Cuando Pedro Castillo llegó al poder, muchos miraron a Dina Boluarte con apetito. Ella sintió la misma hambre al mirarse al espejo: ‘Lo más probable es que seré presidenta aunque no lo busque’ se habría dicho ante su reflejo –esto no es pura ficción eh, sino que me lo comentaron fuentes en aquel entonces- y se echó a esperar en el MIDIS (Ministerio de Inclusión Social) a que ello suceda. Se traicionó por un impromptu el 7 diciembre del 2021 en Juliaca (¡un año antes de su juramentación, vaya cábala!), al decir que si vacaban a Pedro ella se iba con él, pero se arrepintió al ver la cara de horror de su entorno que la acompañaba con la mente fija en la sucesión imponderable. Si PPK había renunciado al borde de la vacancia, si Vizcarra había sido vacado, ¿cómo no iba a ser vacado un profesor inepto y odiado por la mayoría congresal?
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Dina Boluarte fue el plan B de sí misma y de muchos sectores de izquierda que desconfiaban de la capacidad de Castillo de resistir a la vez a la oposición y al Perú Libre (PL) de Vladimir Cerrón. Algunos tuvieron la ilusión de que ella convenciera a Castillo de romper con Cerrón y jalarlo al centro, ahorrándonos una vacancia. Pero, cuando vieron juramentar a Guido Bellido (entonces de PL) y armarse la coalición congresal vacadora (‘Bloque Democrático’ se hacía llamar), se reafirmó su ambición realista: Dina tenía que ser presidenta y ellos estarían en el poder.
El camino, por supuesto, estaba empedrado. El ‘Bloque’ se trazó el plan de barrer a Dina de un plumazo antes que a Pedro. Bastaba una simple denuncia constitucional por haber, supuestamente, infringido la Constitución al trabajar para el Club Departamental Apurímac siendo ministra. Gracias a la defensa que lideró su abogado Alberto Otárola se libró definitivamente de la acusación el 5 de diciembre del 2022, dos días antes de asumir el mando con pleno respaldo de la mayoría de derecha. Pero ello trajo una gran contingencia para los ‘dinistas’ decembrinos. Una fuente me comentó, rememorando esos días de fines del 2022: “Ya teníamos un plan para que Dina vaya hacia el centro, sin perder el caudal de Castillo, pero Alberto lo malogró todo”. Más allá de que Otárola calculara astutamente el viraje a la derecha o simplemente indujera a Dina a aceptar el salvavidas que le cayó del Congreso, he aquí una razón que distanció al pragmatismo conservador de Alberto respecto del izquierdismo de Nicanor Boluarte y de otros que creían haber llegado, por fin, al poder. Entre ellos estaban, aún dispersos, algunos de los Ciudadanos Por el Perú (CPP), ahora convertidos en partido.
“Se distanció el pragmatismo conservador de Alberto Otárola del izquierdismo de Nicanor Boluarte y de otros que creían haber llegado, por fin, al poder. Entre ellos estaban, aún dispersos, algunos de los Ciudadanos Por el Perú (CPP), ahora convertidos en partido”.
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Ni ‘caviares’ ni radicales
Conversé, para esta crónica, con Alberto Moreno, secretario nacional de estrategia política y plan de gobierno, y único vocero autorizado del CPP. Me resumió la vida del partido desde su prehistoria: En marzo del 2014, un grupo de izquierdistas no partidarizados y ajenos a las ONG en las que se concentraban quienes ellos ya entonces llamaban ‘caviares’, se reunió para formar un colectivo. Aunque no había un liderazgo claro, Carlos Tapia llevaba la batuta. Dentro del grupo, además de Moreno, estuvieron Luis Tafur, Alfredo Murrugarra, actual dirigente del CPP y, sí, Nicanor Boluarte. Sin embargo, hubo discrepancias entre ellos, pues un ala no confiaba en el gobierno de Humala, y otros, como Nicanor, sí al punto que participaron de ese gobierno. Boluarte fue viceministro de Trabajo en la gestión de Daniel Maurate, que hoy ha vuelto a esa cartera.
La posibilidad de armar un partido se diluyó y quedaron como un grupo de amigos que miraron con escepticismo a los gobiernos siguientes. Alberto me repite la consigna, “no hay justicia social sin inversión”, para convencerme de que son de centro a pesar de sus referencias a una ‘herencia barrantista’ (por el líder de Izquierda Unida, Alfonso Barrantes). Esto se debe en parte a Tapia (fallecido durante la pandemia) y a Alfredo Murrugarra sobrino del ex senador de izquierda Unida, Edmundo Murrugarra, que fue uno de los primeros cuadros de izquierda que marcó distancia con los dogmas marxistas leninistas y maoístas. El ideario, adjunto al acta de fundación del partido el 15 de diciembre del 2022 (una semana luego de la ascensión de Dina), deja de lado la raigambre izquierdista y se ubica netamente –así empieza el texto- en el ‘centro político’: “Necesitamos más mercado y más estado”, “sin mercantilistas ni corruptos”, “con economía social de mercado”, “postulamos el progresismo como tendencia permanente”, “promovemos el empoderamiento de los ciudadanos” son frases entresacadas de ese cómodo ideario pues también se habla de igualdad, antidiscriminación, sostenibilidad, empoderamiento ciudadano y otros conceptos que apuntan hacia la centro izquierda. El ideario también reivindica el ‘progresismo’ aunque hoy no les gusta repetir ese concepto pues se le tiene por sinónimo de lo caviar.
Moreno me aclara que el Comité Ciudadano que se formó para apoyar a Dina en la segunda vuelta del 2021 y que incluía a Nicanor, a Víctor Torres Merino (amigo de la familia Boluarte y secretario de economía del CPP), a la ex asesora presidencial Grika Asayag y a unos cuantos más, no debe confundirse con el CPP, aunque sí confluyó en la fundación del 15 de diciembre. Asayag se mantuvo a distancia. Si Nicanor no figura en la directiva del partido y guarda una aparente distancia es para no comprometerlos; pero no pueden ni quieren ocultar que es un amigo y referente siempre presente. El chat del Comité Ciudadano en el que participa la presidenta mostrado en “Cuarto Poder” no es parte de la historia del partido, según su vocero.
“Pregunto a Alberto Moreno [vocero del CPP], ¿cuál es el sentido de asociarse a una presidenta tan reprobada, sin futuro electoral? Sus respuestas son genéricas: que el Perú requiere estabilidad, que no podemos estar acortando mandatos, que hay que dar gobernabilidad a Dina. Rechaza la hipótesis maliciosa de que ellos no piensan en el futuro sino en el momento del poder y de sus ventajas”
Le pregunto a Moreno lo que probablemente les ronda a ustedes: “¿cuál es el sentido de asociarse a una presidenta tan reprobada, sin futuro electoral? Sus respuestas son genéricas: que el Perú requiere estabilidad, que no podemos estar acortando mandatos, que hay que dar gobernabilidad a Dina. A continuación, rechaza la hipótesis maliciosa con la que le sugiero una respuesta a mi pregunta: que ellos no piensan en el futuro sino que lo que quieren es vivir el momento del poder y de sus ventajas. En realidad, se han reportado varias órdenes de servicio, desde que Dina mandaba en el MIDIS, a actuales afiliados y dirigentes del CPP. No solo fue el caso de Víctor Torres, el amigo de los Boluarte que fue entrevistado por “Cuarto Poder” y generó resquemor en la dirigencia el que hiciera muy evidente su cercanía con los hermanos. También es el caso de Úrsula Quispe, quien figura como presidenta del partido en el acta fundacional, aunque ahora está algo apartada (indagué por ella pero no he recibido respuesta). Y es el caso de varios prefectos y subprefectos que reeditarían lo que ya se ha reportado desde hace décadas en varios partidos de gobierno: copar con simpatizantes esa red de funcionarios territoriales con roce directo con la población movilizable. Para portátiles cuando viaja un presidente a poner primeras piedras o cortar cintas con tijera, ¡los prefectos!
Moreno, periodista de profesión, con carrera en Trujillo y Cajamarca, es el vocero, presumo que, en parte, por su habilidad para sortear las preguntas sobre las varias denuncias de puestos de trabajo y órdenes de servicio a los allegados del partido. Responde abstraído e inmutable. Le pregunto sobre el último caso reportado en “Punto final” sobre una funcionaria de Qali Warma, Griselda Herrera, que obligó a varios prefectos a recabar firmas para la inscripción del partido y Alberto me dice que ‘no la conoce’ y que ‘está en investigación’. Por cierto, el CPP -según su vocero- está en la etapa de levantamiento de observaciones ante la ONPE y es cuestión de semanas para que estén inscritos y sacramentados.
Cuando tengan la inscripción llamarán a un congreso nacional para elegir a la directiva. Sino tienen un candidato atractivo, cosa muy difícil para cualquier oficialismo peruano de este siglo, ¿quién querrá aliarse con ellos? Nicanor ni siquiera puede exhibir logros después de que su hermana, ante las críticas a su presunta injerencia, dijo ‘que no movía ni una pestaña’ en su gobierno. El futuro político de los Ciudadanos Por el Perú solo puede ser el presente, a menos que –llegado el momento en que todos se ubiquen en el partidor electoral- tomen distancia frente a lo que hoy defienden en aras de la gobernabilidad.