El domingo pasado, cuando a la crisis de los relojes se sumó la denuncia de que se había perdido un cuaderno de incidencias con el registro de visitas a la casa de la presidenta, los gobernadores regionales se pusieron a chatear. Algunos conversaron por teléfono sobre la idea de sacar un comunicado, ni muy duro que los acusen de desestabilizadores, ni muy concesivo que sus bases los tilden de ‘dinistas’. Entre los dúos que charlaron estuvieron el gobernador de Cusco, Werner Salcedo, presidente de la ANGR, con César Acuña de La Libertad. Una fuente que conoció la conversación, me dijo que no hablaron desde orillas opuestas, sino que coincidieron en ser firmes pero prudentes.
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El mensaje que quedó esbozado entre la mayoría de gobernadores debía consultarse, una vez escrito, el lunes. Pero, ¡zas!, apareció en la mañana del martes un comunicado duro y escueto, sin más firma que el logo de la ANGR con una frase como esta: “Las regiones del país no respaldaremos actos manchados de ilegalidad y que pongan en peligro la gobernabilidad y la estabilidad del país”. Salcedo, entrevistado en la noche del martes en Canal N, ha dicho que lo discutió con su consejo directivo (vicepresidenta Rosa Vásquez, gobernadora de Lima Provincias; secretaria Gilia Gutiérrez de Moquegua; y los directores Gilmer Horna de Amazonas, Jorge Chávez Silvano de Loreto, Leoncio Huayllani de Huancavelica, Jorge Pérez Flores de Lambayeque y Walter Grundel de San Martín), que la mayoría estuvo de acuerdo y sucedió que algunos se echaron atrás.
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Según mis fuentes regionales, Salcedo no ha dicho la verdad. “Siempre se manda solo, quiere ser candidato presidencial” me dijo una fuente, expresando el mismo malestar que llevó a 19 de 25 gobernadores, una mayoría absoluta, a lanzar otro comunicado criticando al de Salcedo y expresando una posición más moderada. Entre los 19 está la totalidad de su consejo directivo, salvo Chávez de Loreto. ¡Vaya que se molestaron con Werner! Chávez, por cierto, es uno de la media docena de gobernadores que candidatearon por Somos Perú, al igual que Salcedo. Una de las hipótesis del impromptu del cuzqueño es que quiere posicionarse ante la interna del partido, que ya comienza a mover sus fichas para las próximas elecciones. Cuadrado por sus pares, a Salcedo no le quedó más remedio que viajar a Lima a encontrarse con Acuña y arreglar el estropicio gremial.
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Este es el comunicado, liderado por César Acuña:
Un partido para las regiones
No podemos abordar las fricciones políticas entre gobiernos regionales sin dos consideraciones. La primera es que existe una macroregión, la del Sur, con un histórico perfil opositor a la élite política limeña. Eso puede explicar que ni Richard Hancco, de Puno, ni Rohel Sánchez, de Arequipa, hayan firmado el texto promovido por Acuña. Hancco no osaría avalar por escrito nada conciliador con el gobierno. Sánchez tiene un juego propio y vive una circunstancia particular: está negociando los términos en los que su región cedería al gobierno central la gestión del proyecto de irrigación Majes Siguas II, actualmente en un proceso arbitral con el consorcio Cobra.
La segunda consideración es el conflicto entre los partidos de alcance nacional y los movimientos regionales. En los últimos 20 años estos últimos han desplazado a los partidos de la gran mayoría de gobernaciones y alcaldías provinciales (a nivel distrital suele haber agrupaciones locales, que es otra dimensión de la política). La desafección hacia los partidos ha hecho explotar como pop corn muchos grupos en las regiones, varios de los cuales se fundan para un solo proceso electoral y desaparecen con el derrotado. Otros dependen de caudillos que, en el peor de los casos, están ligados a actividades ilegales. Son pocos los movimientos exitosos, consistentes y de largo aliento. Hartos de ver a sus candidatos derrotados por esos caudillos, los partidos en el actual Congreso barajaron un dictamen que intentaba desaparecerlos al establecer que las candidaturas regionales solo podían hacerlas ellos. La reacción airada ante lo que, de hecho, era una amenaza mortal al derecho de participación política, provocó que esta se descartara como reforma particular o escamoteada dentro las reformas que acompañaron la bicameralidad. Tengan en cuenta, además, que los dos tercios del Congreso son políticos regionales que se han codeado, y volverán a hacerlo, con líderes y bases de esos movimientos.
“Los movimientos tienen una propuesta conciliadora, que es tolerar que se legisle obligando a alianzas con partidos. Sin embargo, en esta fase de ‘Congreso impune que lo quiere todo’ que vivimos, podría consumarse el abuso legislativo"
Según me cuenta Freddy Vracko, líder de la Asociación de Movimientos Regionales del Perú, se ha reactivado el afán de legislar contra ellos. Ya no desapareciéndolos al impedir que presenten candidaturas, sino poniéndoles vallas altas de porcentaje de electores y así dejar a varios fuera de carrera. APP, según confirmé conversando con una fuente de ese partido, no oculta ese temperamento ‘anti movimientista’, pues, como partido con base en las regiones mucho más que en Lima enfrenta una dura competencia. Los movimientos tienen una propuesta conciliadora, que es tolerar que se legisle obligando a alianzas con partidos. Sin embargo, en esta fase de ‘Congreso impune que lo quiere todo’ que vivimos, podría consumarse el abuso legislativo.
Por este temor de muerte es que la asociación de movimientos lanzó un comunicado contra el Congreso, pero también arremetió contra Boluarte, confundiendo sus propósitos en medio de la crisis de la ANGR. Le pregunté a Vracko por esta extraña combinación de motivos y me contó, como para entender la complejidad y las ambiciones de la política regional, la expectativa que les despierta un partido inscrito a fines del 2022, el PRIN (Partido Regionalista de Integración Nacional). La idea detrás de este impulso nació para la campaña nacional del 2016, con César Villanueva, que había sido exitoso gobernador de San Martín (2007-2013) y breve primer ministro de Humala (octubre de 2013 a febrero del 2014). Villanueva conversó con Martín Vizcarra y otros ex gobernadores, pensando en un partido y candidatura presidencial propia; pero desechó la idea y llegó al Congreso invitado a las filas de APP. Cuando Vizcarra sucedió a PPK en el 2018, su amigo Villanueva se convirtió en su primer ministro. El plan del partido regional se diluyó al igual que lo hizo, meses después, su relación con Vizcarra, que lo apartó cuando fue procesado por haber recibido presuntas coimas de Odebrecht.
El impulso y la sigla cambiaron de manos y las asumió Walter Chirinos, que había ayudado a inscribir a otros partidos y decidió inscribir el suyo por cuenta propia. Pero el plan regional se ha retomado desde que Chirinos se ha aliado con la asociación de movimientos, que ahora busca lanzarse a las próximas elecciones nutriéndose de esa dualidad ‘Lima versus regiones’ que sigue enervada desde que ganó Castillo. Sin embargo, hay otras fricciones y polaridades entre las regiones mismas, como lo vimos en el impasse de la ANGR. El 2026, o antes al paso que vamos, podría ser la justa de los candidatos regionales arañando el cielo.
Castillo ganó con el voto regional diverso y masivo que lo identificó como uno de los suyos, aunque su background político no era precisamente regional, sino liderar una huelga magisterial nacional en el 2017. Vizcarra fue líder regional más que Castillo, pues solo había hecho política en Moquegua antes de ser Ministro de Transporte y vicepresidente de PPK, un gobierno estigmatizado como muy limeñista a pesar de que trató de apoyarse en los GORE (gobiernos regionales) para enfrentar la mayoría fujimorista. Una vez en el poder, Vizcarra no abrió la cancha hacia las regiones como se hubiera esperado de un ex gobernador; en realidad, cerró la cancha para muchos y eso apuró su fin. Quizá se acerque, en las próximas justas, la hora de las regiones.