Se les alinearon los astros: El líder Luis Castañeda Lossio pidió licencia por motivos enojosos que lo distraerán buen tiempo (las imputaciones de haber recibido aportes y favores de OAS y Odebrecht); el partido tiene inscripción vigente; se disolvió el Congreso dejando a activistas conservadores sueltos en plaza; y López Aliaga estaba allí.
Rafael López Aliaga Cazorla (58 años, ingeniero industrial, financista y empresario, nacido en Lima pero criado en Pomalca y Chiclayo) no ha tenido que comprar ni alquilar un vientre, aunque tuviera fondos para ello; simplemente, se ha convertido en secretario general del partido en el que ya era dirigente y mecenas expectante. E impaciente, pues había un desplome castañedista en cámara lenta. Había que darle algo que hacer a las anonadadas bases y encauzarlas en un rápido proceso electoral.
Por cierto, hagamos un paréntesis sobre los partidos peruanos vigentes como SN que no son vientres de alquiler pero sufren crisis de liderazgo y desafección de la militancia: alguien de su seno toma las riendas e invierte sus recursos personales, pero a condición de poder invitar a quien quiera y priorizar lo que quiera.
El propio Rafael me cuenta su historia partidaria: entró a militar a SN tres lustros atrás. Candidateó por Lima y fue un feliz regidor de Castañeda entre el 2006 y el 2010. En el 2011 coordinó el plan de gobierno en la campaña presidencial. Me lo entrega como un primer insumo que debe orientar a los congresistas si saltan la valla. “¿Tú crees que alguien como yo se conformaría solo con saltar la valla?”, reacciona a mi mención al primer límite que tiene por delante.
Volviendo al 2011, Lucho no la hizo para presidente pero saltó la valla y consiguió una minoría atendible. López Aliaga estuvo entre los propuestos a directores del BCR, pero las mismas bancadas que lo invitaron, luego lo balotearon. En su control de daños, pensó que tras haberle expuesto al presidente del BCR, Julio Velarde, sus ideas para mejorar su gestión, se ganó lo que él llama “la antipatía del establishment”. Le pido evocar el episodio porque veo que le dio roce y fricción ante el resto de partidos. Morder un poco de polvo lo preparó para volver, decidido, al ruedo.
Se fue de SN por unas temporadas, en parte porque Castañeda había estrechado su alianza con José Luna, a quien Rafael no pasaba. Pero Luna se fue para fundar su propio partido, Podemos, y su rival interno regresó.
He aquí que, tras la hora de la disolución del Congreso con la más grande mayoría conservadora de la historia, todo estuvo listo para la concepción de una nueva propuesta. Se alinearon partido, inscripción y plata. E invitados, que son los que formarán el petit comité que capeará los temporales y aprovechará las oportunidades en las próximas semanas. Ahí está el quid de la nueva política de los partidos personalistas: se arman para cada elección, sin que la democracia interna les ponga mayores cortapisas.
Cuando pregunto a López Aliaga por el CEN partidario que lo acompaña en las decisiones, apenas me menciona la importancia de los personeros Fernando Sandoval y Diana Masamoto. Prefiere hablar de los jales de la lista, como el ex primer ministro Luis Solari de la Fuente; el politólogo Eugenio D’Medina; el abogado y director del portal La Abeja, Luciano Revoredo; la ex congresista por Cusco, Nelly Cuadros, pastora evangélica que hoy va por Lima. Ellos, además de Rosa Bartra, de la que se ha hablado suficiente, de hecho serían parte de esa instancia decisoria que, por el titubeo de Rafael al responder, me queda claro que está en construcción. Bartra y Cuadros, claro, tienen que subsanar las observaciones que les ha hecho el JEE Lima.
Otras de mis preguntas se estrellan con proyectos y secretos partidarios que, por precaución, solo me esboza: buscará un rostro que sirva de vocero, sí tal vez, porque por ahora él está asumiendo el fatigante trato con la prensa; muy posiblemente contratarán a un estratega mexicano cuyo nombre aún no quiere revelar; Lucía de la Cruz renunció porque ella quiso, pero no le da pena; en la lista hay católicos y evangélicos, pues “la coincidencia es total, he conversado con todos”, subraya cuando le pregunto por el estado de las cosas entre católicos como él y activistas evangélicos.
A propósito, a Rafael no le gusta que use el término ‘conservador’. Tampoco me gusta, ¿pero cómo no usarlo?. Define, con respeto y objetividad, a una lista que ha buscado para sus primeros puestos no a militantes de SN sino a políticos conocidos por sus posiciones conservadoras en materia de derechos (aborto, matrimonio entre el mismo sexo, educación sexual). Fuera de esos temas, la conversación con López Aliaga no se ciñe necesariamente a la etiqueta conservadora. Ya lo verán.
Non multa, sed multum
En la entrada del CAME, instituto que forma administradores, reza un lema en latín que López Aliaga lo traduce como “no abarques mucho, concéntrate en poco”. O, “el que mucho abarca, poco aprieta”, para entendernos mejor. Estamos en la calle Costa Rica, en Jesús María, ante el Came, el colegio Los Alamos y el nido Los Alamitos, el manojo de empresas educativas que dirige y se las conoce porque en ellas estudian hijos de familias del Opus Dei.
Ah, porque Rafael es miembro destacado de la llamada Obra, y eso hay que subrayarlo puesto que ha dedicado parte de su vida a ella. Acto seguido hay que aclarar que su activismo político es independiente. “Si alguien del Opus me dice algo, lo mando a la…”, me dice sin completar la frase. Le replico que se puede ahorrar la aclaración, porque la he tenido del propio Opus, respecto a otros personajes políticos.
Rafael es célibe y sino vive como numerario en una casa de la Obra, es porque tiene varias cosas que atender. Es empresario exitoso –de ahí su fortuna- con el grupo ACRES Investments, con una participación importante en los mejores hoteles y trenes turísticos del Cusco (hoteles Monasterio y Nazarenas, el tren Hiram Bingham, entre otros) y larga experiencia en el mundo financiero y en la bolsa. Cuando habla de economía, se define pragmático y lo demuestra. Michael Porter es uno de sus gurúes. Habla con entusiasmo de las ventajas comparativas del Perú y de la diversificación productiva. Hasta manda un guiño ambientalista diciendo que la explotación minera ha deforestado zonas que Guamán Poma describió verdes en su célebre crónica.
“Hay que ser pragmáticos, como los chinos. Hay que evitar que pase lo de Chile. Por ejemplo, hay que mejorar las pensiones”, habla sin parar. Para ello, sugiere medidas de regulación para nada ortodoxas. López Aliaga se define de centroizquierda, pero dispara con pasión hacia Vizcarra, hacia lo que califica como una pobrísima ejecución del presupuesto y hacia lo que llama la ‘matriz caviar’: “80% gasto y 20% de inversión en infraestructura; la matriz solidaria es al revés, por eso Lucho Castañeda era pura obra e inversión”.
Cuando recuerda las satanizadas asesorías de las ONG presuntamente caviares y el enfoque de género en el Minedu, y los asocia a la izquierda, ahí se acaba la conciliación con sus opuestos. Pasa a hablar de la comercialización de fetos y órganos por Planned Parenthood y del plan para homosexualizar a los niños como un mecanismo de control de la natalidad.
Al invocar estas teorías conspirativas y sus convicciones pro vida y pro familia, los nombres en la lista solidaria vuelven a adquirir sentido. En la apuesta conservadora de SN hay mística; pero también mitos a sus expensas. Por ejemplo, el argumento de que López Aliaga está bancando al nuevo fujimorismo, es endeble. Ha picado en el menú naranja buscando el perfil de Rosa Bartra, Yeni Vilcatoma o Nelly Cuadros, pero la libertad de Keiko y el futuro de FP le resbalan. “En su última etapa, fue una dictadura corrupta, a mi hasta me han extorsionado”, me dice para que no repita, como otros, que es un heredero anticipado de Alberto.
El referente de Rafael no es naranja sino amarillo; salvando las coincidencias programáticas ya mencionadas. En el único de los puntos polémicos donde desliza un matiz concesivo es en el de las uniones del mismo sexo. El matrimonio igualitario está descartado pues no admite la adopción; pero cree que hay que ofrecer un “poquito más” de lo que hay. El concepto de ‘unión civil’ no le escandaliza.
La conversación se dispersa a muchos temas y teorías conspirativas y le recuerdo el lema “non multa, sed multum”. Admite que la carga de manejar un proceso electoral es abrumadora. Acaba de terminar la gira por regiones, armando listas y honrando eventos internos. La vida partidaria es relativa pero existe y la cumple hasta donde puede. Ahora mismo, tiene que atender las objeciones del JEE Lima a las candidaturas de Bartra y Cuadros. Por cierto, cuándo le pregunté qué se venía en los próximos días, me dijo, “¡las tachas!”, buscando adivinar lo que le depararía el destino inmediato.
SN es un partido en clave baja y municipal, con un personaje e invitados en clave alta. Busca recuperar el espacio conservador que había amplificado el congreso disuelto. Lo hace con esa mezcla de cálculo e improvisación sobre la marcha que tiene en vilo a la política peruana.