Daniel Urresti vive a la misma velocidad con la que habla o tuitea. Precipitado, impulsivo, algunas veces desatinado, muchas veces tosco, el general del Ejército en retiro conoció en solo 10 años los altos y bajos del poder. El freno no lo puso él, sino la justicia.
En el 2013, cuando era asesor de la Presidencia del Consejo de Ministros del gobierno de Ollanta Humala, fue designado para liderar las acciones contra la minería informal e ilegal. Surgió entonces un personaje mediático que opacaba incluso a los ministros de aquella época. Urresti en la puerta del helicóptero, Urresti mirando cómo explota una draga en La Pampa, Urresti arengando a los policías.
En poco tiempo se ganó un apodo: ‘Figurresti’, y un puesto nuevo. En junio del 2014 lo nombraron ministro del Interior, el sexto de aquel gobierno. Urresti no solo tendría cámaras enfocándolo a diario, sino que además podría aparecer como el rostro visible de la lucha contra la delincuencia. Por aquel entonces abrió una cuenta de Twitter, otra de sus armas preferidas.
Ocho meses después, sus tuits y varios groseros errores en operativos policiales fueron la razón para que lo relevaran del cargo.
Lo que sucedió entonces fue rápido y violento, como tenía que ser, y marcó la vida futura del militar. No pasaron ni 10 días desde que dejó el ministerio cuando Nadine Heredia lo presentó como militante del Partido Nacionalista con la idea de reflotar el partido y liderarlo. Al día siguiente, el fiscal Luis Landa pidió 25 años de prisión para Urresti por el presunto asesinato del periodista Hugo Bustíos en Ayacucho.
Su vida política tomaba un nuevo impulso y, al mismo tiempo, la justicia le cobraba viejas deudas.
Polarizar para avanzar
Urresti construyó su propio personaje, eso no puede negarse. Se hizo a sí mismo y en poco tiempo. En el libro “Anticandidatos” (Planeta, 2016), la politóloga Ana Vergara explica que Urresti “dejó de ser un desconocido y cualquier posibilidad de ser un ‘outsider’, porque empezó a utilizar el capital político [...] para ir forjando una carrera con perspectiva electoral”.
“dejó de ser un desconocido y cualquier posibilidad de ser un ‘outsider’, porque empezó a utilizar el capital político [...] para ir forjando una carrera con perspectiva electoral”.
Se convirtió en un ejemplar más de la fauna populista que abunda en la política peruana, pero con la incontinencia verbal como un rasgo distintivo propio. Frente a un micrófono o desde el Twitter, se peleaba con otros para ganar adeptos, como en la ley de la calle. “Su estrategia consistía en polarizar para ganar aprobación”, escribió también Vergara.
Enjuiciado pero envalentonado, postuló a la alcaldía de Lima en el 2018. El día del cierre de campaña, el Poder Judicial lo declaró inocente. Días después, el voto popular lo declaró perdedor. Quedó absuelto, pero sin cargo político alguno.
Populista extremo
Urresti se mantuvo siempre entre el plano político y el judicial. A inicios del 2019, se anuló el fallo que lo declaró inocente y ordenó un nuevo juicio. Hacia finales de ese mismo año, Martín Vizcarra cerró el Congreso y convocó a elecciones parlamentarias. En enero del 2020, Urresti obtuvo más de 500.000 votos con la lista de Podemos. Polarizar le era rentable.
Populista y popular, Urresti se lanzó a la presidencia prometiendo ser el único que derrotaría a la delincuencia. En el debate electoral, por ejemplo, anunció: “El 28 de julio de este año decretaré el toque de queda contra los criminales. No me interesa lo que digan los políticos, los opinólogos ni los troles”. Se sentía ganador, se imaginaba poderoso. Apenas tuvo 800.000 votos.
Eso sucedió en abril del 2021. Los dos años siguientes, otra vez Urresti vivió el apogeo y la caída, la misma adrenalina de la última década. Tentó la alcaldía de Lima, pero fue derrotado por Rafael López Aliaga. Luego de perder dos candidaturas consecutivas, perdió frente a la justicia. Otro será el país que encuentre cuando salga de prisión.
Perfil de Daniel Urresti
¿Quién es Daniel Urresti? Natural de Huancabamba, Urresti Elera (66) tuvo una carrera en el Ejército Peruano y se retiró con el grado de general. Su vida política ha estado marcada por excesos, cuestionamientos, denuncias, actitudes temperamentales y enfrentamientos con la prensa.
Se especializó en Ciencias Militares en la Escuela Militar de Chorrillos y realizó estudios en la Escuela de Operaciones Psicológicas del Ejército y sobre Defensa en el Centro de Altos Estudios Nacionales (CAEN). Además, tiene una maestría en Ingeniería Electrónica con mención en Telemática por la Universidad Nacional Federico Villarreal.
Su primera aparición en la arena política fue de la mano del expresidente Ollanta Humala que, en el 2014, lo nombró ministro del Interior. Previo a ello, venía trabajando para dicho gobierno como asesor y Alto Comisionado en asuntos de formalización de la minería e interdicción de la minería ilegal.