Ricardo León

“Con el objeto de poder esclarecer los hechos sin que se malinterprete que lo hago por aferrarme al honroso cargo”. La elegancia de la carta de renuncia de a la primera contrastaba con las razones que la motivaron: un supuesto favorecimiento del también ministro de Comercio Exterior y Turismo a su novia, hoy esposa, Luciana de la Fuente, y al padre de esta.

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Era enero del 2004. Toledo sufrió esta baja en unos de los peores momentos, cuando estaba atrapado en los problemas que él mismo y su entorno habían generado. Poco antes, un audio difundido por la prensa reveló que su asesor, César Almeyda, había mantenido contactos con militares que habían integrado las redes de Vladimiro Montesinos. La salida de Diez Canseco debilitó aun más a un presidente que tenía apenas un 7% de aprobación.

Al inicio, Raúl Diez Canseco fue visto como la garantía de que la gestión de Perú Posible mantendría el rumbo, pese a las inconsistencias de Alejandro Toledo. Su renuncia a la vicepresidencia y el escándalo provocado golpearon a un frágil gobierno. (Foto: Archivo El Comercio)
Al inicio, Raúl Diez Canseco fue visto como la garantía de que la gestión de Perú Posible mantendría el rumbo, pese a las inconsistencias de Alejandro Toledo. Su renuncia a la vicepresidencia y el escándalo provocado golpearon a un frágil gobierno. (Foto: Archivo El Comercio)

Diez Canseco fue el tercer vicepresidente en renunciar al cargo en este siglo. El primero fue Francisco Tudela, quien dimitió a inicios de noviembre del 2000 tras el hundimiento del gobierno de Alberto Fujimori. La misma decisión tomó después el segundo vicepresidente Ricardo Márquez, negando en su carta de renuncia “cualquier vinculación con los dolosos actos” que se habían tirado abajo a aquel régimen.

La fragilidad del cargo

“Habrá un vicepresidente en quien concurran las mismas calidades” que el presidente, decía el artículo 76 de la primera Constitución peruana, en 1823. Es decir, la obligatoriedad de haber nacido en el Perú y de tener una “aptitud de dirigir vigorosa, prudente y liberalmente una república”.

Después del autogolpe de Alberto Fujimori, y con una banda roja y blanca prestada, el vicepresidente Máximo San Román juró a la presidencia frente a los congresistas que habían sido desaforados. La comunidad internacional no lo reconoció como mandatario.  (Captura de video)
Después del autogolpe de Alberto Fujimori, y con una banda roja y blanca prestada, el vicepresidente Máximo San Román juró a la presidencia frente a los congresistas que habían sido desaforados. La comunidad internacional no lo reconoció como mandatario. (Captura de video)

Requisitos aparte, el cargo de vicepresidente suele ser visto como ornamental, pero nunca en este país, donde quienes han ocupado ese puesto han tenido, al menos en estas tres últimas décadas, un complicado rol protagónico.

Lourdes Mendoza del Solar, segunda vicepresidenta de Alan García (2006-2011), fue la primera mujer en ocupar dicho cargo. La segunda en ocupar el cargo fue Marisol Espinoza, vicepresidenta de Ollanta Humala. Antes de que aquel gobierno terminara, ella se alejó del Partido Nacionalista por discrepancias con Nadine Heredia y el propio mandatario.

Ha sido frecuente que los vicepresidentes en el Perú no tengan buenas relaciones con los presidentes. “Cuando quedaba a cargo de la vicepresidencia, me dejaban el despacho cerrado con llave”, se quejó años atrás David Waisman, segundo vicepresidente de Alejandro Toledo.

El escándalo comenzó meses atrás, en octubre, en una mesa del restaurante Brujas de Cachiche, en Miraflores. Omar Chehade renunció a la vicepresidencia un día antes de que el Congreso decidiera si lo desaforaba. (Foto: Archivo Correo)
El escándalo comenzó meses atrás, en octubre, en una mesa del restaurante Brujas de Cachiche, en Miraflores. Omar Chehade renunció a la vicepresidencia un día antes de que el Congreso decidiera si lo desaforaba. (Foto: Archivo Correo)

El siguiente en esta lista de renunciantes fue Omar Chehade, segundo vicepresidente de Ollanta Humala, aunque su caída fue en cámara lenta. En octubre del 2011, fue acusado de aprovechar su cargo para organizar operativos policiales en favor del Grupo Wong. En las semanas siguientes, Humala dijo “que haría bien en dar un paso al costado, pero eso debería nacer de él”, y Nadine publicó su famoso tuit (“Tan difícil es caminar derecho??!!”), pero fue la presión del Congreso la que lo llevó a presentar su renuncia, aunque recién en enero del 2012.

En su libro “La gran usurpación”, Chehade cuenta lo que supuestamente le dijo Daniel Abugattás al respecto: “Ollanta cree en ti, pero quien te ha puesto la cruz es Nadine [...], ella no te quiere ni ver”.

Vizcarra era embajador en Canadá cuando Kuczynski fue vacado. Desempolvó su credencial de vicepresidente y viajó al Perú para asumir el cargo. Aráoz se alejó de la vicepresidencia cuando Vizcarra disolvió el Congreso. (Foto: Archivo El Comercio)
Vizcarra era embajador en Canadá cuando Kuczynski fue vacado. Desempolvó su credencial de vicepresidente y viajó al Perú para asumir el cargo. Aráoz se alejó de la vicepresidencia cuando Vizcarra disolvió el Congreso. (Foto: Archivo El Comercio)

Tampoco podían verse a los ojos los dos vicepresidentes del gobierno de Kuczynski, Martín Vizcarra y Mercedes Araoz, luego de que fuera vacado y se desatara una crisis política cuya resaca aún padecemos. Tras una confusa sucesión de hechos, Vizcarra asumió la presidencia y, tiempo después, Araoz renunció a su cargo.

Dina Boluarte es una de las pocas personas cercanas a Pedro Castillo que continúa ocupando un cargo. La también titular del Midis podría ser inhabilitada por haber realizado gestiones para un club privado. Su suerte está en manos del Congreso. (Foto: César Campos / GEC)
Dina Boluarte es una de las pocas personas cercanas a Pedro Castillo que continúa ocupando un cargo. La también titular del Midis podría ser inhabilitada por haber realizado gestiones para un club privado. Su suerte está en manos del Congreso. (Foto: César Campos / GEC)

La historia de los vicepresidentes actuales tampoco es fácil de digerir. El presidente Pedro Castillo tiene una primera vicepresidenta, Dina Boluarte, en medio de un proceso de denuncia constitucional en el Congreso que podría llevarla hasta la inhabilitación para ejercer la función pública. Y quien fue elegido como su segundo vicepresidente, Vladimir Cerrón, no pudo asumir el cargo por tener vigente una condena por corrupción.