Alejandro Toledo apostó todo su poder en el 2004 por una carretera desorbitada. Ni el Congreso ni la opinión pública lo frenaron.
Alejandro Toledo apostó todo su poder en el 2004 por una carretera desorbitada. Ni el Congreso ni la opinión pública lo frenaron.
Fernando Vivas

En el diario de debates del Congreso del 28 de noviembre del 2002, se recogen las intervenciones de los ministros presentando el presupuesto de la república para el 2003. Luego, los congresistas hacen preguntas. Una llama la atención. Yonhy Lescano, entonces representante acciopopulista por Puno, se dirige al primer ministro Luis Solari y a su gabinete: “Respecto a la carretera interoceánica –nosotros la conocemos como ‘transoceánica’-, obra estratégica para toda la región macrosur, no aparece un solo centavo. Sobre ello hay actas firmadas por el gobierno, de $130 millones en el caso del departamento de Puno y de $110 en el caso del departamento de Cusco. Eso no aparece”.

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