384 fue la cifra más contundente de la semana. Y esta sí se podía difundir; había gritarla en medio del silencio electoral: 384 muertos reportados el sábado en la tarde son, hasta ahora, el pico absoluto de la pandemia y una catastrófica advertencia de que estas elecciones, con plantones, caravanas, caminatas y hasta algunos mítines de cierre presenciales, como el del puntero Pedro Castillo; se hicieron contra todas las prevenciones sanitarias.
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Las cifras que no se podían decir oficialmente, pero chorrearon toda la semana en las redes; fueron las de encuestas y simulacros. Lo último en filtrarse fue el simulacro sabatino de Ipsos, que nos ‘spoileó’ el flash dominical: ya podíamos adivinar que Castillo pasaba de todas maneras a la segunda vuelta, pero que Hernando de Soto y Keiko Fujimori empatarían. Ojo, a medida que avanzó la noche, el conteo rápido afianzó a Keiko en el segundo lugar y, en tercer lugar, López Aliaga empezó a ganar terreno a De Soto.
Fernando del Rincón, el periodista de CNN en Español que se banqueteó con la mayoría de candidatos, difundió una encuesta previa el jueves y cometió la impertinencia de contar en su programa que había consultado al JNE sí podía difundirla y entendió que la respuesta fue afirmativa. El JNE tuvo que aclarar que no le compete autorizar semejante cosa. De hecho, la legislación nacional no alcanza a la sede estadounidense de CNN. Fue una de las tantas anécdotas intrascendentes que buscaban los partidarios de Rafael López Aliaga para gritar ¡fraude!.
Vitalismo andino
Vista tras el velo de la mortalidad, la tradición del desayuno electoral fue el arranque frívolo de la jornada. Algunos podrán decir que hay un ‘vitalismo’ en todo esto, un deliberado festejo de la vida contra la peste, y por eso, en la tienda de Victoria Nacional, no hubo cabeza en la mesa, pues George Forsyth está convaleciente del COVID, pero sí hubo baile de candidatos. Forsyth está con un cuadro controlado; pero no sabemos qué les espera a Marco Arana y José Vega, que recién comunicaron su enfermedad entre el jueves y el viernes.
Vitalismo pirotécnico andino, o frivolidad rondera con variante ecuestre (la yegua se estresó sobre el asfalto y dio un susto al candidato Castillo); vimos fiesta en la noche en Tacabamba, provincia de Chota (distrito de afanes presidenciables, pues de allí son también los Acuña). Pero ahí hubo algo más significativo que disipa la frivolidad electoral ante la pandemia: Castillo despertó, votó, celebró y se quedó a dormir en el pueblo, confirmando que su fortaleza es regional andina. La provincia versus Lima, en un cuadro diáfano, ya esbozado en el debate del JNE, en el que el profesor cajamarquino apareció con traje típico y sombrero, convocando mas raza y etnia que ideología.
Hernando de Soto votó en una mesa temprana y pulcra y tuvo tiempo para hablar sin parar. Su voto veloz contrastaba con los reportes de muchas mesas que demoraban en instalarse por el previsible ausentismo de sus miembros. El agravante fue la decisión de la ONPE –errónea a todas luces- de recomendar a los adultos mayores y personas con comorbilidades, votar a primera hora. Como a ellos no se les podía pedir ser voluntarios y no había suficientes jóvenes voluntarios a esa hora, ello contribuyó a instalaciones tardías.
Rafael López Aliaga, a la caza de cualquier detalle que le diera pie para gritarse víctima de una conspiración, señaló ese error, pero no atinó a dar un argumento que mostrara como podía afectarlo solo a él. Su deambular en busca de la prueba del fraude, por el colegio en el que su mesa no estaba instalada, dio otro toque frívolo a la jornada.
Keiko Fujimori, más comedida; habló de esperar y respetar los resultados. No por gusto está ‘triqueando’ en estas lides. Conoce la tradición y en lugar de declarar a ras de suelo como Yonhy Lescano o el propio Castillo, o meterse a su auto en silencio como López Aliaga (triunfo de su entorno que lo silenció un buen rato por prudencia); Keiko salió con su familia a dar un preventivo balconazo. Y envió un video arengando a sus personeros a pelear sus votos en la mesa a mesa, ahí donde peleó la segunda vuelta del 2016 con PPK.
Paciencia
Hernando de Soto estuvo atado a Alberto Fujimori en el 1990 y ahora está atado a su hija matemática y dramáticamente: la boca de urna anunció un empate perfecto, de esos que no se desenredan en una noche, y nos obligan a cerrar esta crónica sin saber cuál de los dos recibirá los respaldos y endoses para vérsela con el fenómeno Castillo, con la ronda de la seguridad, el lapicito de las primeras letras, el ande de los orígenes y de los excluidos.
Pero antes de emprender ese enfrentamiento de polos mayores, tienen que esperar el conteo y hacer cálculos pandémicos de detalles menores. Ojo, respetando el margen de error, no podemos descartar a López Aliaga ni a Yonhy Lescano de la lid. Pero, volviendo al empate estrecho de los que tienen mayor chance, si De Soto cunde en los distritos limeños donde hubo ausentismo de los que podían pagar su multa, entonces, se la lleva Keiko. Al revés, si el ausentismo fue más grande entre los adultos mayores que se inclinan por ella, se la lleva De Soto, para vérselas con Castillo como Mario Vargas Llosa se las vio con papá Fujimori en 1990. La historia nos da vueltas y en esta vuelta falta confirmar a la pareja polarizada.
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