Fernando Vivas

La teoría del escándalo de John B. Thompson se cumple dramáticamente en el Perú: las trasgresiones secundarias pueden ser más letales que la trasgresión primaria, aquella que originó el desmadre. En setiembre, “Panorama” reveló que Yaziré Pinedo se habría beneficiado con órdenes de servicio en el Ministerio de Defensa, tras haberse reunido con Alberto Otárola, que había sido ministro de esa cartera antes de pasar a la PCM. Yaziré abrió una caja de Pandora. Dijo al reportero que había ingresado de forma semi clandestina a reunirse con el premier. Durante las siguientes semanas, vinieron nuevas revelaciones sobre una invitación a la joven de 26 años para que trabajara en la PCM y hasta se ponchó a un auto con placa de la PCM rondando su casa. Se supo que ella había denunciado la pérdida de su celular, lo que dejó no solo a Alberto sino a varios de sus contactos con la idea de que el azar o la propia joven, los echaría. Esto no una hipótesis fiscal, sino que, en efecto, la vimos mostrar chats ante las cámaras.

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