Martín Vizcarra (Foto: Dante Piaggio / Archivo El Comercio)
Martín Vizcarra (Foto: Dante Piaggio / Archivo El Comercio)
José Carlos Requena

La situación de Martín Vizcarra, antes sólida y promisoria, va tornándose incierta. Una confusión que ojalá calme en algo la presentación del primer ministro Salvador del Solar en el Congreso, el jueves 4 próximo.

Pero al margen de un jefe de Gabinete que tiene pendiente pasar de ser promesa a realidad hay varios frentes que el mandatario tendrá que ver con atención, si quiere retomar el buen momento que forjó hace unos meses.

Un problema de compleja solución, como el conflicto en torno al proyecto minero Las Bambas, abona más en la percepción de anomia que parece ya instalada. Por lo menos desde setiembre del 2015, cuando hubo tres pérdidas humanas, el conflicto ha existido. Pero su abordaje ha estado siendo reiteradamente postergado. De hecho, el propio Vizcarra fue parte del último intento relativamente notorio de enfrentar el tema, en noviembre del 2016.

Por si fuera poco, el panorama se complica más cuando no se entiende el nombramiento del ex gobernador de Lima Provincias Nelson Chui al frente de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios. Al margen de los apremios judiciales que enfrenta Chui, su gestión no es recordada por algo positivamente llamativo y, más bien, se movió entre la grisura y la irrelevancia. Al final, el único cambio que parece importar en dicha agencia gubernamental es la de su director ejecutivo, el tercero en menos de dos años de existencia (El Comercio, 1/4/2019).

En el frente parlamentario, donde el Ejecutivo cuenta con tres bancadas, se ha pasado del dislate al silencio. Hace algunos días los congresistas Carlos Bruce –también ministro– y Mercedes Araoz, de Peruanos por el Kambio, y Gino Costa, de la Bancada Liberal, tuvieron declaraciones sobre los montos pagados por la semana de representación, que bien podrían haber recordado a frases de una congresista de lustros previos que decía, muy oronda, “Sería una hipocresía decir que no cobraremos” o “Métete a la política y allí vas a ganar y ser feliz” (dirigiéndose a un periodista que la interpelaba).

Hoy el aquejado Ejecutivo no cuenta con voceros parlamentarios que respalden sus posiciones. En ello incide no solo la aparente orfandad de ideas de la administración, sino el hecho de que los propios congresistas oficialistas –con razón– parecen más interesados en defenderse que en apuntalar al régimen.

Finalmente, como si la tormenta no fuera aún perfecta, el último domingo se reportó un serio declive en la aprobación popular (IEP-“La República”), que ubica al mandatario 12 puntos debajo del mes anterior.

Este desconcierto puede estar originando posiciones alarmantes, como la que presentó hace unos días la ministra Fabiola Muñoz sobre la renovación de la ley de promoción agraria. Como se ha recordado, al referirse a la ley de promoción agraria, cuya ampliación se discute en el Parlamento, Muñoz indicaba que “lo que tenemos que encontrar es un régimen, que vaya acercándose al general” (El Comercio, 30/3/2019).

El otoño y los nublados días que trae parecen estar opacando el juicio.