“No ha tenido nada que ver con ‘eso’”, dijo Alberto Otárola al enjambre de micrófonos que lo esperó el miércoles en el Congreso cuando fue a hablar de algo más importante que el gabinete: el presupuesto de la república. Un par de horas antes, Dina nos sorprendió jurando a 6 ministros, entre ellos, Miriam Ponce, la viceministra de Gestión Pedagógica que reemplazaba a su jefa, Magnet Márquez.
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1.Eso y otras cosas más
¿A qué se refirió Alberto con ‘eso’? Pues que el martes, un día antes, Márquez dio entrevistas declarando que el gobierno se opondría a la norma del Congreso que permite nombrar, sin examen, alrededor de 14 mil profesores interinos. En la noche se filtró el dato de que le habían pedido su renuncia. Amanecimos con la narrativa de que el Bloque Magisterial, la bancada que promovió el estropicio, había reclamado, con éxito, la cabeza de Magnet.
Otárola tendría razón. Si quisieron sacar a Márquez por presión de los ‘profes’ y enmascarar su cambio con otros cinco, no lo hubieran podido improvisar tan pronto. Los cambios ya estaban en camino y era oportuno hacerlos un día antes del partido con Paraguay, que se llevaría la atención a otra cancha. Bueno, el pleno del Congreso también pretendió marcar su cancha votando a favor de un juicio sumarísimo a la Junta Nacional de Justicia (JNJ) entera. Aún no magnificamos la gravedad del caso. El gobierno se ha pronunciado tímidamente aún, evitando –una vez más- el choque frontal con su poder par.
Volviendo al reemplazo de Márquez por Ponce; este era, además, natural. Ponce bien pudo suceder al polémico Óscar Becerra cuando este dejó el ministerio en mayo pasado. En aquella oportunidad, Otárola se reunió con Márquez y Ponce, vices de Becerra ¿Por qué prefirieron a Magnet si mis fuentes del Minedu coincidían en que Miriam tenía más simpatía entre las distintas facciones del sector? Una de las razones fue que pesaba sobre Ponce el haber manejado el capítulo de Educación en el plan de gobierno de Keiko en el 2021. Era comprensible que ni el gobierno ni los fujimoristas quisieran visibilizar sus coincidencias.
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2.Cuestión de ‘Bloques’
Ha habido, pues, un sinceramiento. Para la coalición que domina el Congreso y que mira al Minedu como campo de batalla de sus convicciones pro familia y pro vida; mantener a ministros conservadores es una dicha. No es una cuota, porque Ponce es funcionaria de carrera en el sector antes que cuadro naranja; pero es una expresión del status quo conservador que vale para los dos poderes. Al margen de esa comunión, Otárola sí ha validado lo dicho por Márquez contra la norma a favor de los profesores jalados. El gobierno se enredará con el Congreso en el baile de la insistencia: tu apruebas tu barbaridad, yo te la observo, tu insistes y la promulgas, yo hago la finta de objetarla ante el TC, termina la canción, cada uno vuelve a su sitio.
Tampoco podríamos decir que Alianza Para el Progreso (APP) ha recibido una cuota, porque el nuevo ministro de Justicia, Eduardo Arana Ysa, haya sido candidato por APP a una regiduría distrital en San Isidro en el 2018. No tengo mayores indicios para afirmar que sea un recomendado de APP (con haberle dado licencia al ex congresista y dirigente apepista César Vásquez para que asuma el Minsa, ya tienen bastante). Preliminarmente, concluyamos que los cambios ministeriales mantienen la armonía sin plan con el llamado ‘Bloque Democrático’.
Con el Bloque Magisterial, que sí es una bancada formal y de nombre registrado, aunque mucho menos que un partido (es una pequeña federación de maestros novatos en política, que recién se han conocido en el parlamento); la relación es compleja. Los profes tienen apetito de cuota, que se las renovó Castillo en cada cambio de gabinete. Si la tienen, no es visible, y hay que buscarla en particulares concesiones como el IPD (Instituto Peruano de Deportes), adscrito al Minedu (ver crónica “Secretos de maestros” del 18/2/23). Los maestros siempre van por más.
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3.Me voy a Nueva York
Los cambios de gabinete no solo plantean preguntas sobre la relación del Ejecutivo con el Congreso, sino sobre el estado del matrimonio político entre Dina y Alberto. ¿Quién ganó con estos cambios? ¿El círculo de ella o el de él? La sola persistencia de Daniel Maurate, amigo de Nicanor Boluarte, el influyente hermano de la presidenta, que ha pasado de Justicia a Trabajo (donde fue ministro en tiempos de Humala); haría pensar que ganó parcialmente Dina. Ana María Choquehuanca, en el Produce, es el único jale con peso propio de vocería política y se cuidará de llevarse bien con las dos cabezas.
Si Dina ganó, lo hizo notar el jueves alzando la voz con Alberto mudo a su lado, en Pichanaki contra quienes le gritan ‘Dina asesina’. “El asesino esté preso”, dijo, abjurando por milésima vez de Pedro y remató, “no tiren piedras, tiren esperanzas”, dirigiéndose a sus enemigos a través de un auditorio amable. Dina ya no quiere que le pase lo que hace unos días le pasó en Tacna, que la abucheen. Mejor ir a Nueva York el 17, a la cita que todo presidente busca en la ONU; y acá inaugurar un puente bailey, poner una primera piedra, entregar títulos de propiedad en algún lugar con control de la situación para aplacar iras y poner pies en polvorosa, si fuera necesario.