La campaña por el No a la revocatoria de Susana Villarán habría recibido US$3 millones de Odebrecht, según Raúl Ribeiro Pereira Neto. (Foto: Archivo El Comercio / Video: El Comercio)
La campaña por el No a la revocatoria de Susana Villarán habría recibido US$3 millones de Odebrecht, según Raúl Ribeiro Pereira Neto. (Foto: Archivo El Comercio / Video: El Comercio)
Diana Seminario

La declaración de en Brasil ha dejado mudo a más de uno en Lima, porque ha confirmado lo que hace año y medio este Diario publicó como primicia: que las empresas brasileñas y OAS financiaron con 3 millones de dólares la campaña por el No a la revocatoria de la entonces alcaldesa .

“Debimos preguntar más”, “Jamás imaginé”, es lo que atinan a decir los defensores de Villarán para quienes los dichos de Barata son santa palabra si se trata de otros, pero si menciona a Villarán “tiene que probarlos”.

El ex hombre fuerte de Odebrecht ha dado montos y ha reproducido diálogos, como que Susana llamó para agradecer el aporte, o que el gerente de la municipalidad José Miguel Castro siguió pidiéndole dinero incluso después de la campaña por el No, porque “aún había cuentas por pagar”, lo que nos recuerda la célebre frase de Toledo que ha sido ventilada durante los interrogatorios en Curitiba: “¡Págame, Barata!”.

En noviembre del 2017, cuando se publicó la declaración del publicista Valdemir Garreta, escribí en este mismo espacio que “solo una mirada sesgada no podía o no quería ver que los millonarios recursos [para la campaña del No ] tenían una fuente irregular.

Criticar en su momento la gestión y la supuesta ‘incondicionalidad’ de algunos de los rostros del No era sinónimo de ser parte de una “mafia”, porque la contienda de entonces era entre “la decencia y la mafia”, como le gusta a la alicaída y autoproclamada reserva moral trazar la cancha. Y me reafirmo en lo dicho entonces, ya que Barata está obligado a decir la verdad o pierde beneficios.

Si bien el aporte en sí mismo podría no configurar delito, resulta llamativo que la coalición por el No declaró un millón de soles como gastos de campaña, y la propia ex alcaldesa se apuró en afirmar que el pago a la agencia de Garreta fue de 436 mil soles, cifra a todas luces falsa y que se brindó para que las cuentas cuadren.

Algunos dirán: ¿y qué tiene de malo que una empresa haga una generosa donación a una campaña en la que cree? Mucho, si se tiene en cuenta que la consulta popular por la revocación se realizó el 17 de marzo del 2013 y la Municipalidad de Lima otorgó en febrero del mismo año la millonaria concesión Rutas de Lima a Odebrecht por 500 millones de dólares. Además de firmar una adenda con Lamsac, propiedad de la misma constructora para el proyecto Vía Parque Rímac.

Negocio redondo para los brasileños: invirtieron 3 millones de dólares en la campaña y obtuvieron una concesión de 500 millones. “Tiemblan los corruptos”, decían los entusiastas defensores del lesivo acuerdo de colaboración firmado con Odebrecht. Y la verdad es que no solo temblaron, sino que ahora queda más claro que nunca cómo la corrupción le ganó a la ‘decencia’.

Siendo este –junto con el de la carretera Interoceánica–, el caso más claro de la fiscalía, la ex alcaldesa Villarán vive refugiada en su casa de playa quejándose por el asedio mediático y muy segura de que nada le pasará, mientras que Alejandro Toledo sigue riéndose de nosotros desde Estados Unidos.

Esa es nuestra justicia y ese el tan aplaudido equipo de fiscales del Caso Lava Jato.