La bancada de Perú Democrático está haciendo correr –me lo cuenta un par de congresistas a quienes han pedido firmarla- una moción de censura contra José Williams. Ya cuenta con algunas adhesiones de Perú Libre y del Bloque Magisterial. Perú Democrático es quien más extraña a Castillo, pues en su seno están Betssy Chávez y Guillermo Bermejo, deudos políticos del profesor. Las otras bancadas tienen sentimientos encontrados, pues Castillo, con su golpe, los dejó sin cuotas y sin horizonte. Pero esta crónica no trata de Castillo, un personaje de peso decreciente en la crisis; sino de la posibilidad de la toma del Congreso por un bloque de centro e izquierda.
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La izquierda sola no tiene los votos para sacar o poner a nadie. Pero sí los conseguirá si Somos Perú, Podemos, Acción Popular y Alianza Para el Progreso se suman a su afán de cambiar a Williams y a la mesa entera. Claro, en ese caso, el candidato tendría que tirar un poco hacia el centro. “Las fuerzas progresistas han sido excluidas de los dos congresos [legislaturas] anteriores”, me dice Guido Bellido. Me contesta desde el Cusco. Las protestas le impiden llegar a su provincia natal de Chumbivilcas, pero hay que destacar que es de los muy pocos congresistas del Sur caliente que se han animado a visitar siquiera a sus capitales de región en la semana de ‘representación’. Las comillas tienen mucho sentido pues, tras las desgracias padecidas por Eduardo Salhuana de APP y Jorge Luis Flores Ancachi de AP (a uno le quemaron su casa en Puerto Maldonado, al otro su vivienda en Ilave), es desaconsejado que viajen al encuentro de sus ‘representados’.
Cuando le pido al ex premier y ahora miembro de Perú Bicentenario (bancada de ex peru libristas) que imagine como debiera ser esa mesa, me hace una introducción: “Hay sectores indignados con la actitud que se ha tenido ante Castillo, indignados por cómo se ha procedido con la presidencia, indignados por la muerte de casi 50 hermanos; por eso la mesa debe ser convocante”. Guido no quiere darme nombres, pero le pido que esboce un perfil. Me dice que debe ser un congresista del Sur y vicepresidentes de otras regiones. ‘¿Una mesa de los 4 suyos?’, le pregunto. “Territorial”, replica, y no es la primera vez que oigo ese término en estos días de protesta.
Conversé con otro congresista de izquierda, Edgard Reymundo, portavoz de Cambio Democrático (ex Juntos Por el Perú). No se puede decir que Reymundo se la tenga jurada a Boluarte, como los maestros y los perulibristas que la tratan de traidora para abajo. Él fue autor del informe que la exculpó en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales. Sin embargo, como toda su bancada, pide que ella renuncie. También cree que debe hacerlo Williams. Me da su posición a título personal pues, según aclara, no ha sido discutido en su bancada. “Que al concluir el periodo legislativo, venga una nueva etapa, con una nueva mesa”, me dice, buscando un corte y un momento para el cambio que, a su entender, debe darse al margen de que Boluarte esté o no en el poder.
Reymundo tampoco da nombres, pero sí el perfil: “Debe ser alguien convocante, que no haya tenido posiciones extremas”. Y remata: “Sería un buen gesto político del Congreso que haya un cambio de mesa directiva para darle una lección pedagógica a Dina. Pero que sea razonado, conversado. Que no sea fruto de una censura; eso sería una torpeza”. Ya sea por la censura como pretenden los que corren la moción respectiva o por la vía conversada que pide Edgard; está muy claro que la cabeza de Williams está asociada a la de Dina. Pero hay más, incluyendo un papelito con una promesa lanzada al viento en julio del 2022. Luego lo veremos.
También conversé con la congresista Silvana Robles de Perú Libre, ex ministra de Cultura en el último gabinete de Castillo. Ella no ha firmado la moción de censura contra la mesa de Williams porque quiere hacer sus propios aportes al documento. El 11 de diciembre, en agitada sesión del pleno, presentó una moción de censura a la mesa porque, a su modo de ver, no habría cumplido el debido proceso al vacar a Castillo. Le pregunté si habían discutido una posición respecto al cambio de mesa en su bancada. Me contó que acababa de hacer un análisis con parte de su grupo y concluyeron que “sí o sí, buscan la renuncia o la censura de la mesa directiva del Congreso”. Silvana me dijo algo más acuciante pues tiene implicancia sobre la salida política que esperanza al gobierno: “En una segunda legislatura, la votación sería en contra de las elecciones 2024. La lucha política sería porque se vote en esta legislatura el dictamen en minoría que tiene Jaime Quito”.
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Quito, de Perú Libre, miembro de la Comisión de Constitución, aboga en su dictamen no solo por elecciones más prontas, sino por que se haga un referéndum que abra las puertas a la posibilidad de convocar a una asamblea constituyente. Cuando le pregunté a Robles si tienen algún candidato o perfil para reemplazar a Williams, me dijo que solo han discutido el escenario del cambio de la mesa pero no tienen una propuesta de nombres. Lo que sí está claro es que que Perú Libre quiere participar en la mesa directiva del Congreso.
Yo no firmé
Cuando el autodenominado ‘bloque democrático’ compuesto por Fuerza Popular, APP, Avanza País, Renovación Popular y Podemos, se puso parcialmente de acuerdo en lanzar la candidatura de Lady Camones para presidir la mesa; hicieron un compromiso. Lady y los voceros de cada partido firmaron la promesa de renunciar a la mesa una vez que vacaran a Castillo. Al poco tiempo de asumir, Lady, por una intriga que la dejó mal parada ante sus colegas, fue censurada y la reemplazó Williams. Este, aunque se lo pidió José Luna Gálvez de Podemos, con papel y lapicero en la mano, se negó a firmar el acuerdo. En más de una entrevista, explicó que le pareció que eso mellaba su autoridad y tampoco le dio más vueltas al asunto, pues la presión de Luna ocurrió minutos antes de la votación que le dio el triunfo.
La actual tercera vicepresidenta del Congreso, Digna Calle, de Podemos, sí firmó el compromiso. Ella, como algunos recordarán, es de las primeras ‘adelantistas’, pues insistió en su proyecto de adelanto de elecciones para el 2023 mucho antes de caer Castillo. La relación con sus colegas es mala, de modo que no se extrañen –como me lo hizo entrever una fuente de Podemos- que Digna renuncie sola, apurando el cambio de la mesa. Alejandro Muñante no firmó pues ingresó en reemplazo de Wilmar Elera, pillado y obligado a renunciar por tener una sentencia penal a cuestas (ya fue desaforado). Martha Moyano tampoco firmó pero lo hizo su portavoz Hernando ‘Nano’ Guerra García en nombre de la bancada, de modo que Martha está comprendida.
Williams no prometió irse, pero es parte de una correlación que pensaba –y lo dejó por escrito en un compromiso de honor- que la caída de Castillo debiera ser correspondida con la renuncia de la mesa directiva. Presidente nuevo, mesa nueva. Así pasó en la transición de Paniagua y también en la de Sagasti. Claro que el momento es distinto, pues la inestabilidad pide no dar más tumbos; pero el compromiso allí está. Conversé con un dirigente fujimorista que me aseguró que el tema de una eventual posta de la cabeza congresal/presidencial no se ha debatido ni en su bancada ni en su partido; y que FP mantiene su posición de no aspirar a presidir la mesa. Y añadió, con mucha serenidad y a título personal, que no vería mal la figura de un Williams bajando voluntariamente al llano, en una suerte de renuncia que no excluya la posibilidad de ser ratificado o de ganar si compitiera con otro candidato.
Lo más probable, entonces, si no se produjera una renuncia motu proprio es que el bloque que llevó a Williams (Avanza País, que es su bancada; Renovación Popular y Fuerza Popular) lo defienda, que APP lo piense, que Podemos se aparte, y que tenga de todos modos uno o más competidores. Los congresistas con los que he conversado piensan que sería mejor que esto suceda antes de caer Boluarte, para no aumentar una sensación de anarquía tras su eventual renuncia. Pero el Congreso está muy fragmentado como para concertar un cambio de mesa preventivo. Les sería tan difícil como conseguir hoy mismo 87 votos para aprobar una reforma constitucional.
Conversé con un dirigente de Somos Perú que me contó que hace pocos días el partido tuvo una reunión de su CEN (Comité Ejecutivo Nacional), con presencia de congresistas y algunos de sus 7 gobernadores. Dos de ellos, son de las regiones calientes (Werner Salcedo de Cusco y Gilia Gutiérrez de Moquegua), los otros son de Lambayeque, Pasco, San Martín y Loreto. Su evaluación es sombría. “La protesta se está extendiendo aún a regiones que estaban tranquilas. La posibilidad de que se mantenga Dina Boluarte es poca sino no se convoca rápidamente a elecciones. Eso no se puede dilatar; pero hasta la segunda votación del adelanto para el 2024 no está asegurada, la izquierda quiere caos”. Preguntado por un eventual recambio de Williams me dijo: “No hemos querido ponernos en ese escenario, no queremos contribuir a más inestabilidad. Ya lo veremos si llega”. El fiel de la balanza no sabe cuánto peso le caerá encima.
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Y ustedes me preguntarán, ¿hay candidatos para reemplazar a Williams?. Los congresistas que plantean su cambio se resisten a dar nombres pero descartan que sea del bloque de derecha. Son más sutiles cuando hablan de la izquierda, pero se sobreentiende que los de Perú Libre, Perú Democrático y el Bloque Magisterial tendrían menos chance por estar en el otro extremo. Quienes compitieron contra Camones (Gladys Echaíz, Héctor Acuña y Esdras Medina) y luego contra Williams (Luis Aragón de AP, Bellido entonces de Perú Libre, José Luis Elías de Podemos, José María Balcázar de Perú Bicentenario y Carlos Zeballos entonces de Integridad y Desarrollo); serían los candidatos naturales, pero algunos se han despintado como Acuña, se ha quedado en extremos como Echaíz o ya no tienen bancada como Zeballos.
Ojo a este dato: Los no agrupados no pueden postular a la mesa, de modo que cualquier fichaje de uno de ellos en alguna bancada, podría ser la señal de un afán de ser candidato. Por ejemplo, Flor Pablo, voceada en redes (más no en los Pasos Perdidos), no podría postular a la mesa pues Integridad y Desarrollo se desintegró. Tendría que ingresar a otra bancada. Como sucedió con la transición de Sagasti, cuando tuvimos 48 horas de anarquía, es probable que, llegado el momento, caigan y aparezcan candidatos, sin descartar la posibilidad de que Williams se ratifique.