La gestión de Alejandro Soto en la presidencia del Congreso está por cumplir dos meses, y hasta la fecha no se ha aprobado la agenda legislativa, según lo que dicta el reglamento parlamentario. Esto ha producido que en el pleno se hayan aprobado una serie de iniciativas sin orden y sin los filtros adecuados.
El Comercio detectó que, de las 48 iniciativas aprobadas (sin contar resoluciones legislativas), el 73% contaba con opiniones técnicas negativas cuando fueron estudiadas en las respectivas comisiones legislativas especializadas.
En el 35% de iniciativas, las entidades técnicas del gobierno advirtieron que eran “inviables”, mientras que un 15% fueron observadas por el Poder Ejecutivo, y otro 15% recibió comentarios objetando aspectos de las fórmulas planteadas. Mientras que en el 8% restante, las entidades indicaron que las propuestas legislativas eran “innecesarias” porque ya se encontraban reguladas.
El 27% de proyectos que no registran observaciones responde a dos motivos: son del Poder Ejecutivo o son declarativos, lo que quiere decir que no tienen incidencia real en el aparato normativo.
Al igual que en anteriores períodos, la agenda declarativa predomina en la gestión de Alejandro Soto. Hasta la fecha, son 13 fórmulas declarativas las aprobadas en el pleno.
“Con la agenda legislativa puedes marcar la agenda. Y puedes evitar proyectos que tengan materia de observación”
—Agenda pendiente—
El pasado 25 de julio, las bancadas que ganaron la elección de la Mesa Directiva –APP, Fuerza Popular, Perú Libre, Avanza País y Somos Perú– adelantaron en un comunicado que “priorizarían” aquellas medidas que faciliten la reactivación económica de las mypes e impulsen el agro. Hasta la fecha, no se ha visto nada de eso.
Dos días después de ese comunicado, el líder de APP y gobernador de La Libertad, César Acuña, anunció que, a partir del 15 de agosto, se reunirían los líderes de los partidos políticos para sacar un comunicado indicando cuál sería la agenda parlamentaria. Hasta la fecha, esto tampoco se dio.
Fuentes de APP indicaron que, si bien no se ha dado una reunión pública ni se ha dado otro comunicado conjunto, los partidos del bloque están en constante coordinación. Mientras que, desde la presidencia del Congreso, indicaron a El Comercio que “ya se ha concluido el pedido de información de los proyectos de ley (bancadas y comisiones), y se está ordenando el consolidado”. Según adelantaron, la agenda legislativa podría aprobarse en el próximo pleno, que se realizará en octubre, debido a que los legisladores entrarán en su semana de representación.
Hasta el momento, la definición de la agenda depende de los pedidos de las bancadas en la Junta de Portavoces. Con el objetivo de tener a todos contentos, Soto ha cedido ante todos los pedidos, y sin ningún tipo de filtro, explicaron las fuentes consultadas. Esto último se corrobora con el proyecto de Fuerza Popular que se puso en agenda pese a que significaba un retroceso para la figura de extinción de dominio y afectaría más de cuatro mil procesos en marcha, como el que involucra al expresidente Alejandro Toledo.
—Riesgos y filtraciones—
Para Carlos Maguiña, especialista en temas parlamentarios, la actual forma de manejar la agenda solo logra desorden y evitar tener predictibilidad en el Congreso.
“En la gestión pasada, [José] Williams al menos tenía una ‘agenda priorizada’ que se armaba en la Junta de Portavoces y sabíamos cuáles eran los temas prioritarios para el debate. La agenda ahora es coyuntural, como el pleno temático de seguridad. Hay mucho desorden”, dijo Maguiña.
Soto anunció un pleno temático de seguridad para el pasado miércoles 20, pero en aquella sesión plenaria solo alcanzaron a aprobar la delegación de facultades y una norma declarativa.
Si bien anunció que en la siguiente sesión, la del jueves 21, continuarían con la agenda temática de seguridad, la realidad nos muestra que, de las nueve fórmulas aprobadas, solo dos estaban enfocadas en seguridad. Predominaron otros temas, como los declarativos con la creación de un día especial para la panela orgánica.
“Tienes 12 bancadas, y por lo menos, cada grupo pide dos temas, por lo que tienes 24 proyectos de interés de cada grupo. Y cada quien pide el tema que es de su interés particular, que quizá no es relevante para la agenda nacional”, sostuvo Maguiña.
En ese sentido, el especialista advirtió que, si no se tiene la agenda legislativa en el más corto plazo, seguiremos viendo proyectos sin relevancia o peligrosos en la agenda del Parlamento.
Por Martin Cabrera, abogado consultor en temas parlamentarios
“Un mal plan es mejor que ningún plan”, afirmó alguna vez el ajedrecista Frank Marshall. Así, el plan de trabajo (o plan estratégico) se convierte en un instrumento vital para casi toda institución.
Para el Congreso de la República, en su rol legislativo, el plan es la agenda legislativa. Como la especialista parlamentaria Patricia Robinson ha señalado, esta es un esquema que determina los proyectos o temas esenciales para el año legislativo. De acuerdo con el reglamento del Congreso (art. 29), al inicio de cada período, los grupos parlamentarios, junto con el Consejo de Ministros, proponen las cuestiones prioritarias para debatir y aprobar en el pleno. ¿Pero qué determina los temas? El especialista parlamentario César Delgado Guembes sugiere que todo se reduce a lo que se desea lograr y su impacto.
Desde la modificación del reglamento en el 2001, nueve agendas legislativas han sido aprobadas, con al menos siete vía resolución legislativa (a través del pleno).
Con casi 60 días desde la instalación de la Mesa Directiva, aún esperamos la agenda legislativa para este período. No obstante, conocemos urgencias: el fenómeno de El Niño global, la seguridad ciudadana, la reactivación económica y la reforma política (elecciones primarias, bicameralidad, renovación por tercios, reelección congresal y de gobiernos regionales y locales).
Pero independientemente de los temas definidos, si a esta lista no se le suma un compromiso real, además de gestos (como agilidad en Ética y en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, por ejemplo), la agenda legislativa corre el riesgo de convertirse, lamentablemente, en un mal plan.
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