Apenas se habían instalado en el Congreso, pero ya se habían tasado entre ellas. Y decidieron cometer la primera moción multipartidaria del quinquenio el 28 de julio del 2021, el mismo día del Bicentenario. Sin partidos, sin bancadas, sin portavoces, sin hombres: puras mujeres congresistas firmaron una exhortación a Pedro Castillo para que no ponga en su gabinete, “a personas involucradas en actos de violencia contra las mujeres, niñas y niños peruanos”. Aludían a Roger Nájar, a quien se voceaba como primer ministro, y pesaba sobre él el antecedente de haber tardado en reconocer a una hija que tuvo con una menor de edad.
Esa fue su primera alerta roja. La reivindicación por la igualdad de oportunidades se estimuló por reacción al machismo predominante en el Ejecutivo y –esto es lo extraordinario- se articuló por encima de las ideologías. Las mujeres, a secas y a solas; son un tremendo actor político. No las vimos así de articuladas en la campaña electoral, pues los rivales Keiko y Castillo, encarnaban similar conservadurismo y no provocaron la polarización por sexo. Pero apenas se reveló que el rostro machista del nuevo gobierno era más acendrado de lo que parecía, se prendió la mecha. Y tuvo éxito: Castillo no se atrevió a fichar a Nájar. Y tuvo un revés: el reemplazo, Guido Bellido, fue peor que la enfermedad. Su machismo quedó expuesto en sus redes, en incidentes que ya veremos y hoy, como si se burlara de todas y de sí mismo, en una condecoración por su contribución a los derechos de la mujer.
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Mesa caliente
No fue una opositora de derecha por rencor político; fue Flor Pablo, de la bancada de Somos Perú y el Partido Morado, quien más impulsó el conciliábulo del 28 de julio. Conversé con ella, y evitó ponerse en el candelero. Más bien, destacó a otras colegas, como Norma Yarrow, en ese momento en Renovación Popular (luego pasó a Avanza País), que buscó firmas en las bancadas de derecha. Rosangella Barbarán, de Fuerza Popular y su correligionaria Susel Paredes, hicieron juntas varias versiones de la carta hasta que la mayoría estuvo de acuerdo en firmar. Se sumaron congresistas de AP y APP. Flor habló con Ruth Luque de JPP y Betssy Chávez de Perú Libre, pero ambas estaban en bancadas oficialistas y les era difícil suscribir el exhorto.
“Vamos avanzando de a pocos, de 49 congresistas ya somos como 33 las que estamos en el chat Mujeres del Bicentenario”, me cuenta Flor. Ese grupo de WhastApp, que tiene 8 administradoras de 5 bancadas, nació a raíz de la moción del 28 y ha servido, por ejemplo, para coordinar un pronunciamiento en solidaridad con Patricia Chirinos, cuyo caso veremos luego. También ha servido para que Flor pida a la presidenta María del Carmen Alba (miembro del grupo de chat) la reactivación de la Mesa de Mujeres Parlamentarias, que hubo en anteriores congresos, como espacio de encuentro y debate entre las congresistas. Alva respondió rápidamente con un oficio dirigido a las “49 mujeres parlamentarias”.
Ayer se instaló la mesa, calentada por el revuelo causado por el lance del congresista Héctor Valer a su colega José Venturo, pidiéndole “que se ponga falda” para defender a la congresista Vivian Olivos de Fuerza Popular quien, según Valer, se creía ‘dueña’ de una comisión. El arrebatado no fue necesariamente machista al criticar a Olivos, quizá fue indiscriminadamente agresivo; pero sí lo fue al replicar a Ventura. Valga el incidente para mostrar cuánto ha contribuido el machismo del Ejecutivo a enervar el diálogo de los sexos en el Perú.
Aló Guido
No es casual que sea una maestra de izquierda progresista y feminista como Flor Pablo, quien, junto a su correligionaria Susel Paredes, han acusado fuerte recibo del machismo campante en Perú Libre. Flor y Susel no solo han votado en contra de la investidura, sino que la primera sigue impulsando el flanco femenino; y la segunda, ha amenazado con denunciarlo penalmente por haber difundido en el 2019 comentarios lesbofóbicos contra ella y su esposa Gracia Aljovín.
Sin embargo, no fueron ni Flor, ni Susel, ni Norma, ni Rosangella, ni Karol Paredes de Acción Popular, ni María Acuña de APP, ni las otras firmantes de la moción del 28; las más contrariadas al percatarse, con el paso de los días, que Bellido era más chocante de lo que quizá hubiera sido Nájar. Fue Patricia Chirinos, quien también firmó la carta, la más sorprendida.
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Patricia había padecido a Bellido antes de que este llevara fajín. Me volvió a contar lo que ya se hizo público: ella quería tener la misma oficina que tuvo su padre, el célebre Enrique Chirinos Soto. Es la tercera vicepresidenta del Congreso y, por lo tanto, le corresponde un despacho en la sede. Se lo había prometido Enrique Wong, chalaco como ella y amigo de su familia, pues estuvo en la junta preparatoria; pero no cumplió. Patricia le comentó su contrariedad a José Jerí, de Somos Perú, y este la animó a ir a una reunión donde se discutían esos temas logísticos. Allí encontró a Bellido, quien, al terminar de explicar ella su pedido, le dijo, “anda cásate”. Ella le replicó, “he sido madre soltera, casada, divorciada, vuelta a casar y ahora soy viuda”. Allí vino la dúplica que ha cobrado triste fama: “Solo falta que te violen”.
Tras la barrabasada de Bellido, hubo un incómodo silencio. Patricia no recuerda bien qué le respondió; pero sí me comenta, sin que se lo pregunte, las razones por las que no quiso hacer olas. Se lo contó a amigos y a algunos congresistas, sin pretender que lo hicieran público. “Yo había hecho mi campaña como ‘la woman del Callao’, tengo una imagen de aguerrida desde los reportajes de Magaly [fue una de las reporteras estrella de Magaly Medina], no quería hacerme la víctima”. ¿Qué la hizo decidirse?. “Cuando estaba oyendo el discurso de investidura, más de una hora, este [Bellido] leyó un párrafo donde decía que respetaba los derechos de las mujeres. No me pude aguantar y grité ‘conchudo’, pero con la mascarilla y la bulla no se oyó. Ahí decidí cambiar lo que iba a decir en mi intervención, taché párrafos y le metí una chiquita, pero muchos no entendieron”.
En efecto, Patricia, en su intervención durante el debate de la investidura, hizo una referencia que solo Bellido y quienes conocían el incidente podían entender. Pero fue probablemente esa ‘chiquita’ la que provocó que su colega Ernesto Bustamante, de Fuerza Popular, contara en Willax TV. Patricia no había hablado con él, pero la historia se había difundido en los corrillos. Y el rebote de lo dicho por Bustamante, provocó que en RPP, el lunes 30 de agosto, le pidieran lo que ahora sí estaba dispuesta a contar. Le tomó poco más de un mes hacerlo. A otras mujeres les toma mucho más o no lo hacen nunca.
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El caso de Patricia Chirinos ha dado nuevo impulso al bloque femenino. Tanto ella como Flor Pablo, que no se conocían, me contaron que tuvieron una conversación reveladora sobre las razones por las que muchas mujeres no hacen denuncias y la conveniencia de que empoderadas como ellas las hagan. Patricia concluye: “A pesar y gracias a los agresores, las mujeres nos hemos unido mucho. Pero también he aprendido que no necesitamos victimizarnos para defender nuestros derechos”.
Aunque, con rigor académico, podemos describir este fenómeno como ‘de género’; Flor evita abusar del término y prefiere hablar de una ‘agenda de mujer’. Como ex ministra de Educación, conoce el rechazo de muchos hombres y mujeres conservadores ante un término que consideran pivote de una ideología. Conversé con una joven congresista de derecha, Adriana Tudela, también de Avanza País, que es una de las administradoras del chat de mujeres: “Es bastante positivo estar de acuerdo en combatir el machismo desde distintas posiciones políticas”. Cuando le pregunto qué temas podrían ver en el chat y en la mesa que se instaló le viernes, mencionó a la Ley Contra el Acoso Político 31155, que se promulgó durante el gobierno de Sagasti y falta reglamentar. Flor y Patricia mencionaron la misma ley.
Las mujeres están articuladas contra el machismo y contra su encarnación de temporada, Guido Bellido. Las cifras lo confirman: entre los 50 votos en contra de la investidura hay 23 de mujeres y 27 de hombres. Visto en porcentajes, el 46.9%, casi la mitad de las 49 mujeres votó en contra. Solo el 33.3%, es decir, un tercio de los 81 congresistas varones votó contra su congénere.
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Las políticas quedan
El gobierno ignora o desestima muchas críticas. La continuidad de Guido Bellido e Íber Maraví son dos ejemplos de esa terquedad. Pero Pedro Castillo se ha mostrado más reactivo a la presión femenina que a la crítica indiscriminada. Pasó el 28 de julio con Nájar y pasó el 3 de setiembre, en plena batahola por la revelación de Chirinos contra Bellido, cuando, en una reunión con alcaldesas dijo: “Yo quisiera asumir un mea culpa, [que] al inicio de este gobierno hayamos considerado un número mayor de varones en el gabinete, pero voy a corregir”.
No dijo si iba a cambiar a Bellido y a Maraví por mujeres; pero ese no es el punto, sino que el presidente estaba procesando un control de daños por los excesos machistas encarnados en su premier. Podría hacerse tun tun en el pecho por muchas razones y sectores; pero hasta ahora solo lo ha hecho por las mujeres. Hay varios motivos que especular: que las tiene en casa (una esposa profesora y dos hijas), que no es agresivo como Bellido, que teme a la mitad más uno del Perú (50.4% según el INEI). Pero hay una razón política.
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¿Cuál es esa razón? La presión de la aliada progresista, Verónika Mendoza. Nuevo Perú tiene una agenda de igualdad que se estrella contra el machismo de Perú Libre. Mendoza se ha tragado muchos sapos hasta ahora y, junto a ella, la ministra de la Mujer, su correligionaria Anahí Durand. Según fuentes de Nuevo Perú, uno de los temas que trataron ambas con Castillo en la reunión que tuvieron el 1 de setiembre, un día después de la revelación de Chirinos, es qué medidas debía de tomar Castillo y el gobierno para contrarrestar el exceso de Bellido.
No sabemos si el mea culpa nació de una sugerencia de sus aliadas o de sí mismo; pero Castillo oyó los reclamos. Si su primer ministro hería a las mujeres, entonces, desde Palacio, en compensación, había que promover una agenda de equidad. Así, Durand tuvo la venia para decir, entrevistada en Exitosa: “Estamos planteando que todo funcionario público y todo el gabinete pase por unos cursos de inducción sobre derechos de las mujeres”. El martes 7, mientras César Tito Rojas del Movadef se colaba a la PCM, hubo otro gesto para el control de daños de género: presidente y premier estuvieron en la instalación de la CONAIG (Comisión Nacional de Alto Nivel para la Igualdad de Género).
Conversé con Grecia Rojas, viceministra de la Mujer desde la gestión de Sagasti hasta hoy, y le pregunté si la comisión era un gesto oportunista o programado con antelación. Grecia me explicó que la comisión se creó en el gobierno pasado y esta semana se cumplía el plazo de 30 días hábiles establecido en el DS 018-2021-MIMP del 23 de julio, uno de los últimos que promulgó Sagasti. Por coincidencia, el día escogido, 7 de setiembre, se conmemoraron 66 años del reconocimiento del voto femenino conquistado en 1955. Si bien, instalar la comisión era una obligación de ley, Palacio lo hizo notar en medio de su control de daños.
Le pregunté a la vice ministra cómo conciliar la agenda de su sector con un gabinete tan impar y un premier tan machista; pero se excusó de no poder atender, como técnica, a una pregunta política. Lo que sí me dijo, a modo de respuesta parcial, es “que la continuidad de políticas públicas es lo importante”. En efecto, en el 2019, con Vizcarra, se aprobó la Ley 31030 de Paridad y Alternancia y, con Sagasti, se aprobó el plan que ha permitido establecer la Conaig. Los políticos pasan, las políticas (públicas) quedan.
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La continuidad tiene larga data y sus primeros y mayores hitos se dieron, valga la paradoja para el anti fujimorismo, durante el gobierno de Fujimori. En 1995 fue el único presidente en la histórica Conferencia de la Mujer de Pekín. Las ONG feministas, casi todas con militantes de izquierda, lo tuvieron de aliado solo por unas temporadas, pues la posición política de la izquierda contra el autoritarismo del régimen, agriaron la relación. Y los excesos de la política de esterilización voluntaria, la complicaron aún más. Pero ya se había sembrado un hito fundamental: se creó el Ministerio de la Mujer (entonces llamado Ministerio de Promoción de la Mujer y los Derechos Humanos) en octubre de 1996.
El fujimorismo favoreció la participación política de las mujeres, unas más conservadoras que otras. Por ejemplo, Martha Chávez discrepaba con la agenda de género; pero Luz Salgado sí promovió una ley de cuotas (antecedente de la paridad) y Luisa María Cuculiza ganó notoriedad promoviendo el combate a la violencia machista desde el Ministerio de la Mujer. Por cierto, Chávez fue la primera mujer presidenta del Congreso y le siguieron en el cargo otras congéneres y correligionarias como Martha Hildebrandt y Salgado.
Esta tradición de notoria participación política de mujeres en promedio conservadoras, se codea hoy con el feminismo progresista de izquierda, en un grupo de chat y en la mesa de parlamentarias instalada hoy viernes en un congreso presidido por una acciopopulista de centro, María del Carmen Alva. Un temprano logro del gobierno machista de Pedro Castillo y del gabinete Bellido.
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