El último mensaje a la nación del presidente Martín Vizcarra, largo y monótono, ha traído como novedad algo que –aparentemente– ha querido jugar el rol que en años previos tuvieron los anuncios de realización de referéndum o presentación de propuesta para adelanto de elecciones: el llamado a un acuerdo. El Pacto Perú es la principal idea que queda planteada, frente a la tediosa recopilación de avances que hizo el mandatario.
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Lo llamativo, sin embargo, es que no queda del todo claro cómo esta propuesta se engarza con el trípode anticipado por el presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, en la víspera: atención de la pandemia, reactivación económica y brindar las condiciones para la organización de un proceso electoral confiable y transparente.
Un llamado al diálogo es siempre bienvenido. Pero resulta extraño en una gestión que se ha caracterizado, precisamente, por usar la confrontación como un mecanismo de acumulación de fuerzas. Debe recordarse que las “disputas mezquinas” a las que se refirió Vizcarra en su presentación ante el Parlamento no eran monopolio de la oposición. ¿Puede hablarse de un cambio de énfasis, que podría romper el distanciamiento social en el que parecía haber caído el régimen?
Además, quedan dudas sobre cómo se implementaría la propuesta. Vizcarra habló de “convocar a cada uno de los partidos políticos”. Pero bien se sabe que la mayoría de grupos políticos tiene ya presencia en el Parlamento o en el Acuerdo Nacional. ¿No sería un esfuerzo reiterativo? Además, ¿acaso los partidos políticos representan a plenitud todas las voces de la sociedad?
Finalmente, quedan también las dudas sobre si se busca replicar algunas experiencias de las comisiones presidenciales que se han dado durante la gestión de Vizcarra (reforma judicial, reforma política, asuntos mineros) o si se aspira a un reemplazo o relanzamiento del Acuerdo Nacional forjado a inicios del milenio, hoy –lamentablemente– de perfil discreto.
La prolongada alocución de Vizcarra, la más sosa y monótona presentación de un mandatario en un aniversario patrio desde el 2001, planteó un eje adicional a los que había anunciado Cateriano.
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Deberá esperarse que la presentación del jefe del Gabinete despeje las numerosas dudas que plantea la idea del pacto que sugiere Vizcarra. Si lo único que se buscará será la reedición de las rondas de diálogo que se acostumbran cuando las crisis políticas arrecian y no un acuerdo real sobre el que se sustente el ingreso al tercer centenario republicano, más vale moderar las expectativas. Porque, parafraseando a Ramiro Prialé, dialogar no es pactar.