Cusco viene reclamando un aeropuerto internacional desde hace por los menos treinta años. (Foto: Archivo El Comercio)
Cusco viene reclamando un aeropuerto internacional desde hace por los menos treinta años. (Foto: Archivo El Comercio)
Redacción EC

El 19 de enero, mientras la atención de los medios se concentraba en la visita del papa Francisco a Lima, la empresa Kuntur Wasi difundió un comunicado en el que informaba que el Ministerio de Transportes había dado por concluida la etapa de trato directo por la controversia generada tras la resolución del contrato para la construcción del . “Hemos cumplido con nuestras obligaciones contractuales desde el inicio de la concesión y siempre hemos tenido la mejor disposición para llegar a una solución amistosa y de buena fe; por ello, lamentamos esta decisión”, aseguró el gerente general José Carlos Balta, al tiempo que indicaba que la empresa evaluaría iniciar un arbitraje internacional a fin de resolver el conflicto.

Como se sabe, el Gobierno había resuelto de forma unilateral el contrato en junio del 2017 tras el fracasado intento de introducir una adenda políticamente inviable como observó en su momento Mercedes Aráoz. El objetivo era que el divorcio fuera amistoso, precisamente para evitar una eventual demanda que pueda terminar costando una millonaria indemnización al Perú. Sin embargo, la novela no ha podido tener peor final.

En principio, sorprendió que la respuesta del MTC al comunicado de Kuntur llegara recién al día siguiente. En una nota de prensa se decía que Kuntur había intentado “sorprender al Estado” negándose a entregar de forma voluntaria los terrenos que ocupaba en el Cusco. Días después, el ministro Bruno Giuffra confirmó que “ahora será el Ciadi el que determinará cuánto debe reembolsársele”.

Lo que no dijo es que el 26 de diciembre, es decir, casi tres semanas antes, la contraloría había emitido un informe con serias observaciones al contrato original que se firmó durante el gobierno de Ollanta Humala.

El documento cuestiona no solo las desventajas de índole financiero que se pretendieron subsanar a través de la famosa adenda; también demuestra que los estudios técnicos pagados por Kuntur para la construcción de la pista de aterrizaje son insuficientes y que la empresa fue beneficiada por la gestión humalista al ser exonerada de una garantía de solvencia económica. Las bases solo “exigieron” una declaración jurada de Kuntur. O sea, con su palabra sobraba. Vaya sorpresa después de los exagerados esfuerzos por mantener el acuerdo con la empresa desplegados por este gobierno.

Cusco viene reclamando un aeropuerto internacional desde hace por los menos treinta años. La obstinación del Ejecutivo suma en lo que va de la actual gestión 75 millones de soles en pérdidas para esa región de acuerdo con estimaciones del ministro de Transportes. ¿Acaso Pedro Pablo Kuczynski no lo sabía cuando como presidente electo declaró a “Semana Económica” que el contrato era bueno y que solo faltaba ayudar a levantar el capital? ¿Para esto Alfredo Thorne se inmoló? Recordemos sus desafortunados pedidos de ayuda al ex contralor…

¿Valió la pena sacrificar a un buen operador político como Martín Vizcarra enviándolo a hibernar a Canadá? Qué va. Chinchero ya fue. Difícilmente alzará vuelo, al menos en lo que queda del denominado gobierno de lujo.

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