Elecciones en el Perú: una tradición más que accidentada

Desde las épocas de la República Aristocrática, en el siglo XIX, los peruanos no habíamos vuelto a tener el privilegio de escoger a un presidente por cuarta vez consecutiva en elecciones democráticas. La nuestra ha sido una historia llena de golpes de Estado, de caudillos y gobernantes depuestos e incluso asesinados. Muchas de las cosas que vemos en los actuales procesos electorales son rezagos de esas épocas. Por ejemplo, La Ley Seca se instauró por el nivel de violencia que se daba en las votaciones, en donde había incluso muertos.

“En la elección de Mariano Ignacio Prado murieron unas 20 o 30 personas, solo en Lima, porque se formaban unas bandas alrededor de los candidatos, muchas de ellas conformadas por ex soldados del ejército, y se pegaban”, dice el historiador Cristóbal Aljovín. Como el alcohol era uno de los principales responsables de esos desmanes, su venta se suprimía varios días antes de las elecciones.

Los peruanos votamos por nuestras autoridades desde la época de la Colonia, cuando las llamadas Cortes de Cádiz (1812) insuflaron un aire democrático a la vieja Monarquía Española, de capa caída por ese entonces. Luego de la Independencia, elegir a los gobernantes no fue sencillo: Ramón Castilla fue el primer presidente electo que pudo culminar su periodo (1845-1851) porque lo normal era que los mandatarios sean depuestos por caudillos, en revoluciones y golpes de Estado.

Las elecciones se realizaban en las parroquias, pues eran los curas los encargados de validar la identidad de las personas mediante la partida de bautizo, al no existir una RENIEC. Y las mesas electorales no eran carpetas de colegios, sino mesas de madera que se mandaban construir, como las que ordenó fabricar Leguía en 1908. Los aires pintorescos de los comicios peruanos cambiaron en 1931 con la aparición del Jurado Nacional de Elecciones, creado por el comandante Luis Sánchez Cerro. Ese fue el primer año que el voto se hizo secreto. En 1956, la mujer peruana votó por primera vez. Y desde 1978, el derecho se les concedió a los analfabetos…

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