Días atrás, el ojo de la tormenta política estuvo en el Banco Central de Reserva (BCR). Primero, por los exabruptos del ministro Aníbal Torres contra Julio Velarde, a quien calificó de un “gordito” que “dice cualquier disparate”. Después, cuando el propio Velarde dijo en CADE 2021 que la inflación “va a estar presente en la agenda de todos los países” hasta entrado el 2022. Finalmente, por la elección del Congreso de tres integrantes del directorio del BCR (Diego Macera, Inés Choy y Carlos Oliva).
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Carlos Anderson, congresista de Podemos Perú, economista y una de las voces de la oposición, analiza la coyuntura política y económica de estos últimos sucesos relacionados entre sí.
— ¿Por qué es tan relevante una elección para el directorio del BCR que ha tenido, además, algún consenso en el Congreso?
Es una señal para el propio presidente del BCR, Julio Velarde, en el sentido de que va a contar con un directorio realmente técnico. Esto también tiene una lectura política: el Congreso ha salido a solidificar la autonomía del BCR, que ha estado amenazada. Hay que ser ciegos para no darse cuenta de que ha habido y hay, dentro del gobierno de Pedro Castillo, voces que ven con mucho recelo al Banco Central de Reserva.
— El BCR ha sido afectado desde la política hasta hace poco. Antes estuvo José Chlimper, secretario general de Fuerza Popular, en ese entonces con mayoría congresal...
Eso es lo que tenía que cambiar. Y por eso, a iniciativa mía, dentro de la Comisión de Economía se constituyó un grupo de trabajo para establecer los criterios para la selección de candidatos al directorio del BCR, para evitar evidentes conflictos de intereses. Los tres elegidos cumplen esos criterios.
— En el debate previo al voto de confianza, mencionó que estamos en medio de una rebaja de la certificación crediticia, de una rebaja de las expectativas de crecimiento, con fuga de capitales e inestabilidad cambiaria, etc. ¿Cuál es el futuro al mediano plazo?
El ministro de Economía destaca, por ejemplo, que tenemos el menor riesgo-país, ¿verdad? Es un indicador del momento, pero las grandes inversiones no se guían por eso. Las grandes inversiones miran las calificaciones, es ahí donde tenemos que apuntar si queremos hacer que lleguen al Perú inversiones de largo aliento que trasladen no solamente recursos monetarios, sino también tecnologías. Desafortunadamente, no vemos mucho de eso, y tiene que ver con este cambio en la visión que ya se venía gestando desde hace varios años. La crisis política en el Perú es la peste de las inversiones.
— En una reciente columna en “Gestión”, escribió que hay “un intento sistemático por dinamitar instituciones de carácter económico”. ¿Cuáles y cómo?
No soy muy adepto a las teorías conspirativas de quienes piensan que todos estos “errores” son parte de un plan maquiavélico. Creo que es un desorden y una cultura de la mediocridad. En Indecopi, donde hay gente que tiene doctorados o maestrías, que tiene veinte años trabajando en estos temas de regulación, ¿tú crees que van a aceptar el liderazgo de alguien que no tiene ni por asomo ese tipo de merecimientos? La capacidad que va a tener el señor Julián Palacín de ejercer liderazgo es nula.
— ¿Qué otros casos saltantes hay en estos organismos de peso intermedio? En su columna menciona a Prom-Perú, por ejemplo.
Allí se ha reemplazado a muchísima gente que ha sido artífice de que el Perú se convierta en un país exportador, no solamente de minerales, sino también de productos agropecuarios, agroindustriales, etc. Y los están cambiando por gente que no tiene merecimientos. Y también van detrás de los organismos reguladores. Si tú haces eso de manera sistemática, terminas dinamitando las instituciones económicas que le dan justamente sustento a todo un modelo que puede ser muy imperfecto, pero que evidentemente es mucho mejor que cualquier socialismo del siglo XXI.
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— En más de una ocasión ha pedido “coherencia” al Gobierno en materia económica, como en lo que se refiere a impuestos o sueldo mínimo. ¿Qué sucede cuando el Congreso, y la propia bancada de Podemos, presenta proyectos de ley poco técnicos en materia de AFP, por ejemplo?
Yo he dejado esto siempre bien claro: soy invitado de Podemos, y voto de acuerdo con mi conciencia. Esos proyectos de ley no van a tener mi firma. Yo no tengo una posición ideológica sumamente firme para uno ni otro lado. El pragmatismo es lo que determina finalmente el desarrollo de los países. Ahora, no olvidemos también que, de parte de las propias AFP, no ha habido ninguna autocrítica. Lo que nosotros necesitamos trabajar son modelos previsionales para países de alta informalidad.
— En los últimos días se ha hablado abiertamente de una intención de vacancia presidencial. Dentro de la oposición y sus tonalidades, ¿en cuál sector se ubica?
Es tan irresponsable hablar de vacancia como del cierre del Congreso. Lo que tenemos son grupos de irresponsables en la extrema izquierda y en la extrema derecha. Quienes creemos firmemente en la democracia tenemos que entender que la propia Presidencia de la República es una institución, que el voto en sí mismo es una institución, que el Congreso de la República es una institución. Entonces, uno no puede andar alegremente promoviendo ni la vacancia, ni el cierre del Congreso.
Ahora, evidentemente este gobierno es incompetente, es indefendible. Este gobierno tiene bien bajas sus aspiraciones. Hay una visión tan pobre al decir “mira, así está Bolivia”, en lugar de tener referentes como Singapur o mirar a Hong Kong, a Taiwán. Entonces, si la incompetencia fuera causal de vacancia, seguramente ya hubiéramos cambiado de presidente. Pero el concepto de incapacidad moral es muy ambiguo, como el tema de la cuestión de confianza.
— ¿Las recientes acusaciones contra los ministros Aníbal Torres y Pedro Francke por contratos de sus familiares con el Estado podrían enlodar más el panorama?
Ese tipo de acusaciones dañan la imagen y pueden servir de pretexto para el agravamiento de la situación. Se ve mal, y da pena porque, aunque de Aníbal Torres tenemos dudas, Pedro Francke y él son dos de las voces moderadas en el Gabinete