Doña Patricia Li Sotelo (61) no se distrae de la política. Es soltera y vive para el partido que preside, Somos Perú (SP). A sus jóvenes militantes les llama ‘hijos’. Esta mujer, a su modo, lleva el termómetro de la política nacional. Habla de tú a tú con los presidentes, cubiletea con los líderes de otros partidos como Keiko Fujimori y César Acuña, y ha hecho maniobras audaces como jalarse a su amigo Martín Vizcarra para brincar la valla en las elecciones del 2021. (Ahora mismo, está haciendo otra, pensando en su futuro electoral, pero luego se las cuento). Ha hecho buenos fichajes para alcaldías en todo el Perú, la especialidad de SP desde que lo fundó Alberto Andrade en 1997. También tuvo problemas con la justicia: una sentencia por peculado, que se la ganó como alcalde vacada de Punta Negra.
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Li Sotelo andaba retrechera con el tema de la vacancia. No apoyó la primera apurada moción de Patricia Chirinos, que ni siquiera llegó a debatirse. Sí estuvo de acuerdo con su bancada en apoyar la admisión a debate de la segunda moción; pero, a la hora decisiva, promovió votar en contra de ella. Pues esta vez, desde antes de la redada palaciega y la entrega de Yenifer Paredes, ya le dijo que sí a la vacancia y si Patricia dice que sí, los 16 miembros de su CEN (comité ejecutivo nacional) se alinean con eso. La bancada es díscola; pero la cúpula somista asegura que habrá un voto en bloque.
¿Cómo sé esto, si Li Sotelo no da entrevistas ni responde a la prensa? Porque se lo pregunté a Mario Fernández Garibay, secretario general del partido. Me dijo: “Sí, respaldamos la vacancia y esa es la idea de las fuerzas que nos reunimos en la mesa directiva”. Por cierto, SP ha perdido su lugar en la tercera vicepresidencia, por el doble traspiés de su militante Wilmar Elera. Además de declarar una barbaridad machista en defensa de su colega ex apepista imputado por violación, Freddy Díaz, le cayó una sentencia por colusión agravada, derivada de su participación como supervisor en una obra de alcantarillado en Piura en el 2012. Pidió licencia a partido y bancada, antes de que el Poder Judicial ordenara su captura. En su lugar, SP propuso a Hitler Saavedra, pero lo retiró en aras de la unidad de la coalición vacadora. Otro afiliado piurano, Bernardo Pazo, ex alcalde de Sechura, ingresará en lugar de Elera.
Ay, Salas
La sospecha de oficialismo solapado de Somos no se disipa solo con votaciones. Arreció cuando Alejandro Salas fue fichado en el Ministerio de Cultura el 1 de febrero. Era un conocido dirigente somista, que por poco no llegó al Congreso con el arrastre que logró Martín Vizcarra en Lima. La versión que dieron, al unísono, Salas y el partido, fue que era una decisión personal del nuevo ministro, y que, como corresponde en estos casos, había pedido licencia al partido.
Por supuesto, era difícil tragarse esa versión. Ahora, tras la carta de renuncia de Salas, en la que afirma que fue propuesto por el partido, han tenido que sincerarse. En efecto, en enero, Castillo hizo una convocatoria para participar en un nuevo gabinete y la cúpula de SP propuso a Salas, con el acuerdo de no hacerlo explícito. Al poco tiempo –y me consta por conversaciones con fuentes somistas- se arrepintieron cuando lo vieron inflamarse de castillismo. Las bases no lo soportaban y reclamaron al CEN su expulsión, que fue acordada en junio (lo contamos en “¿Quieres estar con Pedro?” del 27/6/2022), pero recién decidieron conminarlo públicamente a irse el 1 de agosto.
Al renunciar, de pura pica, Salas contó que sí había sido una propuesta asolapada del partido al gabinete. Y culpó a otros dirigentes de su expulsión, dando a entender que Li lo respaldaba. No es lo que me dicen mis fuentes somistas. Estas me aseguran que Patricia ya no quiere cerca a su hijo Alejandro y quiere vacar a Pedro porque no le ve futuro.
A propósito del futuro, cómo prometí contar, doña Patricia ha encabezado otra movida audaz, algo nuevo y temerario en la historia del corazón partido (el símbolo impuesto por el fundador Alberto Andrade es un corazón, que ha sufrido con mucho pleito y viraje). ¿Qué ha hecho? Pues fichar a Esdras Medina, que había renunciado a Renovación Popular. ¿Quién es Esdras? Pues el evangélico ultraconservador arrebatado que fue desairado por su bancada cuando hacía las negociaciones para participar en la mesa con Lady Camones, tras lo cual armó una plancha con Perú Libre, la bancada magisterial y los ‘Niños’ de Acción Popular.
El fundamentalismo de Esdras paró los pelos a la portavoz Kira Alcarraz, invitada del partido que llegó en la cuota de Martín Vizcarra. Líder de olla comunes, mujer independiente, liberal y enemiga del oficialismo, discrepó con su bancada en su fase semioficialista. Estuvo de licencia por motivos de salud cuando eligieron a Elera para la mesa, y le molestó no ser consultada. Hizo las paces y le dieron la vocería, lo que fue un golpe para Li Sotelo, que presintió que Alcarraz se opondría a sus decisiones. En efecto, las propuestas de Li para ocupar los espacios en la Comsión Permanente y la Sub comisión de Acusaciones Constitucionales, fueron cambiadas por Kira.
Mira: Esdras Medina ingresó a la bancada de Somos Perú.
La vocería de Alcarraz iba a ser insostenible con Esdras, de modo que su renuncia y pase a la nueva bancada Integridad y Desarrollo, detiene el curso de colisión y le quita a Patricia un peso de encima. ¿Pero porqué hacerse de otro peso enorme, con los pro vida? La respuesta la obtuve conversando con un veterano somista. Para SP es una novedad aliarse con sectores evangélicos, pero de cara a un futuro de elecciones anticipadas, podría ser una salvación para saltar la valla, como lo fue el vacado Vizcarra. Patricia Li no da puntadas gruesas sin hilo. Eso sí, la resolución para vacar a Castillo no va a cambiar con los evangélicos. Esdras se alió pasajeramente con Perú Libre porque creía que así su agenda pro vida y pro familia estaba segura en el Congreso, pero le tiene fe a la vacancia.
Cinco de seis
Podemos mantuvo el mismo solapado respaldo a la continuidad de Castillo que Somos Perú. El presidente del partido, el también congresista José Luna Gálvez, tiene mucho más recorrido político que Patricia Li. Antes de fundar Podemos en el 2018, fue líder de bases apristas y la eminencia gris de Solidaridad Nacional. Se hizo magnate de la educación, convirtiendo su academia Telesup en universidad y participó –según investigaciones fiscales en curso que han incluido hasta un pedido de prisión preventiva- en una compleja red de tráfico de influencias con tentáculos en el ex CNM, la ONPE y el aparato judicial.
Alguien que lo conoce bien y no relativiza los cargos que le ha hecho la justicia, lo describe como un “político brillante para trazar estrategias”. No tengo contacto con Luna Gálvez ni con su hijo José Luna Morales, vicepresidente de Podemos; pero sí he conversado con el secretario general, el congresista Enrique Wong. Había renunciado por unos días a partido y bancada; pero ha hecho las paces, y desde esa nueva armonía con su grupo, me respondió cuandole pregunté por la vacancia: “Nosotros aseguramos 5 votos de 6″.
¿Cuál es el sexto de la discordia? Pues Rodolfo Zea, el maestro ex ministro de Agricultura, investigado y absuelto por dos casos de asesinato, que fue jalado por Podemos para completar la bancada. Recordemos que el economista Carlos Anderson, personaje muy independiente que asesoró el plan de gobierno del candidato presidencial de Podemos, Daniel Urresti y entró por invitación de este a la lista; renunció y los dejó incompletos. Zea fue, en ese momento, una tabla de salvación para mantener el estatus de bancada de cinco miembros.
¿Por qué había renunciado Wong? Fue discreto cuando se lo pregunté, pero pude reconstruir las razones con la ayuda de otras fuentes. Wong tiene una fluida relación con Luna Gálvez pero no con su hijo Luna Morales ni con otro dirigente del partido, el ex congresista Yeremi Arón Espinoza, que es esposo de la actual congresista y segunda vice presidenta del Congreso, Digna Calle. Wong había sido desplazado de decisiones importantes en torno a las elecciones regionales y municipales. Impusieron candidatos que él no conocía y, molesto por esos y otros desaires, esperó a que culminara la elección de la mesa directiva y se fue. Tan molesto estaba con sus correligionarios, que votó por otra lista, la presidida por Héctor Acuña.
MIRA: Enrique Wong volvió a Podemos
Hay otra razón, me señala un congresista de otra bancada, que conoce los cálculos de Luna Gálvez. Las sospechas de venta de votos por prebendas del Ejecutivo habían pasado de Podemos en general a Wong en particular, pillado en un reportaje de “Panorama” como frecuente visitante del MTC y haber, presuntamente, influido en el nombramiento de un asesor de su despacho, Manuel Alberto Talavera, como presidente del directorio de Enapu. Wong ha negado tener injerencia en ello, y me lo repitió en nuestra conversación; pero ha quedado con el aura de haber estado en componendas con el gobierno. Pues, Luna Gálvez podría haber provocado su salida para que este absorba las críticas y la bancada se despercuda de su mala imagen. Pero Wong volvió para participar en la despercudida con la dinastía Luna y con el matrimonio Espinoza Calle. Juan Burgos, el otro congresista del grupo se suma a la vacancia y entre todos esperan convencer a Zea.
Somos y Podemos, son dos microcosmos de la política nacional: dirigencias débiles, bancadas díscolas con invitados esquivos, relaciones asolapadas con el Ejecutivo, renuncias estrepitosas y eventuales amistes. El centro, encarnado por ambas, puede ser, en tiempos de polarización, signo de sensatez y madurez; pero también de acomodos y relativismos. Sin embargo, a estas alturas del gobierno de Pedro Castillo, el par está decidido por el ‘no va más’ del presidente.