Un día de diciembre del año pasado, Elvis Vergara, congresista por Ucayali y portavoz de Acción Popular (AP) junto a Raúl Doroteo, su colega por Ica; se pasearon por el despacho presidencial, como si visitaran una propiedad de la que fueran, de alguna forma, accionistas. Un trabajador del despacho me contó que le impresionó lo orondos y curiosos que se les veía, indagando por cómo funcionaba el gobierno, como si proyectaran mentalmente todo lo que podían a hacer en un inmenso parque de juegos.
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Pedro Castillo ha convocado a varias bancadas a Palacio. Pero con la de AP tenía un cariño especial, al punto que algunos de sus miembros se permitían estas exploraciones. Lo de ‘Niños’ no sabemos si se le ocurrió porque los vio con los mismos ojos que mi fuente, ni si lo repetía a menudo y se los dijo alguna vez en su cara; pero ese es el mote colectivo que aparece encabezando un archivo sobre las obras direccionadas en el MTC, en un USB que Karelim López ha entregado a la fiscal Luz Taquire. César Nakazaki, abogado de Karelim, así lo ha contado.
He conversado con algunos de los 6 ‘niños’ mencionados por Karelim y me topé con políticos de suficiente experiencia como para replicar acusaciones citando a Belaunde y abogando por la gobernabilidad. De candor infantil, nada. Me ahorro el llamarlos ‘presuntos niños’ porque, en declaración del 10 de marzo, posterior a aquella en que contó 5 de los que solo identificó a Raúl Doroteo de Ica y Juan Carlos Mori de Loreto, la aspirante a colaboradora mentó a 4 más: Darwin Espinoza de Áncash, Ilich López de Junín, Jorge Flores de Puno y el portavoz Elvis Vergara de Ucayali. O sea, los ‘Niños’ están identificados en el relato; la presunción de inocencia valga para no acusarlos de haber cometido colusión y otros delitos asociados a la licitación de las obras en cuestión.
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La ternura del apelativo solo se entiende como ironía. Karelim cuenta que en una reunión con el entonces jefe del gabinete de asesores de Castillo, Auner Vásquez, pedían acceso a nombrar funcionarios en el Ministerio de Vivienda, a pesar de que ya tenían, según ella, entrada en el MTC. Ese apetito desmedido le hizo exclamar a Pacheco, siempre según el relato de su amiga Karelim, que lo que querían era un cogobierno y eso era demasiado.
Ni roche ni candor
En el partido los conocen bien. Cuando solo teníamos identificados a los 2 primero mentados por Karelim, por lo menos un par de fuentes de AP me hicieron un conteo especulativo que arrojaba no 5 sino 6 ‘niños’. Y los nombres que me daban eran exactamente los mismos que finalmente ha dado Karelim. Valga esta coincidencia como un indicio adicional en contra de ellos. El lunes 28, un día después de que se reveló en El Comercio, que Karelim incluía a Vergara en el lote, este mismo, haciendo uso de los 5 minutos que se les da a los portavoces, dio a entender que la bancada entera se oponía a la vacancia. En realidad, de los 15, la presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, no votó; Karol Paredes, presidenta de la Comisión de Ética, votó a favor de vacar y los 13 restantes, incluidos los 6 controvertidos, se abstuvieron (para efectos de salvar a Castillo daba igual abstenerse que votar contra la moción).
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En otras bancadas no hubiera impresionado tanto el llamado a la concertación y a la gobernabilidad, señalando críticas como para no pegarla de aconchabados; pero en Acción Popular llamaba particularmente la atención que lo hicieran. Como me dijo un acciopopulista ajeno al grupete: “parece que los ‘niños’ han perdido la vergüenza”. Tanto la han perdido que uno de ellos, Jorge Flores, visitó al ministro de Salud, Hernán Condori el miércoles por la noche y luego votó contra su censura. En otras circunstancias, esa visita no sería de cuidado; pero teniendo en cuenta que pendía el pedido de censura sobre el ministro y tremendas imputaciones sobre Flores, fue una temeridad de que se siente a sus anchas, al menos en su bancada. Otros congresistas también desfilaron en estos días, incluyendo a las acciopopulistas Silvia Monteza e Hilda Portero, que estuvieron ausentes en la votación. Vergara tampoco estuvo presente. El ausentismo es también una forma de oficialismo.
Volviendo a Flores, otra fuente lo ubica, junto a Darwin Espinoza, cono ‘niño radical’, dando a entender que estos exhiben su simpatía por el gobierno, sin arredrarse por las sospechas que pesan sobre ellos. En el otro extremo, de ‘niño moderado’, esté el loretano Mori, que pidió licencia al partido mientras se le investigaba y votó a favor de la censura.
Elvis y Alva
¿Y, por qué, se pregunta uno, la bancada y el partido no empujaron al resto de los mentados a actuar como Mori? ¿Por qué, al menos, no le piden a Elvis Vergara que deje la vocería? El partido, como bien saben y lo hemos contado en otras crónicas, está desarmado ante la bancada. No tienen la autoridad formal para tramitar expulsiones ni la capacidad de liderazgo para imponer acuerdos a los congresistas. Tras la primera revelación de Karelim, emitieron un comunicado reclamando investigaciones y pasos al costado, contrastando con la primera reacción de la propia bancada en la que negaron todo sin siquiera ofrecer una pesquisa interna.
Con el paso de las semanas, la dirigencia nacional ha perdido su capacidad de escándalo. Un dirigente me dice que el rechazo a la moción de vacancia sí le parece coherente. Que, si bien dos semanas atrás, todos votaron por la admisión a debate, ello no necesariamente implicaba que votarían a favor de la vacancia; sino, tan solo, fue una voluntad de cuestionar al presidente. Vaya y pase la coartada gradualista; pero cuesta entender el silencio del comité político ante las nuevas revelaciones que incluyen a Vergara. Le pregunté a Víctor Andrés García Belaúnde, miembro del comité, si pensaban, al menos, manifestarse a respecto. Me contó que se van a reunir el sábado temprano y allí él piensa plantear que “todos los mencionados, por delicadeza y para evitar comprometer a la bancada, deben pedir licencia”. Sobre Vergara y Doroteo, portavoces principal y alterno, piensa plantear que “dejen de ser voceros aquellos sobre los que pesan acusaciones de colaboracionistas y de hacer enjuagues con el gobierno”.
Le escribí a Vergara, para preguntarle si pensaba dar un paso al costado, pero no me ha contestado. Quería preguntarle, además, qué hubo detrás de su tenso intercambio con María del Carmen Alva, el día en que se votó la vacancia. Antes de empezar el debate, este pugnaba por intervenir. Alva no le hizo caso hasta que él, molesto e irónico, le reclamó su atención. Cuando por fin pudo explicar que quería pedir la reconsideración de la votación de una cuestión previa, ella le replicó, de mala gana, que tal cosa solo se podía pedir por escrito. Luego, en su intervención como portavoz, levantó la voz y Alva lo interrumpió pidiéndole que “baje el tono”.
La verdadera bronca no fue ese seco intercambio; fue en la víspera. Tras la revelación, en El Comercio, de que Karelim sindicaba a 6 niños, incluyéndolo a él, la bancada emitió un comunicado negacionista en el que ni siquiera ofrecían una investigación interna. Alva, según fuentes cercanas a ella, habló con Vergara para expresarle su disconformidad con esos párrafos. Al día siguiente, ambos estaban en orillas tan distintas que, según me dice alguien que la conoce bien, probablemente hubiera votado a favor de la vacancia si la correlación se veía ajustada. Aunque está facultada a votar en cualquier momento como cualquiera de los 130, la tradición es que quien preside la mesa no lo haga. Ella lo ha hecho por lo menos en dos oportunidades, a favor de la ley que regula la cuestión de confianza y de la ley sobre el referéndum.
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La derrota de la vacancia y la distensión provocada por el fútbol, dieron seguridad a los ‘niños’ para intentar favorecer a Condori. Por otro lado, el silencio de la bancada, puede indicar que han logrado imponer su simpatía al gobierno como un método de supervivencia digno de emular pro sus pares. Por ahora, reinan en la bancada. El foco principal de las acciones del Ministerio Público está no está en ellos ni en el Congreso; sino en el Poder Ejecutivo y en los entornos del presidente. Por ahora, los congresistas de Acción Popular presuntamente asociados a una mafia de la construcción, parecen doblemente inmunes: por que su condición parlamentaria aún les da prerrogativas ante la justicia y porque son menores de edad.
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