Tan solo unos días después del ataque del grupo terrorista Hamas a Israel el pasado 7 de octubre, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden hizo eco de una perturbadora noticia viral en redes sociales: bebés israelíes habían sido decapitados por los terroristas islámicos y, según el mandatario, había visto personalmente las fotos que lo confirmaban. Al poco tiempo, la Casa Blanca reconoció que Biden no había confirmado, ni mucho menos visto, las imágenes del supuesto horror.
El caso, aunque lejano al Perú, refleja un mal que aqueja a globalmente la sociedad en la era de las redes sociales: ‘Fake news’ virales, que proliferan aún más en contextos de polarización.
Según una encuesta de Datum, los peruanos reconocen los peligros de este fenómeno: un 80% piensa que la desinformación constituye una amenaza para la democracia, 78% considera que debilita los procesos electorales y 73% que aumenta la polarización en la política.
La desconfianza abunda. De acuerdo con el estudio de opinión, el 74% de los peruanos se encuentra con noticias que creen que son faltas al menos una vez por semana. Además, un 40% dijo estar poco o nada confiado en reconocer información falsa, y solo un 14% dijo verificar siempre la información que lee. A pesar de esto, cerca de la mitad de los encuestados indicó que comparte noticias en redes sociales al menos una vez por semana, o todos los días.
“Es un porcentaje muy alto: más de la mitad de los peruanos no verifica y, por el contrario, sigue compartiendo esa información falsa. El ciudadano, en general, carece de las capacitaciones necesarias para entender cuándo una información es falsa y cuándo no lo es, qué características tiene una información que es verdadera y qué características no tiene”, sostiene Urpi Torrado, gerente general de Datum Internacional.
Otra posible explicación a esta aparente contradicción tiene que ver con lo que los usuarios identifican como noticia falsa. Según Ernesto Calvo, profesor de Gobierno y Política de la Universidad de Maryland (EE.UU), las personas suelen percibir como falsa la información que no confirma sus creencias o preferencias. Este fenómeno, llamado “efecto de medios hostiles”, no es poco común, especialmente en situaciones de polarización.
“La gente está percibiendo cosas como falsas cuando a menudo no lo son, sino que no están de acuerdo con lo que uno piensa. Hay pocas cosas que definen tanto la verosimilitud de una noticia como el hecho de que esté de acuerdo con lo que pensamos. Entonces, las noticias falsas que más difundimos son, en general, noticias que están alineadas con lo que pensamos“, explica.
¿En quién confían los peruanos?
Al momento de recibir noticias, la familia es la principal fuente de confianza: el 82% confía algo o mucho en esta para brindarle información precisa. Le siguen los motores de búsqueda de internet -como Google- (76%), personas como uno (74%), colegios y universidades privadas (69%), la radio (62%) y los amigos (60%).
Por el contrario, las principales fuentes de desconfianza son los políticos (84%), los grupos de activistas políticos (75%), los famosos, y el gobierno (ambos con 73%). En la lista también están los medios de comunicación: el 54% dijo no confiar en los periodistas y el 52%, en la televisión.
“Los canales de información más importantes para los peruanos son informales, porque los amigos y los familiares son fuentes no son fuentes formales, como sí lo son los medios de comunicación o las entidades de gobierno”, indica Torrado.
Para Patricia Hoyos, directora de Centro Liber, una organización que se dedica a esclarecer y verificar información de entidades públicas, la desconfianza predominante hacia los políticos “no sorprende”.
“Hemos detectado varias declaraciones de ministros, congresistas, líderes políticos y otras autoridades que caen en la falsedad, dando información que benefician sus intereses particulares”, comenta.
La trampa de la velocidad
Calvo asegura que el principal enemigo de la verificación es la rapidez con la que se decide compartir noticias. “Hay que evitar caer en la trampa de la velocidad. Uno entra en un ritmo, compartiendo y dando ‘like’. Entonces, las noticias se leen muy a la ligera y muchas veces ni siquiera se entra a leerlas. Uno lee el titular, se indigna y las comparte”, asegura.
Por su parte, Hoyos recomienda revisar que la web donde está la noticia sea una fuente oficial. “Si la información supuestamente viene de una institución pública, pues hay que ir a la fuente directa, que es la misma institución”, explica.
Mira aquí un decálogo para no caer en las ‘fake news’.