Víctor Zamora, con nuevo espaldarazo vizcarrista, prefiere hablar con cautela de un descenso lento en los contagios y de lo que se viene tras la cuarentena. (Foto: Lino Chipana)
Víctor Zamora, con nuevo espaldarazo vizcarrista, prefiere hablar con cautela de un descenso lento en los contagios y de lo que se viene tras la cuarentena. (Foto: Lino Chipana)
Fernando Vivas

El miércoles, el presidente respaldó a en su ronda del mediodía, frenando los rumores sobre su salida y al reclamo que el hacía de su cabeza. Así que nos contesta como si acabara de recargar baterías; ‘cauteloso para hablar de éxitos como de fracasos’ según su propia receta. Nos cuenta que la mitad de su equipo está infectado, pero él, según prueba molecular reciente, está sano y pensando en el reto adicional que se viene tras la cuarentena.

-Usted ha sido cauteloso para no decir si estamos en la meseta, pero el presidente ya dijo que estamos iniciando la cuesta abajo. ¿Confirma lo dicho por él o sigue siendo cauteloso?

Nuestras afirmaciones se basan en varios estudios que han llegado, no en forma unánime pero sí mayoritaria a la misma conclusión usando los mismos datos. El Grupo de Prospectiva [del Minsa] y por lo menos el instituto de métricas de EE.UU han llegado a dos conclusiones: Que habríamos llegado al tope y que se ha ‘enlentecido’ la epidemia, habiendo alcanzado entre 8 y 9 días la duplicación de casos. Empezamos un descenso lento y la lentitud se debería, solo midiendo muertes, a que vamos a tener varios picos de epidemias descentralizadas.

-¿Hay distintas fase de epidemias en el país y en la propia Lima?

En el Perú la epidemia no es una ola sino varias olas de una tormenta tropical. Tienes olas muy elevadas ahorita en el Norte, en Lima unas olas ya en el cinturón de pobreza, y olas pequeñas o en formación en el Sur.

-¿Hay temor y preocupación porque al liberar la cuarentena haya un rebrote?

Está presente, de ahí que se planteó que las medidas para salir sean muy cautelosas, aunque unos piensan que son agresivas. No se abrirá la economía de un solo golpe, para hablar de la formal; porque la informal ya se empezó a abrir campo informalmente.

-El sector informal es incontenible...

Por las características de nuestra sociedad se ha perdido mucho empleo e ingresos y van acompañados de necesidades básicas, de hambre, la gente necesita salir a recursearse.

-Uno presume que en los consejos de ministros usted defiende la cuarentena y los ministros de la producción la apertura. ¿Es así?

Es nuestro propio baile. Está Salud señalando los riesgos que significaría en términos de enfermedad y muerte, y están los sectores productivos y económicos señalando, con certeza también, la necesidad de volver a la producción, a recuperar los empleos. El desempleo es un condicionante de la salud.

-Eso quería oír: la necesidad de trabajar es importante para preservar la vida.

Por supuesto.

-Entonces, hay un punto de encuentro entre los ministros que se reflejará en las decisiones.

Que se refleja. Si uno abre demasiado la economía vuelve a tener contacto intenso y la regla principal de la lucha contra el virus es la separación; pero por otro lado la gente necesita laborar para tener ingresos y reducir el hambre y la desnutrición y otras enfermedades. El ‘trade off’, qué dejo para ganar otra cosa, es muy complicado. Aquí y en el mundo. Cómo volvemos a la economía como la conocíamos sin que volviendo nos matemos.

-El gobierno está asumiendo, en las conferencias del mediodía, que los martillazos pusieron el acento en el lado represivo y ha faltado orientación para que calen los mensajes. ¿Participa de esta autocrítica?

Así como soy cauteloso en señalar los éxitos, soy cauteloso en señalar los fracasos. No tenemos un punto certero para compararnos. Nuestro martillazo no ha tenido éxito comparado, ¿con qué? No podemos decir ‘no lo hemos logrado’.

-Tenemos cambios y ajustes de una línea, bajo el supuesto de que no era la más adecuada.

Bajo el supuesto de que la misma medida no se sostiene con la misma fuerza todo el tiempo y hay que hacer variaciones. Pero uno camina y observa que el uso de la mascarilla es universal y la mayor parte de las personas respeta su línea en las colas. No hemos hecho mediciones de lavados de manos, pero hay una disminución de enfermedades diarreicas que asumimos tiene que ver con que la gente se lava más las manos y usa gel. Pero uno ve circulando combis en Lima…

-Y eso sí es contagio inevitable. A nivel regional estamos en distintas fases y capacidades. ¿Qué hace el Minsa para fortalecer esas capacidades sin que las regiones sean muy dependientes del gobierno central?

La epidemia ha revelado todas las falencias del sector salud. Lo que vemos en materia de descentralización, es que la epidemia es más mortal en provincias. El mayor músculo se encuentra en Lima. También la mayor epidemia está en Lima.

-En Loreto es muy dramático y lo menciono porque usted declaró algo sobre la igualdad de todos ante la ley, que algunos lo entendieron como desapego hacia sus colegas.

No, para nada. En mi caso, nada más lejano. He perdido un muy amigo mío en Loreto hace tres días, con el que estudié en la universidad. Cuando fui a Iquitos, lo vi grave pero vivo. He perdido amigos, he trabajado en la selva. En la entrevista me preguntaban que estábamos haciendo, yo decía que faltan herramientas normativas y cuando me preguntaron porque no traigo [a los médicos graves] dije que no tengo las herramientas.

-Hubo luego unos vuelos de iniciativa palaciega. ¿Fue parte de esa iniciativa?

Antes de que la iniciativa escalara al nivel del premier y el presidente, hice una gestión personalísima con donantes y traje 15 profesionales. Se lo dije al presidente del Colegio Médico con la condición de que no lo divulgara para no generar expectativas en otros, porque no iba a poder sostenerlo.

-¿Cómo surgió la iniciativa posterior del vuelo del avión presidencial?

La presión del Colegio Médico, porque había mucha gente afectada, continuó. Involucré al premier. Le pedí que me apoye en dialogar con el colegio, iban a ir a Palacio. Fue ahí que el premier me dijo ‘déjeme hablar’, hubo una donación y consiguieron que fuera un avión presidencial.

-Se van a presentar más de estas circunstancias terribles.

Hemos creado una línea presupuestal formal para este tipo de viajes en caso que se requiera.

-Otra cosa terrible es que por un lado se les ve haciendo gestiones hasta para rescatar un ventilador, y nos enteramos, por investigación de El Comercio, de camas sin usar en el Hospital Dos de Mayo por algo que parece desidia burocrática. [Aquí puede leer el informe que El Comercio publicó: ]

Eso es falso, he estado hoy en el Dos de Mayo. Incluso las fotos que se publican no corresponde al aérea de UCI. No son 40 camas [como dice la denuncia]. Había un acuerdo de implementarlas si se cumplían requisitos como el aire acondicionado. Son 10 [camas].

-El asunto es que hay prácticas burocráticas que agravan la crisis. Ese es otro frente de batalla.

Por supuesto, esta es una maquinaria básicamente burocrática con prácticas que es difícil poner a tono con las necesidades.

-Hay una dualidad estructural entre el Minsa y Essalud. ¿Está sumando o hay fricciones que corregir?

Essalud y el Minsa nunca han trabajado juntos a este nivel de intensidad. Somos dos organizaciones que nos diferenciamos mucho en nuestro financiamiento, nuestra forma de pensar, todo, pero hemos sustantivamente avanzado en trabajar juntos. No hubiéramos podido saltar de 100 camas a 276 y a 1000, sino hubiéramos trabajado juntos.

-¿Tiene trato directo con Fiorella Molinelli [jefa de Essalud]?

Claro, de hecho nos hemos reunido con el presidente hoy [miércoles] para finiquitar la construcción de hospitales de campaña.

-Volvamos a la próxima liberación de la cuarentena. El Minsa valida los protocolos de las actividades económicas, ¿no?

Nosotros generamos lineamientos y luego cada sector elabora su protocolo en función de los lineamientos. Luego el Minsa valida para ver si están de acuerdo.

-¿Quián va a fiscalizar su cumplimiento? ¿El Minsa o la Sunafil?

Sunafil [dependencia del Ministerio de Trabajo] realiza la supervisión del empleo y le va a agregar un capítulo de salud.

-No tiene esa capacitación.

Por eso, el Minsa lo va a capacitar.

-Allí se ve un cuello de botella.

Por supuesto, casi en todas las áreas de la nueva convivencia estamos encontrando que se tienen que generar nuevas capacidades.

-Hay mucha prueba/error en el gobierno.

En el mundo.

-¿Cómo así sucede algo como de los guantes, que sean obligatorios, luego ya no?

Fue una fe de erratas. Lo que tengo entendido, porque el Minsa no intervino en ese decreto, es que solo hicimos los lineamientos y en función de ello, Produce y otros ministerios desarrollaron el decreto e incorporan una versión diferente con los guantes. No es una recomendación nuestra, ni la compartimos, nos sorprendió. Todo está en revisión en general. Incluso nuestros lineamientos hablan de 1mt y se puso 2mt.

-¿Qué le puede decir a sus colegas del Interior que incentivaron una práctica de muchas detenciones a trasgresores aislados que se puede presumir han sido gran fuente de contagios?

Es ciertamente una presunción valida. Hay otra también: los policías trabajan en enclaustramiento, no regresan a su domicilio, viven en confinamiento y actúan como un rebaño [en concepto epidemiológico]. Un policía se infecta en un arresto y contamina al resto.

-Las dos presunciones se alimentan. Esa lógica represiva que se está corrigiendo, de toques de queda que acortan horas de salida en lugar de alargarlas para evitar aglomeraciones; ¿debe profundizarse en beneficio de orientar a la gente?

Más que corregir usaría la palabra explorar. Hay que explorar distintas fórmulas. Hemos explorado la fórmula punitiva y ahora vamos a explorar otras fórmulas menos punitivas, o más laxas. Cada una nos va a dejar una lección distinta.

-Nos van a dejar bailar un poco.

Pasa lo mismo con los niños. Es un experimento. Vamos a sacar a nuestros niños por salud mental y también para empezar a introducirlos al mundo de las mascarillas y el distanciamiento, como agentes de cambio en la propia familia. Eso también es un experimento que se hace en otras partes del mundo y sus resultados todavía no se tienen.

-Tiene que haber más orientación e incluyo una autocrítica a los medios. ¿No hace falta que la población haga suyos los protocolos para la nueva convivencia?

Si, y ahí soy autocrítico respecto al sector salud. Nos compete una responsabilidad mayúscula en promover las nuevas conductas. Son 3: una basada en el siglo V romano cuando se inventó el jabón, la otra la invención de la máquina de coser para hacer las mascarillas, la otra del medioevo que es el confinamiento en épocas de peste. No hay más.

-Agrego una 4ta, del siglo pasado, cuando se inventan los medios de comunicación audiovisual. Usted buscó la asesoría de Juan Carlos Ruiz, que tiene asesorías cuestionables en el pasado. ¿Sigue trabajando con usted?

No, Juan Carlos se enfermó. Acá la mitad de mi equipo está enfermo.

-¿Y usted ministro?

Estoy sano hasta el día de hoy. Hace un par de días me he hecho la prueba.

-Disculpe la pregunta, pero nos interesa saber que las autoridades estén sanas. ¿Los ministros y el presidente se hacen tests regularmente?

No nos hemos hecho grupales, cada uno ha buscado hacerse un test de acuerdo a su nivel de riesgo.

-¿Cómo está el ministro Jorge Montenegro [confirmó que estaba enfermo]?

Está bien, se le hospitalizó por una pequeña complicación, pero hasta donde sé, está bien.

-Podemos soñar con el momento, en la salida de la epidemia, en que contemos con moleculares rápidas para determinar quienes pueden hacer ciertos trabajos.

Existen en 13 regiones las capacidades para realizarlas, solo las tiene el Estado. Pero el único productor del kit es EE.UU. y prohibieron su exportación. Por eso seguimos haciendo la estándar molecular y hemos firmado un convenio con la OMS para tener 50 mil más.

-Algo tarde se está trabajando en mejorar condiciones de los mercados como fuentes de contagio. Pero cerrarlos no resuelve el problema porque la gente se aglomera en otros mercados. Otra vez, la lógica punitiva.

No es fácil. Hay que insistir en las nuevas reglas de conducta y en los mercados se tendrán que respetar las reglas. Se ha generado un incentivo económico a los municipios para que transformen los mercados.

-Le cito un documento del propio Minsa, el libro de su grupo de científicos sociales. Omar Manky sugiere habilitar espacios como el Estadio Nacional.

Eso ha derivado en estudios particulares para ver la factibilidad de estas recomendaciones. Así como concentrar en espacios grandes, también hay ideas para partirlos en mercados pequeños o hacer uno lineal.

-¿El Minsa se prepara con comprensible temor para la apertura gradual o piensa que podría haber dos semanas más?

Evito señalar plazos y fechas. Lo que puedo decir es que esperamos volver de manera cautelosa a la nueva convivencia que estará marcada por dos elementos: la distancia cuando sea posible y sino con el ‘pasaporte’ que señale que se está libre de la infección, pero para eso se necesitan las moleculares rápidas.

-¿Pero al Minsa sí le preocupa la reactivación porque es también importante para la salud física y mental?

Nos preocupa en sentido positivo. Somos conscientes de que la gente necesita volver al aparato productivo en tanto no tenemos un poderoso aparato [estatal] que le permita estar en su domicilio y seguir comiendo.

-¿Es un izquierdista que goza con el golpe al capitalismo?

Soy una persona dedicada a la salud pública y esta tiene condicionantes. El principal es el bienestar. Me precupa el bienestar .

-Los martillazos han sido muy duros, ministro.

Son muy duros pero han sido necesarios para evitar una mortandad que de otro modo no se hubiera podido evitar. La prolongación de los martillazos está generando un efecto secundario que estamos viviendo en desempleo y desnutrición y hambre y otros efectos adversos en la salud mental. Además, hay deterioro de la salud por no acceder a los servicios. Hay otros efectos de la inmovibilidad prolongada, soy consciente, así que no hay ánimo ideológico.

-La tarea es todavía larga.

Es una tarea dura pero estoy orgulloso de que se ha hecho un llamado a la unidad y ha empezado a rendir sus frutos y multiplicado la capacidad de respuesta del sistema de salud que todos vemos endeble. No es Corea del Sur pero hemos sacado de esta maquinaria el máximo de sus capacidades y podemos sacarle un poquito más.

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