A medio camino entre el sector privado y el deporte, Neuhaus observa las diferencias entre lo que representan la selección peruana (entrega, metas de largo plazo, compromiso con la clasificación) y el actual gobierno de Pedro Castillo (improvisación, turbiedad, caos frente a la crisis alimentaria). Mientras tanto, e impulsado por el éxito de los Juegos Panamericanos, termina de dar forma al Instituto Gestiona Perú, una entidad “cuyo objetivo principal es ayudar a mejorar la gestión pública, con propuestas coherentes para que esto mejore”.
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—Hace un año afrontábamos unas elecciones traumáticas, y ahora estamos todos juntos otra vez, esperando un partido de fútbol. Hay crisis, pero la gente hace cola para comprar un televisor nuevo. ¿Cuánto ayuda el deporte a distraer a un país golpeado?
Hicimos los Panamericanos con mucha gente en contra, pero después la organización tuvo un 93% de aprobación. En la ceremonia de inauguración, cuando dije “Buenas noches, Perú” y la gente aplaudió, sentí que estábamos unidos. Fue un ‘shock’ de peruanidad. El deporte nos aglutina, el fútbol tiene el poder de unirnos como peruanos. No podemos seguir polarizados.
—Respóndame como si estuviera en la tribuna: ¿Perú tiene la capacidad para llegar al Mundial?
Tuve la suerte de estar en La Bombonera de Argentina en 1969, con los goles de ‘Cachito’ Ramírez, y en el Estadio Nacional cuando le ganamos a Nueva Zelanda y clasificamos al Mundial. En esta selección, tener jugadores con treinta y tantos partidos juntos, y frente a rivales de todo tipo, ofrece una ventaja importante.
—Y después, ¿qué viene? El recambio generacional va a ser doloroso.
Yo he sido presidente de la Federación Nacional de Tabla, donde todo el dinero que obteníamos lo invertíamos en los chicos de 10, 12, 14 años. Los dos recientes ganadores de medallas de oro Lucca Mesina y Daniella Rosas salen de allí. Eso tiene que suceder con nuestro fútbol, no hay fuerza en divisiones interiores, no hay campeonatos serios. Es lo que nos ha pasado en el vóley, donde se quedaron con Cecilia Tait y esa generación de glorias que ya no juegan, y se olvidaron del presente y el futuro.
—Para los Panamericanos y luego con las vacunas, usted fue convocado cuando la crisis se avecinaba o cuando ya había empezado. ¿Es posible trabajar con el Estado Peruano?
Una cosa es el Estado y otra cosa es el Gobierno; una cosa son las instituciones permanentes –Fuerzas Armadas, el Indeci, el Banco Central de Reserva– y otra cosa son aquellos funcionarios quienes están entrando a los ministerios en los últimos tiempos. Allí es bien difícil trabajar. Primero, es gente que no tiene currículum, cuyo pasado es una incógnita. El sector privado tiene que involucrarse y trabajar con las instituciones permanentes.
—El miedo es que con los fertilizantes suceda lo mismo que con las vacunas: un país que demora en comprar, funcionarios que aprovechan para hacer de las suyas.
Está pasando lo mismo. Acaba de caerse una licitación para comprar urea, seguramente porque hay gente inexperta a cargo, funcionarios improvisados. El Gobierno se ha quedado atrás. Haciendo una analogía con el deporte, necesitamos un Estado fuerte y ágil, pero el nuestro es panzón y lento.
—¿El gobierno de Pedro Castillo se deja ayudar?
Ojalá se deje ayudar. Hay un nuevo ministro de Agricultura, esperamos que sepa qué hacer. Al inicio del gobierno, como presidente de la Asociación de Centros Comerciales, me acerqué al ministro de Salud, Hernando Cevallos, y aceptó el apoyo que dimos para utilizar centros comerciales como puntos de vacunación.
—¿Qué sintió cuando entró Condori y los índices de vacunación cayeron?
Fastidio, porque vimos que la curva de vacunación caía. La ineptitud se potenció, eso sucede con gente que no sabe y que cree que sabe.
—Usted ha sido gerente financiero del Banco Agrario (1979-1980) y conoce las carencias del mundo agrícola. Si existiera un ‘comando fertilizantes’, ¿por dónde empezaría a trabajar?
Las empresas agroindustriales, apenas se supo lo que vendría, aseguraron su provisión. Pero la labor del Ministerio de Agricultura es atender a los minifundistas. Los problemas no han cambiado. Eso de la segunda reforma agraria ha sido márketing; una verdadera reforma sería articular el país, tender carreteras y acercarlas a las chacras, llevar asistencia técnica, créditos focalizados.
—¿Usted aspira a un cargo público? La última vez que nos hicimos esa pregunta fue cuando apoyó a Keiko Fujimori en su campaña.
Yo no soy fujimorista, siempre he sido del PPC. No estoy haciendo vida partidaria, pero mantengo contacto. A mí me convocó un amigo en común, no fue fácil convencerme. Fue un apoyo en el tema de las contrataciones estatales. No volví a hablar con ella, salvo el pésame por la muerte de su madre. Para ayudar a mi país no necesito un cargo público.