cierre del Congreso. Creo yo que hay un miedo a fiscalizar, a censurar, a que se nos plantee una cuestión de confianza y esté amenazada la continuidad del Congreso. Creo yo que esta narrativa de las balas de plata finalmente ha terminado siendo un impedimento, un disuasivo para que el Congreso cumpla el verdadero rol que debería estar cumpliendo. Lamentablemente, por la irresponsabilidad de políticos, en los años recientes la capacidad fiscalizadora ha quedado neutralizada.
—O la aplica sin mucha pericia. La primera moción de vacancia presentada por Patricia Chirinos, que es de su propia bancada y a quien usted apoyó con su firma, ¿valió la pena? ¿No fue atolondrada?
Yo creo que sí valió la pena, porque la incapacidad de Pedro Castillo fue evidente desde muy temprano, cuando nombró ese primer Gabinete con personas con vínculos cercanos a Movadef, con personas muy cuestionadas. Desde ese momento, por lo menos para mí, la incapacidad moral fue bastante clara y luego se ha ido manifestando a lo largo de estos ocho meses, en distintos actos, en distintas decisiones que él ha venido tomando. Si bien en esa oportunidad no llegamos a los votos, yo no creo que haya sido en vano ni que no haya valido la pena. Era importante promover esa moción, porque desde ese momento la sostenibilidad del gobierno de Pedro Castillo no era posible. Y ahora hemos llegado a un punto tal vez más álgido de la crisis, pero no ha cambiado mucho.
—A propósito de Avanza País, ¿cómo tomaron ustedes las declaraciones de Hernando de Soto, que en los inicios del gobierno ofrecía su ayuda al presidente mientras la bancada quería vacarlo?
Sí, lo conversamos con Hernando. No hubo una discusión, creo que él mantenía cierta esperanza en que sí era posible lograr un cambio. Y yo tal vez era un poco más escéptica, pero simplemente había esa diferencia de opinión y nada más.
—¿Sigue igual de escéptica?
Ya no hablo de escepticismo, sino de convicción. Creo que ha quedado clarísimo que no hay mayor intención de parte de Pedro Castillo de cambiar de rumbo. Y, además, creo que no hay buena fe por parte de él, no hay realmente una disposición de diálogo. No creo que esté en los planes de Pedro Castillo trabajar por el país. Me da la impresión de que su objetivo en este momento es copar las instituciones, destruirlas y no trabajar por solucionar los problemas que están viviendo los peruanos.
—El cardenal Pedro Barreto ha hablado, ha anunciado casi, de cambios serios en el Gabinete, de un giro brusco en el rumbo. ¿Eso podría regresarla de la convicción al escepticismo?
Yo creo que ya se cruzó la línea de lo tolerable. Ya hemos tenido cuatro gabinetes. Los relevos no significan finalmente un cambio de rumbo ni una mejora respecto a los anteriores.
—Pero hay escenarios concretos: no parece que el presidente vaya a renunciar, no parece que el Congreso sea capaz de vacarlo. ¿Cuál es una salida realista?
Yo me mantengo en que la vacancia es el camino constitucional para salir de la crisis. Soy plenamente consciente del desafío que significa llegar a los votos, convencer a las bancadas que están indecisas en este momento. No creo que sea imposible llegar a esos votos, pero sí es un desafío bastante grande. Pero, por otro lado, Pedro Castillo parece no tener la menor intención de renunciar. Es posible también que finalmente la presión ciudadana termine forzando su renuncia, ¿no? Es un mecanismo de presión que podría finalmente ayudar a conseguir los votos para la vacancia.
—¿Todavía este Congreso puede lograrlo? No solo es un poder del Estado con baja popularidad, sino con muy poca experiencia en su gran mayoría.
Ha sido una mezcla de falta de experiencia en algunos casos y temor a ejercer el control político. Le hemos fallado en cierta medida a la ciudadanía, y a eso responde la poca aprobación que tiene el Congreso, que de por sí ya es una institución poco popular por la propia naturaleza que tiene. Se han cometido errores, hemos sido un poco temerosos a la hora de fiscalizar, no hemos sido un real contrapeso. Tenemos que plantear un cambio de estrategia definitivamente.
—¿Cambio de estrategia o cambio de rostros? Parece evidente que ya está desgastada la Mesa Directiva del Congreso.
No estamos en un punto en el cual debemos pensar en un cambio en la Mesa Directiva. No debemos perder de vista el objetivo que es lograr la salida de Pedro Castillo, resolver esta crisis política, y creo que eso va más bien por un cambio en las estrategias y en cómo hemos venido manejando el Congreso.
—La política son gestos, y el Congreso no parece tener claras las reacciones que genera su actual situación.
Creo que lo que se está esperando es que realmente cumplamos con nuestro rol fiscalizador, que censuremos a los ministros que tenemos que censurar. Quedarnos en la discusión de si cambiamos la Mesa Directiva o no podría terminar distrayéndonos del verdadero objetivo.
—Usted se autodefine de derecha. Le pregunto: ¿quién es ahora una figura de derecha opositora que tenga como referente de liderazgo?
[Silencio largo]. Yo creo que en este momento no hay un claro líder de la derecha
“Es importante dar ciertas batallas”
—Un reciente proyecto de ley que usted ha presentado propone la renovación parcial del Congreso cada dos años y medio. En la práctica, ¿eso qué cambiaría?
He encontrado respuestas bastante positivas en el Congreso respecto a esa propuesta, que lo que plantea es básicamente acortar el período parlamentario, renovar el Congreso cada dos años y medio, permitiendo la reelección, pero dándole al ciudadano herramientas para evaluar el trabajo que realizan sus representantes. También busca ser una solución a las constantes crisis que hay entre Ejecutivo y Legislativo, porque si tú le das a la ciudadanía la posibilidad de recomponer al Congreso cada dos años y medio, deja sin piso a los argumentos autoritarios de “tengo que cerrar el Congreso porque no me dejan gobernar”. Haber prohibido la reelección no fue la mejor forma de solucionar un problema y ya estamos viendo los efectos.
—Pero eso podría también llevar a que los congresistas conviertan su gestión en un festival de populismo con tal de mantenerse en el cargo. O de pactos bajo la mesa, como en el caso de ‘Los Niños’.
Yo no creo que eso sea así. Simplemente obliga a los congresistas a mantener un contacto y una relación mucho más cercana con su electorado, lo cual no sucede hoy. Por otro lado, creo que va a terminar incidiendo también en la calidad de los candidatos. Acortar el período, pero permitir la reelección, genera también una conciencia en el congresista de que lo que aprueben en el momento, lo que propongan, va a tener consecuencias a futuro. La verdad es que dudo mucho que ‘Los Niños’ vuelvan a salir elegidos.
—Si se pudiera, ¿quisiera ser reelegida?
Sí, a mí me gustaría postular nuevamente.
—¿Usted aspira a ocupar un cargo en la Mesa Directiva?
No. La mejor manera en la que puedo aportar en este momento es promoviendo los proyectos de reforma política. Y además creo que es muy importante dar ciertas batallas en las comisiones del Congreso.